Tarantino cumple objetivos
Asegura Quentin Tarantino (Knoxville, 1963) que la vida no le ha cambiado, que sigue siendo el mismo que hace 15 años se paseaba por Donostia con bolsas de plástico en la mano y aplaudía, en las proyecciones de Pulp fiction, sus mejores chistes. "Lo único es que he ido cumpliendo objetivos". Vitales y cinematográficos. Vista la rueda de prensa de ayer, multitudinaria, jaleosa, en la que él y Brad Pitt (Shawnee, 1963) sólo respondieron a 16 preguntas (algunas hechas, por ejemplo, por un periodista de los Países Bajos con un consolador en la mano o por una reportera de televisión española vestida de La Novia, el personaje de Uma Thurman en Kill Bill), su humor no ha cambiado. "Para Quentin, ir al plató es como ir a misa. Allí no se pueden cometer sacrilegios. Por eso intenta que te avergüences si haces algo mal", comentó ayer Brad Pitt en la presentación en San Sebastián de Malditos bastardos.
Y la vergüenza la proporcionaba Tarantino de una manera directa: a cada miembro del equipo que se dormía le hacía una foto... con un consolador -"el gran Jerry", le bautizó el director- a su lado. El resto fueron alabanzas mutuas por su talento creativo, los acentos... Para Pitt -que podría haber sido un perfecto premio Donostia si no fuera porque no le gustan los galardones a una carrera (aún le queda cuerda)- "los guiones de Quentin, como los de los hermanos Coen, son perfectos, no se puede cambiar ni una coma. Todo está ya escrito". Tarantino devolvió el cumplido comentando que el periódico de su ciudad natal (en el estado sureño de Tennessee) alaba el acento de Brad Pitt. "Lo decían en la crítica, y es un gran halago". Sin embargo, el teniente Aldo Raine que encarna Pitt no es un álter ego del director, a pesar de su mismo origen geográfico y de compartir sangre india: "Ojalá yo fuera tan cool como Aldo".
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