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El futuro de Europa

España pacta con Alemania levantar las sanciones europeas a Cuba

Los Veintisiete evaluarán en un año los resultados del acercamiento a La Habana

Miguel González

El ministro español de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos, no podía ocultar su satisfacción cuando, al filo de la pasada medianoche, comparecía en la sede del Consejo Europeo en Bruselas para anunciar el levantamiento de las sanciones impuestas por la UE a Cuba. "Se inicia una nueva etapa de diálogo entre Cuba y la Unión Europea. Se ha impuesto el sentido común", proclamó el ministro al término de la cena que mantuvieron los jefes de la diplomacia de los Veintisiete.

El acuerdo, por el que España ha pugnado en los últimos meses, se formalizará en el Consejo de Ministros de Agricultura del próximo lunes, el primero programado, de forma que entre en vigor con carácter inmediato.

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Para vencer la resistencia de los países más remisos, España accedió a que en el documento final se haga constar que dentro de un año se reexaminarán los resultados del diálogo político con las autoridades cubanas y sus efectos en materia de respeto a los derechos humanos, liberación de los prisioneros políticos o acceso de las organizaciones humanitarias internacionales a las prisiones cubanas.

A lo largo de la tarde, la delegación española mantuvo intensos contactos con la alemana, tanto con los representantes del Ministerio de Asuntos Exteriores como de la Cancillería, cuyas diferencias internas provocaron que la decisión no pudiera adoptarse el pasado lunes, como estaba previsto. Ese día, la canciller alemana, la democristiana Angela Merkel, ordenó por sorpresa a su ministro, el socialdemócrata Frank-Walter Steinmeier, que pidiera un aplazamiento de 72 horas para estudiar de nuevo el asunto. Al margen de Alemania, que hasta ese momento no había puesto obstáculos, la mayor oposición procedió de la República Checa y Suecia.

Las sanciones, que fueron impuestas en 2003 a propuesta del Gobierno de José María Aznar tras la detención de 75 disidentes, tenían una relevancia más política que real, pues se reducían prácticamente a la limitación de las visitas de alto nivel a la isla y a la invitación a los miembros de la oposición anticastrista a las recepciones celebradas por las embajadas europeas en La Habana con motivo de sus respectivas fiestas nacionales. Aunque estaban en suspenso desde 2005, el régimen cubano exigía su levantamiento definitivo como condición para reanudar el diálogo con la UE.

Ayer mismo, un portavoz de la Secretaría de Estado de Estados Unidos se pronunció en contra de que se relajara la presión sobre el régimen cubano. "Es sabido que no compartimos la política de EE UU hacia Cuba", respondió Moratinos. "La Unión Europea tiene suficiente autonomía y legitimidad para establecer su propia política y espero que EE UU sabrá respetarla".

El jefe de la diplomacia española expresó su confianza en que las autoridades cubanas responderán con gestos positivos a la mano tendida europea y no ocultó que, a medio plazo, su objetivo es negociar un acuerdo de cooperación con Cuba que podría firmarse durante la presidencia española de la UE, en el primer semestre de 2010. El levantamiento de las sanciones permitirá además que se reanude la ayuda al desarrollo, interrumpida desde hace cinco años.

En el documento presentado a los ministros por la presidencia semestral eslovena de la Unión, se toma nota de "los cambios acometidos hasta ahora" por el presidente Raúl Castro y se le anima a adoptar nuevas medidas liberalizadoras. Los Veintisiete ofrecen a Cuba un diálogo que se califica de "recíproco, incondicional, no discriminatorio y dirigido a la obtención de resultados". Sus interlocutores no serán sólo los responsables del régimen sino también "los representantes de la sociedad civil y de la oposición pacífica". En las discusiones que precedieron al acuerdo la diplomacia española insistió en que las sanciones eran contraproducentes, pues impedían poner en práctica la posición común sobre Cuba aprobada por la UE en 1996 y en teoría aún vigente.

El primer ministro húngaro, Ferenc Gyurcsany (izquierda), y el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ayer en Bruselas.
El primer ministro húngaro, Ferenc Gyurcsany (izquierda), y el presidente del Gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, ayer en Bruselas.AFP

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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