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Primeros avances para frenar el crudo tras 45 días de catástrofe

BP logra cortar la tubería por la que fluye el derrame en el golfo de México - Obama llama a acelerar la transición del petróleo hacia energías limpias

Yolanda Monge
HEBER LONGÁS / EL PAÍS

Tan acostumbrado está ya el público a recibir noticias desalentadoras sobre los intentos de frenar el vertido de crudo en el golfo de México que el anuncio ayer de que se había avanzado en una de las operaciones parecía no casar con la rutina establecida desde hace siete semanas: fracaso, fracaso, fracaso . BP, la antigua British Petroleum, comunicó a mediodía que había logrado cortar con éxito la tubería subterránea por la que fluye el derrame. Aunque puede que el globo de la ilusión se desinflara al intentar, a última hora de ayer, colocar la caja contenedora que recolectará el crudo para transportarlo a un carguero en la superficie. En todo caso, en BP reinaba cierto optimismo. Su consejero delegado, Tony Hayward, prometió que para final de mes tendría un sistema de sellado total, completamente terminado.

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Tras los problemas registrados con la sierra de diamante remota que se utilizó durante esta última operación, unas tijeras gigantes lograban ayer cortar la tubería. Pero el corte no ha sido todo lo limpio que se esperaba. "El corte ha sido irregular", dijo Thad Allen, comandante de la Guardia Costera al frente de la crisis. Eso podría dificultar las tareas para colocar el embudo gigante.

El mayor desastre ecológico en la historia de Estados Unidos -definido así por la propia Casa Blanca- entraba ayer en su día número 45. Cierto que el corte de la tubería aportaba cierto optimismo. Pero solo cierto. Porque, como ya han advertido los expertos, ahora podría brotar aún más crudo debido a que la superficie de la fuga se ha hecho mayor. El peor de los escenarios sigue siendo posible: que la expulsión de petróleo no se pueda contener hasta agosto, cuando se haya completado la perforación de un nuevo pozo por el que desviar el crudo.

La petrolera no estaba preparada. Así de claro. Lo ha reconocido el presidente de BP, Tony Hayward. "No es injusto decir que no poseíamos los instrumentos necesarios" para combatir la catástrofe, dijo Hayward. Entre 80 y 150 millones de litros de crudo -no hay cifras finales- se han derramado en las aguas del golfo de México desde que el pasado 20 de abril un accidente sin aclarar hundiese una plataforma petrolífera de la compañía británica en el mar. Una catástrofe en la que, además, fallecieron 11 trabajadores.

La posibilidad de detener la fuga con una explosión nuclear se ha comentado en los últimos días. El comandante Allen la descartaba ayer. "Eso no ha sido planteado seriamente". "Antes de considerar esa opción, quedan muchas otras alternativas que probar", finalizó. La idea -al parecer puesta en práctica cinco veces en la antigua Unión Soviética entre 1966 y 1981 para sellar gaseoductos- supone provocar una pequeña explosión nuclear para fundir la roca que rodea al pozo y que tapone el flujo continuo de crudo.

Obama, que anunció ayer que hoy viajaría (por tercera vez) a la zona de la catástrofe, declaró su intención de "acelerar agresivamente" la transición del petróleo hacia energías más limpias y dar un impulso a su lucha contra el cambio climático. "Voy a lograr dotarnos de un futuro con energías limpias siempre que pueda; trabajaré con ambos partidos", dijo en un discurso en la universidad Cernegie Mellon de Pittsburgh. "Lo voy a conseguir", prometió. "La siguiente generación no será rehén de las fuentes de energía heredadas del siglo pasado".

Obama no lo tiene fácil. La ley ambiental que inició su recorrido en la Cámara de Representantes en junio de 2009 se encuentra ahora paralizada en el Senado después de que el único senador republicano que la apoyaba, Lindsey Graham, se retirase del proyecto -antes del inicio del vertido- tras acusar a los demócratas de priorizar la reforma migratoria sobre la reforma energética.

Además, antes de que la Administración demócrata decidiese reinventar el desastre del Golfo para dar un nuevo sentido de urgencia a la lucha contra el cambio climático y la reforma ambiental, los líderes demócratas en el Congreso y la misma Casa Blanca daban marcha atrás el mes pasado en su intención de imponer límites a la emisión de gases contaminantes a centrales energéticas, fábricas y refinerías de crudo.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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