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¿Y qué hace Gabo?

Juan Cruz

Está en Cartagena de Indias, donde se celebra el Hay, pero ¿qué hace Gabo?, se pregunta la gente que anda por aquí. La ciudad hierve de escritores, ¿y qué hace su escritor? Por ejemplo, anoche escuchaba música negra en un antrito muy especial, el Basurto Social Club, más allá de la muralla.

Como dice su amigo Plinio Apuleyo Mendoza en la entrevista más célebre que se le hizo a García Márquez antes de que fuera Nobel, "en Cartagena, una vieja ciudad de balcones y estrechas calles coloniales encerrada en soberbias murallas", este descendiente de telegrafista de Aracataca (a cinco horas de aquí) "encontró de nuevo la luz y el calor del Caribe", y aquí vuelve, con Mercedes Barcha, su mujer, cuando en México le muerde el invierno.

Ahora va a regresar al Distrito Federal, pero ha descubierto este lugar y allá estuvo, escuchando, como en los viejos tiempos, los ritmos negros. Dice Mendoza en ese libro, El olor de la guayaba: "Descendiente de andaluces, de negros y arrogantes indios caribes, el costeño es abierto, alegre, ajeno a todo dramatismo y sin ninguna reverencia por jerarquías y protocolos". El Basurto Social Club acoge en este tiempo aquella definición del costeño que es García Márquez, y a ese calor se acerca Gabo, a un grupo de negros de San Basilio de Palenque que tocan ritmos africanos tal como los fabricó la historia.

Lo importante es el ritmo, y en medio de aquellos tambores el Nobel se quita de encima como puede a los cazadores de fotos y de entrevistas. Un francés le preguntó si podía hablarle en este idioma, y en francés le respondió Gabo que no sabía ni una papa de esa lengua en la que se crió cuando más frío hacía en su vida, en el París de su pobreza.

Estaba allí, en el Basurto, con su mujer, con sus amigos caribes, con el periodista Roberto Pombo, y con Almudena Grandes y con Luis García Montero. Antes de llegar estuvimos ojeando con él aquel libro de Plinio, en el que Gabo dice (es 1982) que está "enganchado a la máquina eléctrica". "¡Lo que ha llovido! ¡A ver si tengo que leer ese libro de nuevo!". Él fue uno de los primeros escritores que exhibió su pasión por los ordenadores.

¿Y ahora? Alguna vez ha dicho que el silencio es también una forma de escribir. Pues ahí estaba, en silencio, escuchando el ensordecedor ritmo de África, que es también la música del calor y del Caribe.

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