Las bodegas van a por uvas
La cosecha gallega de este año alcanzará los 46 millones de kilos
Si las generalizaciones son difíciles, en el mundo del vino parecen casi imposibles. Lo sabe Cristina Alcalá, autora del libro El vino contado con sencillez y propietaria de Vinosobroso, el primer complejo de enoturismo rural de Galicia: "Cada bodega, cada viticultor, cada terroir es distinto". Lo suscribe José Antonio López, de la compañía de vinos Tricó, que este año ha sido uno de los primeros en empezar la vendimia en Rías Baixas: "El Salnés es profundo y fértil, una zona de maduración difícil. En Soutomaior la vendimia suele ser tardía. En la comarca del Condado, donde a mi parecer se encuentran los viñedos más idóneos, se nota la gran tradición vitícola". Desde Monterrei, el presidente del Consejo, Antonio Méndez, habla de que este verano han tenido miedo del mildiu, el hongo más aborrecido por los viticultores. "Y ahora, en la recta final de la estación, tenemos que ir con mucho cuidado para que no entre la botritis". En su denominación, casi tan joven como la de Ribeira Sacra, los bodegueros han "aprendido de los errores de los demás" y procuran fijarse "en los que lo hacen mejor". Cada uno aplicará su librillo para esta vendimia, en la que se cosecharán casi 50 millones de kilos de uva que prensarán 489 bodegas acogidas a alguna de las Denominaciones (las mencionadas junto con Ribeiro y Valdeorras). "En la D.O. Rías Baixas la producción aumentará cerca de un 10%", calcula Ramón Huidobro, su gerente. ¿Y la calidad?: "Depende. El año pasado fue excelente. Parece que este será muy buena, pero hasta que todo el proceso termine no vamos a aventurar nada".
Este año los viticultores han tenido miedo al mildiu
La I+D está cada vez más presente en las bodegas de Galicia
En el Ribeiro, su director técnico, Pablo Vidal, mira al cielo esperando una semana de buen tiempo, como adelantaban las previsiones. Eso daría un empujón a la maduración de la uva, que este año ha sido lenta. "Será de buena calidad, pero la cosecha bajará entre un 20% y un 25%", unos 14 millones de kilos.
Otro cantar son los precios. Treixadura, torrontés, godello, loureira, albilla, sousón, caiño, ferrón, mencía, garnacha tintorera, tempranillo, dona branca, palomino, espadeiro... Cada variedad autorizada tiene un valor en el mercado según la calidad que demuestre en la mesa de selección. Así que dependiendo de a quién se le pregunte, el kilo puede rondar los 0,7 euros (ejemplo del godello de calidad media en Monterrei) o los 1,2 euros del albariño. Los contratos homologados, fruto del trabajo en las mesas del vino en las que participan productores, bodegas con base cooperativa y organizaciones agrarias, han ayudado a estabilizar los precios. "Pero lo mejor es tener tus propios viñedos" apuntan desde Monterrei.
Y con la crisis, todos hacen sus cuentas sobre la próxima campaña. En general, los consellos están convencidos de que los vinos gallegos tienen que competir por su tipicidad, poniendo en valor características que los hagan únicos. "Por eso Rías Baixas es capaz de vender en países con gran tradición. Porque un albariño es tan bueno como un riesling alemán", explica Huidobro. Cree que su apuesta por el sector exterior es la mejor solución a la crisis: el impacto de un descenso de ventas siempre será menor "si tus clientes están en 65 países". Esta estrategia ha multiplicado por seis las ventas internacionales en Rías Baixas, que factura fuera tres millones de litros. "Eso nos ampara ante situaciones de crisis como ésta".
Pero no es lo único que quieren hacer las bodegas gallegas. Maceraciones carbónicas, en frío, envejecimientos en barrica, vinos de vendimias tardías, levaduras autóctonas, biodinámica en las viñas, nuevos envases... Cada empresa busca su camino invirtiendo en I+D, utilizando fincas experimentales o compartiendo conocimientos con organismos públicos de investigación. "Todos los periodos de crisis hacen agudizar el ingenio", dicen en una bodega. Y si los primeros restos de sarmientos y pepitas de uva se hallaron en Galicia en el año 900 a. C., "será que aquí hay una verdadera cultura de la vid y el vino", piensa en alto Cristina Alcalá. Igual es que tiene razón.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.