Ken Follett colapsa las librerías con sus catedrales 'best seller'
Tony Blair inspira uno de los personajes de su nueva novela, 'Un mundo sin fin'
Ken Follett debatía un día con su buen amigo Hanif Kureishi, prestigioso novelista y guionista, acerca de qué quieren los lectores. "Nunca pienso en los lectores", comentó Kureishi. "Por eso tú eres un gran escritor y yo soy un escritor millonario", le respondió Follet. El autor de la consagrada Los pilares de la Tierra, al que nunca le ha dado vergüenza haberse hecho rico escribiendo best sellers casi siempre más apreciados por el público que por la crítica, acaba de publicar ahora, 18 años después, Un mundo sin fin, la secuela de su obra maestra, Los pilares...
Aunque se crió en Londres, nació en Cardiff (Gales) en junio de 1949 y la religiosidad de sus padres acabaría influyendo decisivamente en su vida: en su casa no se podía ni ir al cine, ni ver la televisión, lo que empujó al joven Ken a convertirse en un lector voraz y en una persona más interesada por la reflexión humanista y por la política que por la maquinaria o la contabilidad, por ejemplo. Aunque con el tiempo y el dinero ha desarrollado una importante querencia por los placeres mundanos: la buena comida, los buenos vinos, las tragedias de Shakespeare y la música.
Estudió Filosofía y acabó trabajando, aunque brevemente, de periodista. Su primer empleo llegó nada más graduarse, en 1970, pero para entonces ya llevaba dos años casado y convertido en padre de familia: en realidad se casó de penalti. "No es lo que uno planea hacer cuando acaba de cumplir 18 años, pero, una vez ha ocurrido, resulta muy emocionante", ha dejado dicho.
En 1974 abandonó el periodismo y empezó a trabajar en Everest Books, una pequeña editorial londinense. Cuentan que su primera novela nació de la necesidad: tenía que conseguir 200 libras para reparar su coche y eso es lo que le dieron por los derechos de su primera obra, que en aquellos momentos aún estaba por empezar. Habría de escribir una decena de obras menores con diversos seudónimos hasta conseguir su primer gran éxito con El ojo de la aguja (1978), que le catapultó a la fama y le permitió dejar el trabajo y convertirse en escritor profesional.
Once años después, y rompiendo con una densa obra marcada por los thrillers y la novela policiaca, sorprendió con un brusco giro: Los pilares de la Tierra es una densa novela de más de 1.000 páginas ambientada en Kingsbridge, un pueblo inglés imaginario, durante la construcción de una catedral entre 1135 y 1174. El éxito del libro fue arrollador y aún hoy se venden más de 100.000 ejemplares al año. En España, ha sido durante 20 años "la novela más leída", según la Federación del Gremio de Editores. La influyente gurú norteamericana Ophra Winfrey lo acaba de incluir en el catálogo de su selecto club de lectores.
Ken Follett es, en muchos aspectos, todo lo contrario de un autor famoso. Huye del elitismo como gato escaldado del agua fría. No se avergüenza de su dinero y el haberse enriquecido no le ha hecho cambiar sus principios y sus ideales: sigue enganchado a la política y su segunda mujer, Barbara, es una militante del Partido Laborista que desde 1997 se convirtió en diputada y que ahora acaba de entrar en el Gobierno del primer ministro Gordon Brown.
Follett no sólo posee opiniones propias, sino que no tiene problemas para expresarlas en público. Su inicial admiración por Tony Blair no le impidió lanzar una feroz crítica al entonces primer ministro por su tendencia a manipular la agenda informativa y mediática. Blair y Follett no se hablan desde entonces, y el escritor se ha inspirado en el político para crear uno de los personajes más desagradables de su nueva novela: Godwyn era un piadoso monje que creó a partir de sí mismo la figura de un reformador pero acabó transformándose en un prevaricador deslumbrado por el poder. "Blair es y al mismo tiempo no es el modelo en el que me he inspirado para crear a Goldwyn", declaró Follett US Today. No lo es porque no se deja constreñir por personalidades reales, pero sí lo es porque los dos tienen muchos rasgos comunes. "En realidad, sí, cuando escribía acerca de Goldwyn pensaba en Tony Blair...".
Ken Follett no tiene la fama ni la fortuna de J. K. Rowling, la creadora de Harry Potter, pero aparece a menudo en debates y coloquios en la televisión británica, opina sobre política, preside Dyslexia Action, una organización creada para combatir ese problema y ayudar a quienes lo padecen, y participa activamente en sociedades de arte y educación. Su secreto como escritor, según ha confesado, es que "escribo para que me entiendan". "No quiero que tengan que leer dos veces para entenderme...".
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