La mitad de sus horas de trabajo se va en papeleo. En partes de baja, en certificados para que un jubilado vaya a un balneario, en escribir recetas... Recetas que, muchas veces, son de medicamentos que ni siquiera ha prescrito él. Armando Nevado, médico de familia en el centro de salud Espronceda (Chamberí), lo define con una frase.
Dos enormes bustos de bronce de tres metros de alto por tres de ancho con el rostro de su nieta Carmen a los seis meses de edad reciben ya a los viajeros que llegan a Madrid en el AVE a la estación de Atocha. Antonio López, el gran maestro del hiperrealismo, instaló ayer sus primeras esculturas en un espacio público dedicado a Madrid, la ciudad que ha inspirado la mayor parte de su obra.
Despegar en horas pares y aterrizar en impares. Así de extravagante fue el día de ayer para los aviones del aeródromo de Cuatro Vientos. Y no es la primera vez que sucede. Las escuelas de vuelo aseguran que las grúas del PAU de Carabanchel -alrededor de 35.000 vecinos-, situadas a pocos metros del aeropuerto, perturban la actividad de los pilotos.
La estación de Atocha vivió ayer una auténtica revolución. Ni Matt Damon rodando El mito de Bourne armó tal revuelo. El culpable fue Antonio López (Tomelloso, 1939). El gran artista hiperrealista llegó a la puerta de acceso al vestíbulo central poco después de las nueve de la mañana.
JERÓNIMO ANDREU | Madrid
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CHEMA GARCÍA MARTÍNEZ | Madrid