Pisco 'sour' al pie de los Andes
Un Santiago de Chile renovado, con espacios para la música y el arte, espera al viajero. Con visitas al museo precolombino y al mercado central. Más un homenaje a la poeta Gabriela Mistral
No es una ciudad del todo caminable, por extensa y a tramos descoyuntada, pero ahora que allí es verano, yo sugiero una pequeña guía del paseante de Santiago de Chile. En primer lugar es aconsejable alojarse en el llamado centro histórico, que no todos los santiaguinos recomiendan al atardecer. A mí no me pareció ni lúgubre ni inseguro, mientras que, durante mi estancia de una semana, la alto-burguesa y vigilada zona residencial de Las Condes sufrió el atraco armado a una joyería de lujo y un atentado anarquista en un hotel de cinco estrellas.
Santiago no es deslumbrantemente hermosa ni tiene grandes museos al modo de Buenos Aires o São Paulo, por citar capitales de su hemisferio, pero, entre otras virtudes (sus librerías son, también, excelentes, y muy numerosas), le saca un gran partido estético a sus desniveles de terreno, además de proporcionar al viajero aéreo -si vuela en días claros- la imagen portentosa de los Andes como una corona rugosa y esbelta encima de valles pelados que poco a poco se hacen más fértiles hasta llegar al marco de rascacielos del noreste de la capital.
Pero dejemos los altos picos de nieve casi perpetua y volvamos a las colinas; a pocos cientos de metros de la zona política, comercial y bancaria que se extiende por los aledaños de las céntricas plazas de la Constitución y de Armas, y dando un paseo, el viajero puede acceder al cerro de Santa Lucía, un peñasco que en el siglo XIX fue embellecido por el alcalde Vicuña con pabellones clásicos, fuentes, parterres y sendas boscosas, y hoy constituye uno de los reductos preferidos de los habitantes de la ciudad, en especial de las parejas de novios. La vista que se divisa desde su punto más alto, la Torre Mirador, no es tan espectacular como la ofrecida por el más lejano cerro de San Cristóbal (que tiene teleférico y funicular), pero, a cambio, sus dimensiones y rincones resultan más deliciosos y humanos.
Alrededor de Santa Lucía está el barrio de Lastarria, lleno de restaurantes muy agradables, y con un pequeño Museo de Artes Visuales, donde lo más destacado es el mural cerámico del exterior, obra tardía del gran pintor nacional (aunque viviese muy poco en Chile) Roberto Matta; de él puede verse una buena selección de grandes cuadros del periodo puramente surrealista en el Museo Nacional de Bellas Artes, una grandiosa mole de estilo francés decimonónico, que es el preponderante en los edificios institucionales de Santiago. Más al norte, pasando el parque Forestal y la línea del macilento río Mapocho, está otro de los bonitos barrios céntricos, el de Bella Vista, con viviendas bajas pintadas de colores vistosos (la mayoría ocupadas ahora por locales de gastronomía y ocio), y La Chascona, una de las mansiones que Pablo Neruda poseyó. Aunque es la más urbana de todas, en comparación con las que habitaba en Isla Negra y Valparaíso, La Chascona también cuenta con el bric-à-brac marino tan querido (y coleccionado) por el poeta.
El museo de las cartas
Si el paseo lo hacemos hacia el sur de la larguísima avenida O'Higgins, nos espera la parte más monumental de la ciudad, en torno a la plaza de Armas, con la más bien feota catedral, de una grandilocuencia desprovista de gracia o mérito artístico. Airosa y hasta noble, a su lado, es la sede central de Correos, donde hay además un encantador Museo Postal que no sólo los pocos adeptos que quedan a escribir y mandar cartas apreciarán. Devastada sucesivamente por los terremotos, apenas nada queda en Santiago de la arquitectura colonial; la Casa Colorada, hoy abierta como oficina turística y Museo de la Ciudad, es una excepción que no pasa de llamativa. Es excelente, por el contrario, el Museo Colonial de San Francisco, junto a la desfigurada iglesia del mismo nombre. Albergado en torno al claustro del convento, el museo tiene una buena colección de pintura sacra local, muy influida por la escuela barroca andaluza, y, como curiosidades, un pollo suelto por el jardín, mascota de los empleados, y un santuario dedicado a Gabriela Mistral, con reliquias y documentos acreditativos de su Nobel de Literatura. Acabada la visita es inexcusable recorrer el llamado barrio París-Londres, que arranca al norte de la plaza de San Francisco y ofrece, en el reducido perímetro donde confluyen esas dos calles, Londres y París, un estupendo conjunto de palacetes de estilo ecléctico asombrosamente respetados.
Muy cerca de la segunda gran plaza del centro, la de la Constitución, se halla el otro museo altamente recomendable de Santiago, el de Arte Precolombino, donde se ofrecen ejemplos de escultura y cerámica provenientes no sólo de la aborigen Chile (son impresionantes los atavíos funerarios de los indios mapuches), sino también de Perú y México. El paseante con memoria histórica puede visitar el interior del palacio presidencial de la Moneda, reconstruido fielmente tras el bombardeo de los militares golpistas en septiembre de 1973.
En el mercado central aún se vende en los puestos, sobre todo frutas, pero la mayor parte de su espacio lo ocupan los restaurantes populares de pescado y marisco, especializados en los inmensos erizos de mar, las ostras y los diferentes ceviches. Está mal visto que uno empiece a comer sin beber un pisco sour, el cóctel peruano que los chilenos dicen haber inventado antes. Casi frente por frente, y con una estructura de hierro traída de Francia, la estación Mapocho ya no acoge trenes, sino un público ávido de asistir en sus reconvertidas instalaciones a conciertos, exposiciones y conferencias.
» Vicente Molina Foix es autor del libro de cuentos Con tal de no morir (Anagrama).
Guía
Cómo ir
» Iberia (902 400 500; www.iberia.com) vuela a Santiago de Chile, ida y vuelta, a partir de 939 euros, precio final.
» Lan Chile (www.lan.com) vuela a Santiago desde Madrid, ida y vuelta, a partir de 930 euros, precio final.
Información
» Museo Nacional de Bellas Artes (www.dibam.cl). Parque Forestal, s/n. Santiago de Chile. Abre de martes a domingo, desde las 10.00 hasta las 18.50.
» Turismo de Santiago de Chile (www.municipalidaddesantiago.cl/turismo; 0056 26 32 77 83).
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