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Análisis:
Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

Le gustan las mujeres

Soledad Gallego-Díaz

Al ex vicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra le gustan las mujeres. Así, en bloque, como le gustan las acuarelas o el arroz con leche. Afirma que él no es feminista —no hace falta que lo jure—, ni misógino, pero no se entiende muy bien por qué contrapone esos dos términos. ¿Qué quiere decir? El feminismo es un movimiento social, una doctrina que concede a la mujer capacidad y derechos reservados antes a los hombres. (¿Está acaso el ex vicepresidente en contra de eso?) Y la misoginia es la aversión o el odio a las mujeres. Quienes se oponen a la igualdad no odian a las mujeres, simplemente tienen la costumbre de considerarlas un poco más tontas y más débiles que los hombres, así en bloque. Es incluso probable que los maltratadores no sean misóginos. Lo que quieren es dominar a su mujer, poseerla como un objeto, un cuadro, y hacer uso de ella cuando les apetece, como si fueran un arroz con leche, por ejemplo. Es probable que a algunos de ellos les guste mucho su mujer. En fin, que decir que no se es "ni feminista ni misógino" es como decir, en la misma tacada, que no se es "ni socialista ni misántropo". Una tontería.

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El lenguaje es sexista. ¿Hay que forzar el cambio?

La cosa es que si cada vez que un ministro, o un ex vicepresidente, dijera una tontería se organizara el mismo escándalo que el provocado por Bibiana Aído al hablar de "miembros y miembras" no tendríamos tiempo para nada más. Como dice Guerra, estaríamos perdiendo el tiempo, necesario para cosas más importantes.

"Miembros y miembras", dicho por una ministra, es probablemente una tontería. Pero no lo es que se le hayan tirado encima como si fuera analfabeta o estuviera poniendo en peligro las esencias del lenguaje. Rosa Conde defendió un día a Alfonso Guerra a propósito de una de sus tonterías diciendo algo así como: "Algunos podrán pensar que fue más o menos exagerado, pero no creo que sus palabras lesionen la vida democrática". Pues eso, Aído no ha lesionado a nadie. ¿Tanta agresividad por si una palabra acaba en "o" o en "a"? Qué maravilla. Cuánto lingüista comprometido. A ver si resulta que lo que se está discutiendo es otra cosa.

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