Obama siembra la semilla de la reconciliación con Cuba y Venezuela
La V Cumbre de las Américas concluye con la promesa de Estados Unidos de respetar a todos los países por encima de las diferencias políticas
La V Cumbre de las Américas concluyó ayer en la capital de Trinidad y Tobago con la reconciliación formal entre Estados Unidos y todos sus rivales en la región, incluido Venezuela, de los que Barack Obama dijo que no representan una amenaza para los intereses estadounidenses, y a los que prometió respeto, por encima de sus diferencias ideológicas. Al mismo tiempo, para el conjunto de América Latina, el presidente de EE UU declaró terminado el tiempo en que Washington se limitaba al uso de su poder militar.
La cumbre acabó con una declaración final con distintos compromisos en materia energética, medioambiental y de inmigración, que Venezuela y cuatro de sus socios de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) se negaron a firmar por no incluir una condena expresa del embargo de EE UU a Cuba.
El presidente dice que la libertad en Cuba "no puede dejarse al margen"
Pero ese dato, anticipado desde hacía días, no empaña en absoluto el valor de la cumbre en cuanto a posible punto de partida para una nueva era en las relaciones continentales, una era "en la que no hay socios pequeños y socios grandes, sino socios en igualdad de condiciones", tal como dijo ayer Obama en una conferencia de prensa. No hubo acuerdos concretos en ese sentido. Como ocurrió en la reciente gira de Obama por Europa, su presencia en esta reunión ha servido más bien para sembrar una semilla que todavía no se sabe si dará fruto. Gran parte de ello depende de la respuesta que la nueva política estadounidense encuentre en los países latinoamericanos.
En Cuba, en primer lugar. El presidente de EE UU recordó que "el pueblo cubano no es libre y ése es nuestro norte", pero confió en que su oferta de diálogo hecha en esta cumbre sea seguida "con otras iniciativas que permitan explorar si se pueden obtener progresos".
Obama insistió en que "asuntos como los presos políticos, la libertad de prensa o la democracia no son temas que pueden dejarse al margen". Pero añadió que hay otras cosas que el Gobierno de La Habana puede hacer para mostrar su buena voluntad, como eliminar los obstáculos legales a sus ciudadanos para la recepción de remesas de sus familiares en el exterior. Valoró como un paso positivo la reciente declaración del presidente cubano, Raúl Castro, en la que se mostró dispuesto a conversar sobre cualquier problema, aunque advirtió que ahora hay que transformar esas intenciones en acciones y que "los hechos valen más que las palabras".
Quizá tan importante como todo eso, Obama, en un insólito reconocimiento, puso la labor de los médicos cubanos en el Caribe, el mayor orgullo de la revolución castrista, como un ejemplo del que Estados Unidos tiene que aprender. "Ése es un ejemplo de vías de interacción con los pueblos de la región que también pueden resultar beneficiosas para los intereses estadounidenses... El poder militar es sólo una parte de nuestro poder, que tenemos que complementar con más iniciativas diplomáticas y de carácter humanitario", manifestó el presidente de EE UU.
Obama defendió su acercamiento en esta cumbre a rivales de furioso verbo antiestadounidense como los presidentes de Venezuela, Hugo Chávez, de Nicaragua, Daniel Ortega, y de Bolivia, Evo Morales. "Tenemos muchas diferencias respecto a muchos temas, pero en la medida en que podamos ser respetuosos de las reglas democráticas, podemos encontrar lo que tenemos en común", defendió.
Respecto a Morales, tuvo incluso palabras de reconocimiento como "el primer indígena que accede al poder en un país de mayoría indígena". Obama garantizó al presidente boliviano, que horas antes había acusado a Estados Unidos de estar detrás de un intento de asesinarle, que su Administración jamás intentará derrocar a un dirigente que no le satisfaga y que será respetuosa "con todos los Gobiernos elegidos, aunque no esté de acuerdo con ellos". El presidente estadounidense admitió sus diferencias con Chávez, "que se ha referido de forma encendida a Estados Unidos y se ha entrometido en los asuntos de otros países de forma preocupante". Pero recordó que se trata de un país con un presupuesto militar infinitamente inferior al norteamericano, "que difícilmente puede representar una amenaza para los intereses estratégicos de Estados Unidos".
Obama estimó que esta cumbre era la oportunidad de cambiar la visión que Estados Unidos tiene de sus vecinos del sur. Aseguró que, en su mejor versión, su país representa "los mejores valores e ideales". "Pero hay que aceptar", dijo, "que otros tienen diferentes culturas y otros valores" con los que se puede convivir. "Otros países tienen buenas ideas también, y tenemos que escucharles", afirmó.
Se cierra así una cumbre parca en resultados específicos y repleta de apretones de manos y buenas intenciones. Ya es un logro, si se recuerda el enfrentamiento con el que concluyó hace cuatro años la cumbre de Mar del Plata. Pero se borrará rápidamente de la memoria si no se producen progresos reconocibles pronto. Como ocurrió tras su gira europea, Obama pisa un terreno peligroso, una política exterior "blanda" con la que corre el riesgo de ser criticado en su país por poner en peligro los intereses nacionales, una política que, sin embargo, él defendió ayer como la más adecuada en estos momentos para resucitar el liderazgo estadounidense.
Una declaración aprobada con reservas
- Firma única. La declaración final fue firmada únicamente por el primer ministro de Trinidad y Tobago, Patrick Manning, en nombre de todos los participantes. No hubo vetos, pero sí reservas de Gobiernos como los de Venezuela, Bolivia, Brasil y Argentina
- Solidaridad con Cuba. Los países de la Alternativa Bolivariana para las Américas (ALBA) -Bolivia, Venezuela, Honduras, Nicaragua y Dominica- expusieron sus reservas en solidaridad con La Habana, así como por la falta de soluciones en el texto a la crisis económica
- Energía y seguridad. Los dirigentes se comprometen a trabajar juntos para hacer frente a los retos que el continente afrontará en materia económica, de energía y seguridad
- Lucha contra la pobreza. La declaración menciona la necesidad de desarrollar "políticas y programas de protección
e inclusión social que den prioridad a las personas que viven en condiciones de pobreza"
- Soberanía y recursos propios. Los participantes reafirman "el derecho soberano de cada país a la conservación, desarrollo y uso sostenible de sus propios recursos" y se comprometen con "sistemas de energía más limpios, asequibles y sostenibles"
- Tráfico de drogas. Los líderes se comprometen a cooperar contra "todos los aspectos del problema mundial de las drogas"
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