_
_
_
_
El gran referente del cine español | Homenaje de sus colegas
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Ácido corrosivo, tierna sonrisa

Me despierta un número largo, de esos que te dan miedo. Me dan miedo porque sé qué significa. Sé que cuando aparece un número muy largo en mi móvil me llaman de una televisión o una radio, y cuando las llamadas se suceden una tras otra, es que algo terrible ha ocurrido. "¿Qué puedes decirme de la muerte de Luis García Berlanga?" La noticia suena como un disparo en mis oídos. "Algo rápido, dos frases". Es para las noticias. La crueldad suele ser muy sincera. Pensar algo con sentido, resumir una vida en dos frases. Surgen en mi cabeza todos los momentos personales vividos junto al Maestro, con mayúsculas, y se me hace un nudo en la garganta. En fracciones de segundo pasan delante de mis ojos imágenes de sus películas, de su obra inabarcable. ¿Me están pidiendo de verdad que resuma a Berlanga en dos frases? ¿Es una broma? ¿Cómo les explico que Berlanga es más importante para mí que Dreyer, que Ford? ¿Cómo les explico que Plácido cambió mi vida? ¿Cómo me puedo acercar, tan sólo aproximar a una idea que refleje la tormenta de imágenes y sentimientos que me están haciendo llorar? "¿Cómo era? Decían que era peculiar". ¿Peculiar? No puedo evitar ofenderme. "Por favor, ¿puedes elegir otra palabra mejor que "peculiar", a la hora de elaborar tu pregunta?". Berlanga metió un puño en mi corazón y lo arrancó de cuajo, mientras con la otra mano me hacía burla. Y yo me reía, y lloraba, en el cineclub de la universidad, y no sabía que esa película, Plácido, me acompañaría en sueños toda la vida. Los rostros de sus actores, Jose Luis López Vázquez, Manuel Alexandre y tantos otros, serían mi familia para siempre. Berlanga y Buñuel son el alma de país cruel que trata a sus genios de "peculiares", el corazón sangriento y negro de un país ingrato que nunca aprenderá a amar a sus hijos lo suficiente, a devolverles el valor incalculable de su aportación artística. Berlanga supo amar y odiar y reír y rodar con la fuerza asombrosa de un hombre libre, pese a la dictadura, a la intransigencia y la supuesta inteligencia de algunos. Berlanga se encuentra en el olimpo de los grandes, no de este país, del mundo entero.

Más información
El cronista feroz apaga la cámara

La mejor película que se ha rodado nunca, El verdugo, define los límites del discurso acerca de la condición humana. Y lo hace con el lenguaje de los dioses, con la Divina Comedia, con el ácido corrosivo de la sonrisa demoníaca y tierna. Nos devuelve la verdad más negra con un abrazo, el negro corazón que nos fue arrebatado se nos entrega envuelto en ternura. Nadie en la historia del cine ha llegado tan lejos en talento y tan cerca de nuestras almas malheridas. Luis Buñuel es el único que puede mirarle frente a frente. Nadie tan grande como Berlanga.

Alex de la Iglesia es presidente de la Academia del Cine.

<b>El inolvidable José Isbert, en uno de los planos más emblemáticos, el sueño del alcalde, de</b><i> ¡Bienvenido, mister Marshall!</i>
El inolvidable José Isbert, en uno de los planos más emblemáticos, el sueño del alcalde, de ¡Bienvenido, mister Marshall!

Babelia

Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_