El cronista feroz apaga la cámara
Muere a los 89 años Luis García Berlanga, el cineasta que retrató los claroscuros de la idiosincrasia española - Fue digno sucesor de Buñuel en el Olimpo del séptimo arte
España es Berlanga. Berlanga era España. Desde ayer, Luis García Berlanga, el gran urdidor, el cineasta que entendió y absorbió la soledad, la mezquindad, el humanismo y la sumisa tristeza del españolito del siglo XX ya es alma de celuloide. Su corazón se paró a las cinco de la mañana de ayer a sus 89 años en su casa de Pozuelo de Alarcón (Madrid), ciudad en la que será enterrado hoy. Probablemente esa españolidad de su obra sea la que impidió mayor repercusión en el resto del mundo, mientras que para el común de los españoles los últimos 70 años se resumen en una frase: "Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación", el arranque del discurso de Pepe Isbert en ¡Bienvenido, mister Marshall!
De él, Franco dijo en cierta ocasión: "Es mucho peor, es un mal español"
"¿Miedo a morir? Qué coño. Si acaso, cabreo", dijo sobre su fallecimiento
"Como alcalde vuestro que soy, os debo una explicación y esa explicación que os debo, como alcalde vuestro que soy, os la voy a dar". ¡Bienvenido, mister Marshall! (1953)
Otra cosa es lo que pensara el valenciano Berlanga de sí mismo: ácrata, anarquista burgués independiente, pesimista, fallero, tímido (de ahí que como contrapartida, y así se justificaba, no parara de hablar), erotómano, amante y creador de paradojas... Michel Piccoli, con trabajó con él en Tamaño natural y París Tombuctú, decía: "Es Don Quijote... bueno, también podría ser Sancho". Hasta Franco tenía su propia definición sobre el cineasta. Cuando sus ministros le contaron que era un anarquista, un bolchevique o un comunista, el dictador les respondió: "Berlanga es mucho peor que eso, es un mal español". El valenciano ametrallaba con su labia: "Soy un hincha del erotismo"; "No comparto con los críticos la supuesta acidez de mi cine"; "Los actores deben crear las películas. No me gusta dirigir, prefiero que los filmes salgan un poco a lo Huidobro, de forma vegetativa"; o ante su fallecimiento: "¿Miedo a morir? Qué coño. Si acaso, cabreo".
De niño, García Berlanga era un solitario, hasta que la Guerra Civil le cambió la vida. "Llegó la contienda y tuve que salir de casa. Mi familia era una familia de políticos, y así supe que la política era una cagada, como todo...".
Tras salvar a su padre participando en la División Azul y estudiar Derecho y Filosofía y Letras, en 1947 cambió su vocación e ingresó en la primera promoción del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas de Madrid. Juan Antonio Bardem y él eran los alumnos rebeldes, los renovadores, y codo con codo dirigieron Esa pareja feliz, que no se estrenó hasta después de ¡Bienvenido, mister Marshall!, un encargo que nace bajo tres condiciones: "Que saliera Lolita Sevilla, que pasara en Andalucía y que fuera de risa". Más mal que bien, las cumplieron.
¡Bienvenido, mister Marshall! (1953) es el inicio del cine moderno en España y los cimientos del estilo Berlanga: humanista, ácido, de finales agridulces, pegado a la vida. La censura no le dejó rodar uno de los sueños de los habitantes de Villar del Río, y fue esa pieza, en forma de cortometraje, la última que dirigiría el valenciano: El sueño de la maestra, en 2002, con las dos marcas de la casa: el uso de la palabra austrohúngaro y sus planos secuencias.
Después de obras marcadas por el gris de la época -Novio a la vista (1954), Calabuch (1956), Los jueves, milagro (1957)-, el cineasta conoce al guionista Rafael Azcona, látigo dialéctico, y aparece en su cine la incomunicación, la insolidaridad, cierta crueldad y a la vez mayor humanismo: Plácido (1961) y El verdugo (1963) son obras maestras del cine mundial. Ni La boutique (1967) ni ¡Vivan los novios! (1970) estuvieron a la altura. En Francia filmó Tamaño natural (1973), su último trabajo en el franquismo y el primero en el que da rienda suelta a su fascinación por el erotismo. La democracia trae también el Berlanga más coral y político, el de la trilogía de los Leguineche: La escopeta nacional (1977), Patrimonio nacional (1981) y Nacional III (1982). La vaquilla (1985) supuso un triunfo abrumador de crítica y público justo antes de convertirse en 1986 en el primer cineasta que recibía el premio Príncipe de Asturias de las Artes. Su lado más fallero se muestra en Moros y cristianos (1987) y en Todos a la cárcel (1993), con la que consiguió el Goya al mejor director. Su último filme, París-Tombuctú (1999), se cierra con la frase: "Tengo miedo".
El siglo XXI ha sido el de su lento declinar físico, acuciado por su alzhéimer. En 2002 murió su hijo Carlos, y él poco a poco desapareció de la escena pública. A pesar de su fallecimiento, aún queda un último berlanga, el que está confinado en la arqueta 1.034, una caja de seguridad de la Caja de las Letras del Instituto Cervantes. Cerrada el 27 de mayo de 2008, el contenido se desvelará el 12 de junio de 2021, cuando se cumpla el centenario del nacimiento del cineasta.
Medio siglo de trayectoria
En cine
- ¡Bienvenido, Mister Marshall! (1953).
- Esa pareja feliz (1953).
- Novio a la vista (1954).
- Calabuch (1956).
- Los jueves, milagro (1957).
- Plácido (1961).
- El verdugo (1963).
- La boutique (1967).
- ¡Vivan los novios! (1970).
- Tamaño natural (1974).
- La escopeta nacional (1978).
- Patrimonio nacional (1981).
- Nacional III (1982).
- La vaquilla (1985).
- Moros y cristianos (1987).
- Todos a la cárcel (1993).
- París-Tombuctú (1999).
- El sueño de la maestra (cortometraje de 2002).
En teatro
- Dirigió el sainete Tres forasters de Madrid, de Eduard Escalante (1995).
En televisión
- Dirigió la miniserie Blasco Ibáñez (1997).
Otros trabajos y reconocimientos
- Mención Especial del Jurado en Cannes en 1953.
- Director de la Filmoteca Nacional (1979-1982).
- Director de la
colección de novelas eróticas La sonrisa vertical.
- Presidente de honor de la Academia del Cine español.
- Premio Nacional de Cinematografía en 1981.
- Medalla de Oro de Bellas Artes (1983).
- Académico de Bellas Artes de San Fernando desde 1988.
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