El patio de mi casa...se quedó atrás
Ven, pasa por aquí, por el callejón, a este cuarto de esta casa de la Calle 74 del barrio de la Estrella, en Ciudad Bolívar, que aquí es donde vivo con mi mamá y mi hermano Santiago, de 12 años. Yo me llamo Sebastián, tengo 14. Aquí dentro, la zona de paredes desconchadas pintada de rosa con cuadros de ángeles, ¿ves?, es la común: hay lavadero y váter, y cocinamos acá. Lo tenemos arrendado, y ésta es mi mamá, que se llama Aura Alonso, y aquí dormimos los tres, que Sergio, mi otro hermano de 13, convive con mi hermana mayor, tan guapa, mira la foto, tiene 28 y vive con su marido cerca, porque no cabemos. Esta estancia es muy chica, era antes local de comercio, sin ventanas, y mi mamá viene ahora de intentar solucionar recibos pendientes de pago, que no nos alcanza. Trabaja de asistenta cuando hay, y nosotros almorzamos en el comedor social al lado del colegio Estrella del Sur...
Artículo 39 de la Convención sobre los Derechos del Niño
Es obligación del Estado tomar las medidas apropiadas para que los niños y niñas víctimas de tortura, de conflictos armados, de abandono, de malos tratos o de explotación reciban un tratamiento apropiado que garantice su recuperación física y psicológica y su reintegración social.
Tenemos la tele, sí, ahí en medio de las camas, lo único, pero no la vemos mucho, no, lo que más, escuchamos música; es chévere el reguetón y aquí se baila mucho el choque, que es un baile morboso, la chica contra la pared y tú te mueves por detrás con tus cosas, les gusta a ellas, porque bailan con uno. Me gustan también los helados de guanabana y los arequipes y el fútbol... Sí, por aquí matan mucho, que el otro sábado a la noche corría la sangre por la calle, varios muertos... Pasa de todo en las ollas, el lugar donde venden droga, todas, mucho crack, que dicen estropea la personalidad, te hace materia desechable, aquí se mata por dinero ¿sabes? Y si uno lo consigue una vez fácil, después ya está, hay otras... A un familiar de mi amigo Camilo Quevedo también lo mataron... Camilo vive con su abuela Ana Silvia, porque su mamá lo abandonó cuando tenía año y medio y aún anda borracha y de su padre ni conoce ni sabe. Como nada tienen, salvo lo que da la chatarra y carne que cocinan, y viven muchos en la misma casa y en el sótano, Camilo trabaja cobrando en el bus por la tarde, en el norte. Va tras estudiar, que no se le da, veras que él no sabe ni lo que es una novela... Nosotros tuvimos siempre escuela y no, no trabajamos, pero queremos ayudar y vamos a ayudar. No nos queremos estropear, hay que seleccionar bien acá las compañías, que te van a influenciar... Ciudad Bolívar es de las zonas más calientes de Bogotá, por eso ustedes vienen con la protección policial, porque aquí con cámaras a la vista, no tardarían nada los chinos, los camines, en actuar... Y dicen que tengo gancho de artista. En un proyecto de la ONG Ceda Vida -que se llama así por dar esperanza y buscar salidas a los desplazados, que a mí me priorizaron, dicen, por víctima de desplazamiento forzado desde Villavicencio, por vulnerable-, me enseñaron a grabar, a locutar radio, hice The one minute junior Colombia. Me gustó, se me dio bien, igual que dibujar se me da.
Libertad y paz te lo voy a escribir como en un cómic, así. Es casual que todos los hermanos nos llamemos con ese... Lo eligió mi papá, pero él ya no está. Lo desaparecieron los paramilitares, dice mamá, aunque otros aseguran que era guerrillero y se quiso quitar y no le dejaron, y ellos entonces le marcharon de verdad... No sé, nosotros hubimos de salir huyendo; llegamos aquí porque aquí vivía mi hermana. Hace cuatro años ya. Una eternidad. Y aún vienen muchos cada día y se construyen casas una sobre otra por las colinas... ¿Ves el cartel? "No compre ni construya en este sector. Proteja su vida y la de su familia". Mi madre cargada con tres niños chicos llegó; a veces trabaja, otras no... Lo que salga, hace. Pero aquí cerca, que no hay pesos para busetas. Sergio quiere ser mecánico electricista, que es negocio... Y yo, artista. ¿Si fuera un superhéroe qué poder tendría? Volar, para ver el mundo desde arriba, y ayudaría a cambiarlo; le compraría una finca a mamá. Sería bacano [guay] cultivar, tener vaca y gallinas... Es su sueño, regresar. Que sus hijos vivan distinto, sin tanta violencia, tan expuestos... Que aquí sales y te atracan por todo, por discriminación: por el acento saben que no eres de acá. Por cualquier cosa, juguetes, lápices, ropa, lo que crean de valor. Sería bacano regresar, que allá íbamos a nadar y todo. Montabas en bicicleta, la dejabas y nadie la tocaba; la puerta de casa andaba siempre abierta... Lo recuerdo, mira, nuestro sofá del salón, míranos qué niños éramos... Aquí, en Ciudad Bolívar, hasta las tiendas de golosinas tienen rejas. Ven, que te lo voy a mostrar. P Lola Huete Machado
Violencia
En la última década, las guerras se han cobrado la vida de más de dos millones de niños y niñas. En 87 países, los menores viven rodeados por 60 millones de minas terrestres. Colombia. Es el primer país en la lista de víctimas de minas y uno de los pocos donde aún se instalan; matan al menos a tres personas al día. Unos tres millones de personas (el 75%, mujeres y niños) han sido obligados en los últimos tres lustros a abandonar sus casas en zonas internas.
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