En el corazón de la tierra del vino
Cuando en Samaniego sopla el viento del norte, como en estos días de otoño, el silencio invade la localidad y no se ve ni un alma caminar por las calles. Una impresión que, como se verá, carece de rigor alguno.
Samaniego es, probablemente, uno de los enclaves de la Rioja Alavesa más activos, con un parque de bodegas muy estimable y una población joven que revela que nunca, ni siquiera en los tiempos de la emigración a las ciudades, sus habitantes la abandonaron.
Ubicado al pie de la sierra de Cantabria, recorren el conjunto urbano de esta villa casas solariegas de notable entidad, muchas de ellas con resonancias barrocas, que tienen en el palacio de Samaniego su principal referencia. Convertido hoy en hotel y restaurante, mantiene su prestancia, aunque no pueda competir en monumentalidad con la iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, uno de los templos más interesantes de toda la Rioja Alavesa.
La iglesia, sobre todo, ejerce como testigo de la historia de la comarca. La ubicación fronteriza de Samaniego, entre los reinos de Navarra y Castilla, llevó a que el pueblo se conformase como una plaza fuerte en la que hasta la parroquia se construyó bajo claras premisas defensivas. El torreón circular que la sustenta da buena prueba de ello, y sus sólidos muros recuerdan que en el siglo XVI, doscientos años después de su integración en Castilla, todavía se buscaba la solidez constructiva.
Sin embargo, como bien se sabe, un templo no se levanta en una centuria, y para cuando los habitantes de Samaniego se disponían a ornar la portada de su parroquia ya había llegado el Barroco. El retablo mayor está considerado una de las mejores referencias del estilo churrigueresco en el País Vasco, sobre todo su arquitectura, en verdad impresionante.
Para esas fechas, a principios del XVIII, Samaniego se había consolidado como una villa de referencia, con familias notables que levantaban casas solariegas con sus correspondientes escudos. La bodega Remírez de Ganuza ocupa actualmente una de ellas, que abarca toda una manzana, buen reflejo de integración de una actividad industrial en el corazón de un casco urbano sin agresiones al entorno. Afortunadamente, el pueblo ha ido creciendo con sensatez, con la debida consideración a su historia, en la que las bodegas se situaban a las afueras.
Remírez de Ganuza supone así una excepción. Buena parte de las bodegas, en su mayor parte de carácter familiar, se encuentran en el barrio de Matarredo, al otro lado de la carretera. Siguiendo esa costumbre, aquellos que han renovado sus instalaciones han optado por instalarse en dicha zona: ahí están Ostatu o Heredad de Berganzo, buen reflejo de la evolución del vino de cosechero a nuevas elaboraciones. También hay que citar a uno de los referentes de la nueva arquitectura del vino, Baigorri, poderosa construcción del guipuzcoano Iñaki Aspiazu, que recientemente ha adquirido el empresario murciano Pedro Martínez por una considerable cantidad.
Samaniego se presenta, de este modo, como un ejemplar testigo de esa transformación que está viviendo toda su comarca y que tanto seduce al visitante: la combinación entre la vida tradicional ligada al trabajo en el campo y la fascinación por el encanto que lleva aparejado desde hace unos años el vino de Rioja Alavesa.
Los datos prácticos
- Cómo llegar: Samaniego se encuentra en el corazón de la Rioja Alavesa. La mejor ruta para llegar hasta allí por la Nacional-I o la A-68, con salida en Zambrana, para tomar la N-124 y, luego, en Briñas, la A-124.
- Alojamiento: Hotel Palacio de Samaniego (945 609 151). Agroturismo El Encuentro en Leza (660 583736).
- Comer: Además del Palacio de Samaniego, en Leza, bar Laredo (945 605018), y en Laguardia, los restaurantes Amelibia (945 621217), Marixa (945 600165) o la Posada Mayor de Migueloa (945 621175).
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