Campus excelentes
Los nuevos centros no deben ser demasiado numerosos si se quiere evitar la mediocridad
Las universidades españolas no ocupan puestos de privilegio en las clasificaciones internacionales de calidad. Salvo líneas de enseñanza o investigación muy específicas de notable nivel, los resultados globales de nuestras universidades, atendiendo a las facetas de docencia, investigación e innovación, ni siquiera están a la altura que les correspondería atendiendo a nuestros parámetros económicos y sociales.
De ahí que uno de los objetivos de los ministerios de Educación y Ciencia e Innovación sea impulsar la creación de un cierto número de campus universitarios para que puedan a llegar a competir en la escena internacional. Ése es el propósito de la nueva convocatoria de Campus de Excelencia Internacional (CEI) que acaba de lanzarse. Se trata de crear nuevos centros de investigación o incorporar otros procedentes de organismos de investigación, públicos o privados, así como desarrollar una potente línea de innovación en colaboración con empresas, incluyendo la creación de nuevas compañías, y rediseñar los campus con más facilidades y con una concepción más sostenible.
Pero el desafío que supone convertir algunas universidades en CEI presenta considerables dificultades debido a las inercias y las limitaciones de nuestro sistema universitario. Su relación con el mundo empresarial es escasa en comparación con las mejores competidoras internacionales, a pesar de que una de las líneas de acción de las movilizaciones anti-Bolonia sea precisamente reducirla todavía más o minimizarla en el futuro. La falta de correspondencia entre recursos y el resultado de las evaluaciones de desempeño es otro obstáculo.
La creación de un CEI requiere arriesgarse a apostar por ciertas líneas y actividades, especializarse en campos en los que pueda tenerse una cierta presencia internacional y abandonar la política del café para todos que conduce a la mediocridad general. Y no es razonable pensar que hoy España pueda llegar a constituir un número elevado de CEI. Será preciso optar entre las distintas propuestas y volcarse en un número reducido de proyectos para que alguno de ellos pueda llegar a cuajar. La tendencia homogeneizadora y de reparto entre comunidades autónomas puede comprometer un proyecto positivo e imprescindible si se pretende cambiar en profundidad, para mejor, el modelo universitario.
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