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Oteiza-Basterretxea-Vallet

Sólo leer esta triple nomenclatura revoluciona a cualquiera interesado en nuestro arte y arquitectura más cercanos. A finales del año pasado, recibimos con satisfacción la noticia desde el Ayuntamiento de Irún. La casa que Jorge Oteiza, Néstor Basterretxea y Luis Vallet conjuraron entre ellos en la Avenida de Iparralde va a ser recuperada. Toda una larga polémica en cuanto a su autoría, unida al mal estado que presenta, nos hizo pensar siempre en su demolición, tal y como criticamos en la revista Bidasoan hace dos años. Sin embargo, en los últimos meses, se han tapiado ventanas y puertas, para evitar el acceso de intrusos desvalijadores que no hacían sino deteriorar, más si cabe, la estructura interior del inmueble.

Es un espacio dentro de un espacio único, una arquitectura singular
Oteiza disfrutaría en su casa con un centro de interpretación para el arte vasco

Se trata de un espacio dentro de un espacio único. Una arquitectura singular, en la que Luis Vallet supo digerir las pretensiones racionalistas de los dos artistas. Un lugar lleno de buenos proyectos, que debe homenajear a sus tres inspiradores. Seguramente, a Jorge Oteiza, le hubiera gustado experimentar muchos procesos en el que fuera su lugar de residencia. Allí donde redactó su Quosque tandem...!, le agradaría un representativo centro documental y biblioteca de arte contemporáneo. El taller en el que dio por finalizado su proceso escultórico, quizá ahora le fuera sugerente con un instituto para la creación y difusión de artistas plásticos. En la fragua del grupo Gaur, un espacio donde se ejerza el análisis y puesta en escena de los movimientos creativos contemporáneos. Además, seguro que Oteiza disfrutaría en su casa con un centro de interpretación para el arte vasco contemporáneo, sin olvidarse, por supuesto, de una zona expositiva en el que se recreen aquellos aspectos fundamentales de la vida artística y cotidiana del autodenominado "animal fronterizo".

Se trata, también, de un lugar para Luis Vallet Montano, el arquitecto que en septiembre de 1956 firmó los planos de esta vivienda y que, sin duda, es el mayor olvidado en todo el proceso de la recuperación de la casa. Un lugar en el que se refleje el buen hacer, la obra y la trayectoria, de uno de los miembros del GATEPAC, (Grupo de Artistas y Técnicos Españoles para el Progreso de la Arquitectura), depurado de su ejercicio profesional en 1940, tras la Guerra Civil. Donde los jóvenes arquitectos, tengan su espacio de estudio, método de enseñanza, aprendizaje del proyecto e intercambio de criterios. Desde donde puedan desarrollar sus ilusiones más inmediatas y hacer más asequible la arquitectura para el camino de la enseñanza y del conocimiento. Un homenaje para el arquitecto que, sin duda, encabezó el proyecto constructivo de la famosa casa.

En el espacio en el que vivió y trabajó Basterretxea, todavía se está a tiempo. Nadie mejor que él nos puede guiar. Los años han esparcido numerosas cuestiones en torno al edificio, pero sería realmente emotivo tener una nueva oportunidad de verle disfrutar en el interior de la que fuera su casa. Sentirse, de nuevo, vecino de Jorge Oteiza. Valdría la pena. Aprovechemos la oportunidad de este lugar mágico, sueño de líneas, conjunto espacial inigualable.

Fernando García Nieto es máster en Artes Plásticas Contemporáneas.

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