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Argentina reduce la velocidad

La economía pasa de crecer un 7% en 2011 al 4,3% este año, según el FMI

Alejandro Rebossio
Ciudadanos de Buenos Aires esperan el autobús durante la huelga del transporte del 1 de marzo.
Ciudadanos de Buenos Aires esperan el autobús durante la huelga del transporte del 1 de marzo.Enrique Macarian (Reuters)

Para “tapar la crisis económica y social que está enfrentando Argentina”. Ahí residía el motivo de la nacionalización del 51% de YPF que tenía Repsol, según el presidente de la petrolera española, Antonio Brufau. Sin embargo, la mayoría de los analistas del país sudamericano y extranjeros, críticos o cercanos al Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, no cree que Argentina atraviese una crisis. Están de acuerdo en que este país, uno de los que más rápido creció en Latinoamérica en los últimos nueve años, está reduciendo a la mitad su ritmo de expansión. Con menos crecimiento de la economía y del empleo, será más difícil contrarrestar los efectos de la inflación.

En un barrio pobre de Campana, ciudad industrial a 70 kilómetros de Buenos Aires, una niña camina descalza por las calles de tierra que se inundan cada dos por tres. Juega con otra que está vestida con camiseta de tirantes, pese al frío del otoño austral. Una se lastima y acaba en el centro sanitario, donde escasean los remedios. Pero algunos vecinos están contentos porque el Estado está haciendo obras contra las inundaciones, ha repartido ordenadores portátiles a los estudiantes de la escuela y ha creado cooperativas a las que da trabajos de mantenimiento urbano. Tal vez los cooperativistas se quejan de lo que ganan, pero están mejor que los que acaban de perder el empleo.

Carola Sandy, economista del banco Credit Suisse, está lejos de Campana. Desde Nueva York no ve crisis ni contracción económica en Argentina. No obstante, predice que la economía se desacelerará de forma brusca: del 7% que calcularon en 2011 los economistas del sector privado (el cuestionado Instituto de Estadística habla del 8,9%) a un 2% o 3%. El Fondo Monetario Internacional predice un 4,3% para 2012 y un 4% para 2013. El Banco Central argentino aspira a un 5,5% o 6%. La inflación se mantendría, según Sandy, entre el 20% y el 25%, el mismo nivel que registraron el año pasado las agencias de estadística de las provincias argentinas, incluidas las kirchneristas. “La situación no está tan bien como en 2011”, recuerda Sandy el año en que Fernández logró la relección con el 54% de los votos, con un paro que caía al 6,7%, el menor nivel en dos décadas, y una pobreza que se reducía por el alza del empleo, el aumento de los salarios por encima de la inflación, el plan de cooperativas y las transferencias monetarias a los padres de familia parados o trabajadores informales (que suponen un tercio del total).

El deterioro de la economía global, las restricciones a la importación y la sequía han frenado el crecimiento

Sandy adjudica el deterioro de 2012 a tres factores: el empeoramiento de la economía global, que ha afectado a Brasil, principal destino de las exportaciones industriales argentinas; una leve reducción de la cosecha por la sequía que ha perjudicado en especial a otros vecinos sudamericanos, y de la que Argentina se ha visto en parte favorecida por el fuerte aumento del precio de la soja, su mayor cultivo que le reporta ingresos de divisas para mantener el superávit comercial e impuestos para aminorar el incremento del déficit fiscal; y el recrudecimiento de las restricciones a la importación en febrero pasado, que ha acotado la producción y el consumo, y ha alentado la inflación. La producción de coches, que venía creciendo al 20% en los primeros diez meses de 2011, se expandió un 4,8% en el primer trimestre de 2012. La construcción, que se incrementaba al 10,7% en los primeros nueve meses del año pasado, creció solo el 1,3% entre enero y marzo. La venta de inmuebles cae en Buenos Aires por las restricciones que en noviembre pasado aplicó el Gobierno para la compra de dólares, moneda en la que se pagan las buenas propiedades. Fernández necesita restringir la salida de dólares de su país, y por eso el Banco Central ha prohibido que las entidades financieras extranjeras giren beneficios a sus casas matrices, al tiempo que procura asegurarse un robusto superávit comercial, un modo de hacerse con las divisas que necesita para pagar la deuda externa sin devaluar. Pero más allá de la desaceleración, Sandy aún no observa una crisis social: “Hay algunas huelgas, pero no masivas. El Gobierno es menos popular, pero sigue siéndolo. La nacionalización de YPF lo reforzará, pero caerá la inversión privada”.

En cambio, desde Buenos Aires, Marina Dal Poggetto, economista del Estudio Bein —multado por el Gobierno por difundir un índice propio de inflación—, opina que su país vive un “clima de conflicto permanente porque está cerca de llegar al pleno empleo, no puede crecer más al 8% o 9% porque necesita más inversión y más mano de obra” cualificada. “El modelo económico en el que sobraban dólares se achicó, pero Argentina está en una situación inversa a la de España. No está al borde de la suspensión de pagos. La política económica se orienta a evitar una mayor devaluación y a maximizar el crecimiento, pero si el peso se devaluara, no habría suspensión de pagos ni crisis del sistema financiero como en 2001”, describe Dal Poggeto. Solo el 14% de la deuda pública se ha colocado en el mercado. El resto está en manos de agencias del propio Estado y de organismos multilaterales, a los que España recurrirá para bloquear créditos. La economista considera que mientras la soja siga cara y la cosecha se recupere de la sequía, Argentina tendrá dólares para pagar la deuda sin devaluar. El Gobierno quiere impedir la depreciación del peso porque dañaría el poder adquisitivo de los asalariados al provocar más inflación y afectaría la actividad económica porque muchos activos cotizan en dólares.

Los salarios crecen al 20%, un nivel similar al que los expertos privados sitúan la inflación

En un centro de investigación de la Central de Trabajadores de Argentina (CTA), el mismo donde trabajaban miembros del equipo del viceministro de Economía e interventor de YPF, Axel Kicillof, la analista Mariana González defiende la nacionalización de YPF para revertir el déficit comercial energético del país en el que cayó en 2011 por primera vez en 17 años. Se supone que, en lugar de seguir expatriando el 90% de los beneficios de YPF, ahora se invertirán para producir más. Pero el aumento de la producción no será inmediato y en este otoño austral ya ha comenzado los cortes de gas a industrias. “Argentina no busca tapar una crisis porque no la hay, pero tenemos una desaceleración después de un crecimiento muy alto”, aprecia González. Reconoce que entre 2003 y 2011 esa expansión fue acompañada de superávit fiscal y empleo, pero “en los últimos meses no fue así”. El resultado fiscal se tornó negativo en 2011 pese al crecimiento económico y ahora se profundiza el rojo con el argumento gubernamental de contrarrestar la ralentización. “Por ahora no sabemos si la desaceleración tiene impacto social, pero si se consolida, seguramente afectará”, advierte la economista de CTA. Las negociaciones salariales están siendo más duras que en 2011. Pocos sindicatos han llegado a acuerdos para 2012 y los que lo han hecho han aceptado un alza del 20%, en lugar del 30% del año pasado. El 20% será tolerable para los trabajadores si la inflación se reduce, pero de momento las provincias han registrado poca desaceleración, según González. Esta es la foto de Argentina. Veremos la película.

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