Zapatero propone para África más educación, empleo e infraestructuras
El presidente español califica la inmigración ilegal de "fracaso colectivo"
"Tenemos que ser implacables en la lucha contra la inmigración ilegal. Europa debe dirigir también, en su propia casa, la lucha contra la xenofobia y el racismo". José Luis Rodríguez Zapatero insistió ayer en estas ideas, cuando expuso a la cumbre euroafricana reunida en Lisboa su propuesta de un pacto entre los dos continentes para superar una crisis que ilustró con datos dramáticos: la esperanza media de vida en el continente africano es de 46,3 años, la mitad que en el europeo; 2.800 africanos mueren cada día de malaria; dos de cada tres enfermos de sida son africanos; 100 millones de niños africanos no están escolarizados.
Su intervención debía de circunscribirse, sin embargo, al tema de los movimientos migratorios, para el que había sido designado ponente europeo, con el líder libio, Muammar el Gaddafi, como contraparte por el lado africano. Gaddafi, que ha instalado su jaima en terrenos del Ministerio portugués de Defensa, había calentado el ambiente la víspera con la exigencia de que "los colonizadores" paguen una indemnización a "los colonizados" y la advertencia de que "los débiles también consiguen vengarse".
A diferencia del comisario europeo de Desarrollo y Ayuda Humanitaria, Louis Michel, que respondió a través de la prensa al libio recordando que los líderes africanos han derrochado con frecuencia la ayuda que Europa les ha prestado, Zapatero se mostró conciliador. "La UE no ha estado a la altura de las circunstancias", afirmó. Recordó que África es la región más pobre del mundo y Europa la más rica, para concluir que "no se puede dejar pasar ni un día más mirando para otro lado". Entre otras cosas porque "si África no mejora sustancialmente, el resto de las sociedades no podrán alcanzar la debida dignidad".
La inmigración ilegal es "el dramático resultado de un fracaso colectivo que produce ciudadanos vulnerables a las mafias en los países de origen y sujetos sin derechos en los países de acogida". La inmigración legal es, en cambio, "un camino de esperanza y de oportunidades de doble dirección". "La única política honesta de inmigración será la que establezca cauces legales para flujos migratorios", señaló.
La propuesta del presidente fue el pacto intercontinental basado en tres ejes: un esfuerzo prioritario en la escolarización, ya que la educación es el mejor capital que pueden heredar las nuevas generaciones; creación de empleos para jóvenes, para que no tengan que seguir la estela de los 10 millones de africanos de su generación que ya viven en Europa y construcción de infraestructuras, que tienen un enorme efecto multiplicador sobre el desarrollo de regiones en las que pequeños desplazamientos comportan grandes dificultades y el riesgo de quedarse aislado en la estación de las lluvias, algo que resulta pavoroso.
Este discurso recoge la sustancia de la política africana que el Gobierno ha desplegado durante los últimos años, en respuesta al problema de la inmigración, después de que en los ochenta se desmontaran las políticas, más modestas, dirigidas a los sufridos vecinos del Sur. Si entonces se cerraron media docena de embajadas, ahora se han abierto otras seis, sobre el total de 28 existentes, un consulado general en Dakar y tres oficinas técnicas de cooperación.
Pero la nueva política se ha reflejado, sobre todo, en el aumento de la ayuda al desarrollo, que se ha triplicado, desde 41 millones a 130 millones de euros, por lo que se refiere a la parte oficial, y ha superado los 700 millones de euros globalmente. La esencia de esta política es dirigir las ayudas hacia la promoción de una responsabilidad compartida, en la que los países de emigrantes cooperan en la lucha contra los flujos ilegales y la promoción de los legales. Gracias a esta política, España ha logrado en la primera mitad de este año repatriar a 8.500 inmigrantes ilegales, en su gran mayoría africanos. Claro que es un aspecto conflictivo, y de él no habló ayer Zapatero.
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