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Reportaje:

Plan de choque contra la depresión resistente

10 hospitales españoles intentan encontrar terapias más eficaces al margen de la industria

Una de cada cinco mujeres y uno de cada diez hombres sufrirán una depresión a lo largo de su vida en España. En estos momentos, la mitad de los pacientes con depresión mayor, la forma más grave de la enfermedad, no responden a los tratamientos: los síntomas persisten a pesar de tomarlos correctamente durante un tiempo suficiente. En estos casos, el paciente suele acabar con un trastorno funcional. La Organización Mundial de la Salud prevé que en los próximos años la depresión se convierta en la segunda causa de discapacidad en todo el mundo.

Pero la resistencia al tratamiento puede tener consecuencias más graves, según

Víctor Pérez Solà, jefe de la Unidad del Servicio de Psiquiatría del hospital de Sant Pau, en Barcelona, ya que se estima que uno de cada seis pacientes con depresión mayor fallecerá por suicidio.

Ante la falta de respuesta a los tratamientos, además de la psicoteraía y la terapia electroconvulsiva, las guías terapéuticas aconsejan ensayar estrategias farmacológicas de cuya eficacia no hay, según Pérez Solà, suficientes datos contrastados. La industria farmacéutica no está muy interesada en investigar por qué un fármaco no funciona en algunos pacientes, ni cuándo es conveniente sustituirlo o combinarlo. Ahora, 10 hospitales de la Red de Enfermedades Mentales-Trastornos Afectivos y Psicóticos (REM-TAP), financiada por el Ministerio de Salud a través del Instituto de Salud Carlos III, comenzará el proyecto Depres, cuyo objetivo es investigar estrategias terapéuticas para tratar la depresión resistente.

La REM-TAP cuenta actualmente con 17 grupos, integrados por más de 300 científicos de múltiples disciplinas que inicialmente se han centrado en investigar la depresión, el trastorno bipolar y la esquizofrenia. El próximo año esta red aumentará de rango y se convertirá en un Centro de Investigación Biomética en Red (Ciber) de salud mental, según explicó su coordinador, Celso Arango, jefe del servicio de Psiquiatría del hospital Gregorio Marañón de Madrid, durante una jornada sobre la investigación en salud mental organizada recientemente en Barcelona por la Federación Catalana de Asociaciones de Familiares de Enfermos Mentales y la Fundación Sant Joan de Déu.

El objetivo primario del estudio Depres es conocer qué estrategias terapéuticas pueden ofrecer mejores resultados, pero también investigar los factores sociodemográficos o genéticos que pueden influir en la resistencia, "con el fin de encontrar algún tipo de marcador que nos permita, en el futuro, individualizar el tratamiento", dice Pérez Solà, coordinador del proyecto.

El antecedente más relevante y reciente es el estudio STAR*D, un ensayo clínico realizado en Estados Unidos cuyos resultados se presentaron el año pasado. Este estudio ha demostrado que la mitad de pacientes con depresión no responde bien al tratamiento. Sin embargo, no ha conseguido determinar cuál es la mejor estrategia terapéutica. El ensayo incluyó a 2.876 pacientes atendidos en la red sanitaria pública y privada norteamericana, de los que sólo unas 800 personas alcanzaron la remisión de los síntomas con el fármaco, un inhibidor selectivo de la recaptación de la serotonina. El resto de pacientes tuvo la opción de continuar con otros tratamientos de su elección: potenciando la dosis del fármaco recetado, cambiar de antidepresivo o con psicoterapia.

Pérez Solà opina que en el estudio STAR*D, "la ausencia de un grupo de control en los ensayos ha impedido conocer la eficacia real de cada una de las estrategias". También ha perjudicado al estudio, añade, la posibilidad de que el paciente escogiera el tratamiento, porque la psicoterapia, que debía cofinanciarse, sólo estaba al alcance de los más pudientes. Pero al menos, el estudio STAR*D "nos ha permitido reflexionar sobre qué nuevos pasos dar", añade Pérez.

El ensayo clínico multicéntrico y aleatorizado incluirá a 500 pacientes, que participarán durante seis semanas en una de las ramas de tratamiento diseñadas, "las más utilizadas para combatir la depresión y de las que hay evidencia científica de que funcionan bien", afirma Víctor Pérez.

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