Londres y Varsovia se plantan contra el tratado europeo
Alemania presentará esta semana su primera propuesta tras cinco meses de negociaciones
A menos de 10 días de la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno de la Unión Europea, que deberá aprobar las líneas básicas del nuevo tratado europeo y convocar la Conferencia Intergubernamental para su redacción definitiva antes de fin de año, las incertidumbres son muchas. Las mayores dificultades proceden del Reino Unido, Polonia, República Checa, Holanda y Francia.
"Londres siempre hace lo mismo. Espera hasta el final para mostrar sus cartas. Ahora deja que Francia y Holanda [rechazaron la Constitución Europea en 2005] hagan el trabajo duro y logren importantes recortes para que el nuevo tratado pueda ser aprobado por sus parlamentos sin necesidad de un referéndum. Después aparecerá Londres en el último momento con una nueva tanda de rebajas". Éste es el sistema que caracteriza las negociaciones para el nuevo tratado, cada día más encogido respecto a la Constitución europea, según el punto de vista de un alto funcionario de la Unión.
Barroso se declara "optimista" ante la posibilidad de lograr un acuerdo en junio
La canciller alemana, Angela Merkel, presidenta de turno de la UE, ha aprovechado la cumbre del G-8 en Heiligendamm para mantener contactos con otros líderes europeos asistentes, Tony Blair, Nicolas Sarkozy, Romano Prodi y José Manuel Durão Barroso. Merkel presentará su primera propuesta escrita, tras cinco meses de negociaciones secretas, el 14 de junio. Para el domingo 17 está prevista en Luxemburgo la primera reunión de los ministros de Exteriores sobre el nuevo tratado. Barroso, que también mantuvo contactos en Heiligendamm, se declara "optimista" ante la posibilidad de lograr un acuerdo en junio y admite que las mayores dificultades son el Reino Unido y Polonia".
Todas las objeciones británicas tienen el mismo común denominador: resistencia a ceder soberanía. Londres está en contra del reconocimiento de la personalidad jurídica de la UE, porque esto permite a la Unión realizar acuerdos internacionales, algunos por mayoría cualificada, es decir, que ya no podrá vetar. Aunque esta postura no se ha planteado en las reuniones previas, "sería totalmente inaceptable", según ha señalado Alberto Navarro, secretario de Estado para las relaciones con Europa, y que lleva el peso de las negociaciones por parte de España.
Londres se opone además a elevar el rango del cargo que hoy ostenta el alto representante, Javier Solana, al de ministro de Asuntos Exteriores de la UE y vicepresidente de la Comisión, con la facultad de presidir los Consejos de Exteriores, ya que eso supondría otorgar a Europa un reconocimiento de Estado. Blair tampoco quiere que la Carta de Derechos Fundamentales figure en el tratado, ni siquiera que se le dé validez jurídica mediante un artículo vinculante. La razón es que Londres se resiste a que cuestiones como los derechos sociales y las negociaciones laborales sean dictadas desde Bruselas. Esto constituye otra línea roja para muchos países, sobre todo Alemania, España e Italia, y para el Parlamento Europeo.
La Carta de los Derechos Fundamentales era "una de las características definitorias del Tratado Constitucional, que está profundamente enraizado en los derechos humanos", escribe Jean-Claude Piris, jurisconsulto del Consejo de la UE en El Tratado Constitucional para Europa: un análisis jurídico. Piris resalta la valoración del escritor estadounidense Jeremy Rifkin, para quien "los derechos humanos son el alma del documento".
Otra resistencia británica es aceptar que muchos asuntos de materia penal o libertades se decidan por mayoría cualificada. Merkel ha ofrecido a Blair varias fórmulas de opt-in u opt-out (participación o exclusión voluntaria en un acuerdo) sin resultados por el momento.
Por su parte, Polonia, y con el reciente apoyo de la República Checa, se opone al sistema de aprobación de acuerdos por mayoría cualificada (que requiere el apoyo del 55% de Estados y del 65% de población). El primer ministro polaco, Jaroslaw Kaczynski, insiste en que "está dispuesto a morir" para obtener un cambio de este sistema que, en su opinión, favorece a Alemania. Varsovia propone un sistema que daría a cada país un número de votos igual a la raíz cuadrada (en millones) de sus habitantes.
El Parlamento Europeo ha aprobado esta semana el informe elaborado por los eurodiputados Enrique Barón y Elmar Brok, que acepta dar "un aspecto formal diferente del Tratado Constitucional", pero insiste en preservar los principios básicos como "el carácter jurídicamente vinculante de la Carta de los Derechos Fundamentales, la clarificación de las competencias respectivas de la Unión Europea y de los Estados miembros y el respeto del principio de subsidiariedad y la función específica de los parlamentos nacionales".
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