La 'vacuna' contra el tráfico de órganos
Una de las noticias relevantes que nos ha traído el período de presidencia española de la Unión Europea en el campo de la salud ha sido la aprobación en primera lectura de la Directiva Europea de Calidad y Seguridad de Órganos para Trasplante. ¿Qué significa esto para los ciudadanos? ¿Y para los profesionales o las administraciones sanitarias?
Una directiva es el máximo rango de normativa europea: una ley que obliga a los 27 países. Su aprobación supone poner de acuerdo a todos los Estados y al Parlamento Europeo: una tarea que basta mirar el día a día de Bruselas para darse cuenta de la dificultad que implica. Solo un dato: se trata de la primera directiva aprobada por el grupo de Salud Pública desde el ya lejano 2004.
Su implantación debería beneficiar a 500 millones de personas. Cuando la directiva se haya traspuesto a los 27 países de la Unión, se habrá creado el mayor espacio organizativo de donación y trasplantes de todo el mundo, muy superior al que representan los Estados Unidos. El esquema básico supone el establecimiento de:
- Una red de países con autoridades competentes en materia de donación y trasplante.
- Unos estándares europeos de calidad y seguridad para los órganos.
- Sistemas de trazabilidad.
- Comunicación de efectos o reacciones adversas.
- El establecimiento de un marco general de calidad con la descripción de procesos, estructuras, personal y procesos.
- Unos datos mínimos en cada donación para facilitar los intercambios de órganos.
El funcionamiento de estas autoridades competentes en todos los países, similares en su concepción y funciones a la Organización Nacional de Trasplantes española, permitirá conocer el origen y el destino de cada órgano y su distribución adecuada y equitativa. Ello va a constituir la mejor vacuna contra la comercialización y el tráfico de órganos, verdadera lacra de la humanidad en el siglo XXI.
Las enmiendas del Parlamento Europeo han hecho un especial hincapié en la protección del donante, en los valores del altruismo como centro de la donación y en la eliminación de todo tipo de comercialización: unos valores importantísimos y en la misma base de la Unión Europea.
La directiva va unida a un Plan de Acción cuyo objetivo es elevar progresivamente los índices de donación hasta cifras españolas. Ello significaría duplicar las donaciones en Europa y trasplantar cada año más de 20.000 enfermos adicionales a los que ahora se efectúan.
Para cualquier conocedor del sistema español de trasplantes, lo aquí expuesto le resultará muy familiar. No es en absoluto casual. Hemos conseguido una directiva muy flexible, que junto con el Plan de Acción va a representar la extensión de los principios organizativos que tan buenos resultados llevan dando en nuestro país durante los últimos 20 años.
Rafael Matesanz es director de la Organización Nacional de Trasplantes.
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