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Carter reafirma su interés por los derechos humanos

«Hola, soy Jimmy Carter. Bienvenido a este país, señor Bukovsky.» El presidente norteamericano recibió con estas palabras, el pasado martes en la Casa Blanca, al disidente soviético Viadimir Bukovsky, según un testigo presencial.

Carter conversó unos diez minutos con Bukovsky, que previamente se había entrevistado con el vicepresidente Walter Mondale.Pese a lo cordial del encuentro y a la gran significación política del. mismo, no se permitió a los reporteros gráficos tomar imágenes de la entrevista entre el presidente y Bukovsky, aunque sí de la conversación entre este último y Mondale. Esta prohibición se interpretó como un deseo de la Administración norteamericana de no cargar demasiado las tintas en un acto que el Kremlin considera poco menos que una provocación, dadas sus acusaciones de «criminal» y «terrorista» contra Bukovsky.

El presidente Carter aseguró al disidente soviético que su preocupación por el respeto a los derechos humanos en el mundo era «permanente», y expresó su intención de «no ser tímido en mis posiciones y declaraciones públicas».

Mientras los dos altos funcionarios norteamericanos tuvieron cuidado de no hacer referencias concretas al régimen soviético, e incluso se dio prioridad en el protagonismo de la entrevista al vicepresidente (que conversó veinte minutos con Bukovsky) y no a Jimmy Carter, el disidente soviético aprovechó para manifestar que «comprendo el alto honor de que soy objeto al ser recibido en la Casa Blanca y comprendo que haciendo esto su Administración, muestra su respeto por el movimiento que represento y por las ideas que defendernos».

Según el portavoz oficial del vicepresidente, la conversación entre Mondale y Bukovsky versó exclusivamente sobre el tema de los derechos humanos. Mondale dijo haber leído la descripción de los campos de internamiento soviéticos hecha en la novela Archipiélago Gulag por el también disidente Alexander Solzhenitsyn, y preguntó a Bukovsky cómo se mantenía su movimiento. «Nos sostiene la confianza, nuestra fe en el futuro, en nuestro pueblo y en los valores humanos que propugnamos», respondió Bukovsky.

El disidente soviético, que reiteró sus peticiones de un mayor criticismo occidental al régimen de Moscú, dijo que el físico Andrei Sajarov mantenía idéntica opinión que él y aseguró tajantemente que los dirigentes del Kremlin no tenían la menor intención de cumplir los aspectos relacionados con los derechos humanos del acta final de Helsinki, firmada por la URSS y otros 34 países en 1975.

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