Arranca la batalla eléctrica suramericana
Paraguay exige a Brasil una mayor compensación por la electricidad que produce la presa de Itaipú - La pugna cuestiona el papel brasileño como potencia regional
El nuevo Paraguay del ex obispo Fernando Lugo está dispuesto a dar un fuerte golpe en el tablero energético suramericano. Tras la nacionalización y renegociación de las tarifas del gas y el petróleo del presidente Evo Morales en Bolivia, el dirigente paraguayo pretende añadir unos 800 millones de dólares anuales al PIB del país -un 8% del total- vendiendo libremente en el mercado brasileño toda la electricidad que no necesita. La jugada de Asunción es el primer gran acto de soberanía paraguaya desde la guerra del Chaco en los treinta y supone una ruptura con los tratados de aprovechamiento de los recursos de la cuenca del Plata firmados durante las dictaduras de los sesenta y setenta. Es también un trago muy amargo para Brasil, que debe decidir qué clase de relación quiere tener con sus vecinos en su papel de potencia regional: ¿quiere tener socios o un grupo de países satélites sometidos a sus dictados?, se preguntan en Asunción, en Quito o en La Paz.
Brasilia se lleva el 95% de la producción de la central de Itaipú
La reclamación de Asunción se suma a la de Ecuador por la deuda externa
La reunión que los paraguayos y brasileños celebrarán el próximo jueves en las oficinas de la presa dará pistas sobre la política regional del presidente brasileño, Lula da Silva. De momento, en plena crisis económica mundial, Brasilia es reacia a revisar los acuerdos que pueden acarrear una subida de las tarifas eléctricas o a permitir que una empresa paraguaya entre en su mercado, donde es la compañía pública Eletrobras la que comercializa la energía eléctrica que le corresponde a Paraguay de la producción de la presa de Itaipú, cuya creación se selló en 1973.
La central hidroeléctrica es la mayor del mundo. Produce 95.000 gigavatios al año que se reparten mitad y mitad entre Brasil y Paraguay. Como los paraguayos sólo necesitan el 5% del total, el porcentaje restante de su mitad se lo venden a los brasileños. Para Brasil, lo que recibe de Itaipú, de su parte y la del vecino, representa el 20% de toda la energía que consume.
"Nos pagan una media de 45 dólares por megavatio de la energía que les cedemos", explica por teléfono Carlos Balmelli, el director paraguayo de Itaipú. "Eletrobras a su vez lo vende al menos a 52 dólares ¿Por qué no podemos los paraguayos vender directamente en el mercado brasileño a ese precio? Se supone que todos formamos parte del Mercosur, que nos tenemos que tratar con equidad", explica. Para la diplomacia brasileña, según fuentes del Ministerio de Exteriores los tratados están para cumplirse tal y como se firmaron.
Las mismas fuentes señalan que Paraguay no puede decir que no hay buena voluntad de Brasil y recuerdan que Lula apoyó a Lugo cuando quiso hacer más transparente la gestión de Itaipú y también cuando Asunción reclamó igualdad en la gestión técnica y financiera de la presa (hasta hace poco el jefe en ambas áreas siempre era brasileño). Balmelli reconoce el apoyo de Brasilia para lograr que las cuentas de Itaipú pudieran ser revisadas por auditores públicos. "Itaipú siempre ha sido un antro de corrupción. Ha sido la caja chica del Partido Colorado [que gobernó durante los últimos 61 años y fue partido único durante la dictadura de Alfredo Stroessner]", dice Balmelli, que llegó a su cargo hace apenas medio año de la mano del presidente (y ex obispo) Lugo.
El desafío del presidente paraguayo a Lula se suma al que Brasil ya capeó con Bolivia por la revisión de las tarifas del crudo y el gas y al que aún no ha resuelto con Ecuador: la pugna por una deuda que el país andino contrajo con el Banco Nacional de Desarrollo (BNDES) brasileño para la construcción de una central hidroeléctrica.
Paraguay parece querer imitar a Ecuador. Recientemente, Lugo puso en duda la legitimidad de la deuda exterior de Paraguay, en particular la que mantiene con Brasil por la construcción de Itaipú, y anunció que estudiará "exhaustivamente" la posibilidad de impugnarla: "Si bien la deuda del país no es tan alta, creemos que muchas de nuestras deudas ya fueron pagadas", dijo el presidente paraguayo. Los países suramericanos deben 1.600 millones de dólares en préstamos al BNDES. Argentina es el mayor deudor, seguida de Ecuador, Chile, Venezuela, Paraguay, Uruguay y Bolivia.
En el fondo de los roces con Paraguay o Ecuador subyace el papel de Brasil como potencia regional. Paraguay aduce que si no cede a sus reclamos, Lula no tendrá socios en pie de igualdad sino países satélites, y tal situación contradice el discurso brasileño en favor de la integración y del multilateralismo. "Brasil ha inventado Suramérica. Ahora Lula debe demostrar que cree en ese concepto", dice Balmelli. "De lo que decida Brasil dependerá que nosotros podamos producir electricidad en los ríos interiores, llevar la energía a Itaipú y desde allí exportarla a Argentina y Uruguay. Eso sería un mercado energético integrado".
Yacyretá es el otro objetivo
Paraguay comparte Itaipú (piedra que suena) con Brasil, y con Argentina, Yacyretá (tierra de la luna). Esta segunda presa hidroeléctrica es en tamaño y capacidad de producción un cuarto de la primera. También en este caso, Argentina se lleva el 95% de la electricidad generada a medias con Paraguay, así que si Asunción logra mayores ganancias con la venta de su electricidad a Brasilia buscará lo mismo de Buenos Aires.
El problema es que si Itaipú tiene fama de ser un antro de corrupción, Yacyretá es un "monumento a la corrupción", como llegó a definirla el ex presidente Carlos Menem. El proyecto que Paraguay comparte con Argentina no es tan viable como el que tiene con Brasil. Yacyretá arrastra una deuda de alrededor de 12.500 millones de dólares, que ni los argentinos ni los paraguayos (menos presionados porque de Itaipú obtienen la energía que necesitan) quieren asumir.
Argentina, acuciada por un déficit energético crónico, tiene interés en dar un impulso a la presa, pero expertos del país aseguran que es tal el caos de gestión de la presa que pasará tiempo para que el proyecto sea viable.
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