La última baza de la revolución
Disparos en señal de júbilo en Bengasi, bastión rebelde, y escepticismo en Trípoli.- El régimen advierte que la resolución "amenaza la unidad de Libia"
No hubo gritos ni euforia desatada en las calles de Trípoli cuando el delegado chino anunció la prohibición de los vuelos en Libia, pero algunos se atrevieron a decir todo lo que habían callado durante estos días. "Es lo que estábamos esperando desde hace un mes. Espero que no sea demasiado tarde. Inshalá", dijo el empleado de un comercio en la capital, pasada la una de la madrugada (hora local, una menos en la Península).
En Bengasi, al contrario, la aprobación de la zona de exclusión aérea por parte del Consejo de Seguridad de la ONU fue recibida con alegría por los insurgentes, que han hecho de esa ciudad del este de Libia su bastión. Disparos al aire en señal de júbilo se dejaron oír en la ciudad, mientras cientos de jóvenes se reunían ante la sede del Consejo Nacional de Transición, el Gobierno rebelde, con banderas de la monarquía libia, informa France Presse. La multitud ondeaba pancartas en las que podía leerse "Bengasi no te quiere", dirigidas al coronel Gadafi. Mientras, los automóviles hacían sonar sus cláxones.
Entretanto, el viceministro de Exteriores de Libia, Jalid Kaim, manifestó en rueda de prensa: "Damos la bienvenida a que la resolución llame a la protección de los civiles (sic)". Kaim asegura que han recibido "como gran sorpresa" la abstención de Alemania. Pero el viceministro también subrayó que la resolución "amenaza la unidad de Libia" y constituye "una llamada a que los libios se maten entre ellos", declaró a France Presse.
La autorización de la ONU habría podido surtir efecto inmediato en el régimen de Trípoli. Según la cadena de televisión estadounidense CNN, Gadafi estaría pensando en cambiar de táctica y renunciar a atacar Bengasi. Nic Robertson, enviado especial de la cadena en Trípoli, recibió una llamada de Saif el Islam, uno de los hijos de Gadafi, minutos después de que se aprobara la resolución de la ONU. "Me dijo que estaban considerando cambiar de táctica sobre Bengasi, que el Ejército no iba a entrar en la ciudad", dijo Robertson. "La razón es que esperan un éxodo humanitario", añadió.
Pocas horas antes, el propio Gadafi había amenazado a los insurgentes con aplastarlos. "Se acabó, está decidido. Vamos a entrar por la noche [de ayer], vamos a sacarlos de los armarios. No tendremos piedad ni misericordia", amenazó el dictador en un mensaje dirigido por radio a la ciudad rebelde. "Vamos a entrar casa por casa, habitación por habitación", agregó.
Estos días, el régimen se afana en vender la euforia de la victoria y la vuelta a la normalidad de la capital. Algo más de un centenar de periodistas se concentra a diario en el hotel Rixos para coger un coche o un autobús del Gobierno y tratar de medir el ambiente. Sobre las diez de la mañana, los voluntarios del régimen organizan tours en los que enseñan escuelas, mercados y calles en las que siempre hay gente con retratos de Gadafi. Los espontáneos miran a las cámaras y acaban gritando siempre la misma proclama: "Ala, Mohamed, Libia obes", que puede traducirse como "no hay nada más que Dios, el profeta y Libia". La ciudad sigue desconectada. Solo el hotel donde se alojan los periodistas tiene Internet y algunas páginas web como la de la cadena Al Yazira o Twitter son inaccesibles.
Ya de madrugada, tras la resolución del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, el tono de las declaraciones cambió en las dos partes. En Trípoli, pasada la medianoche, algunos se atrevieron a susurrar que quizás esta sea la última esperanza de la revolución y se encomendaron a Alá.
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