A las ocho de la mañana es la hora. Como cada día, cientos de corredores se dan cita en San Sebastián de los Reyes para ponerse delante de los toros. Adrenalina, miedo, sudor... Todo mezclado con la sensación de euforia por hacer una buena carrera, por colocarse cerca de los cuernos del astado y salir indemne.
Se acaban las vacaciones, vuelven los coches a la ciudad y, con ellos, la contaminación. Dos estaciones de medición del centro, la de la plaza de Gregorio Marañón y la del paseo de Recoletos, registraron en la noche del lunes al martes niveles muy altos de dióxido de nitrógeno (NO2), un gas tóxico causado por el tráfico y que irrita las vías respiratorias.
La Comunidad de Madrid no se da por vencida. Insiste en querer personarse como acusación popular en el caso abierto por la agresión al profesor Jesús Neira, el hombre que permanece en coma después de ser agredido tras salir en defensa de una mujer maltratada.
"La carrera es el toro. Es una explosión de adrenalina. Cuando corres sólo ves al animal. Y la gente. Quién tienes a un lado. Al otro. Delante. Hasta dónde puedes aguantar y por dónde vas a salirte". Así explica Óliver, de 30 años, 16 de ellos delante de las astas, qué es para él un encierro.
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