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El Ejército acorrala a Al Qaeda en Líbano

Tropas de Beirut ganan posiciones a la milicia de Fatah al Islam en el campo palestino de Trípoli

Fernando Gualdoni

El Ejército libanés disparó ayer con todo lo que tiene contra la milicia suní de Fatah al Islam atrincherada en el campo de refugiados palestino de Naher el Bader, situado al norte del país, desde hace 14 días. Los militares afirmaron haber ganado posiciones a los integristas vinculados a Al Qaeda hasta empujarlos hacia el centro del campo de refugiados. Nada se sabía anoche de la suerte que están corriendo los casi 10.000 habitantes del campamento que no han podido o no han querido irse, pero el intenso bombardeo hacía temer lo peor.

Nadie sabe nada de los 6.000 palestinos que permanecen en el campo de refugiados
La artillería libanesa machacó un área que apenas llega a dos kilómetros cuadrados
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Las últimas informaciones daban cuenta de dos soldados muertos y una docena de personas fallecidas dentro del campo, sin especificar si eran milicianos o civiles.

Los ataques del Ejército, los más intensos desde los primeros días del conflicto, comenzaron muy pronto con artillería pesada. El aire se cortaba a cuchillo al mediodía y el presentimiento era que los militares iban a entrar a degüello en el campo de refugiados para acabar de una vez con los casi 200 milicianos que resisten dentro. Los soldados estaban más nerviosos que de costumbre, alguno de ellos llegó a disparar al aire a los fotógrafos de prensa para evitar que tomaran imágenes de los movimientos militares desplegados en la zona.

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La carretera que pasa por el costado del campo fue totalmente cortada y el Ejército alineó una larga fila de carros de combate de todo tipo: tanques pesados de origen ruso, blindados ligeros, tanquetas y vehículos de transporte de tropas de asalto. Mientras esperaban, la artillería no paraba de machacar el campo palestino. Obús tras obús, el ruido era ensordecedor y las columnas de humo se levantaban por doquier en un área que no llega a dos kilómetros cuadrados. Cuando los blindados comenzaron a moverse hacia las diferentes entradas del campo, fue el momento en el que la verdadera batalla empezó.

Los militares atacaron por todos los frentes. Mientras los cañones de 155 milímetros no pararon de vomitar fuego desde las montañas hacia al campo, situado junto al mar, los carros de combate abrieron fuego con cañones livianos, morteros y ametralladoras pesadas. Para ver lo que estaba pasando en el asentamiento había que subir a la colina desde la que se domina toda la zona costera, en un área cercana a Bibnin, cuya población ayer iba y venía, haciendo sus quehaceres diarios, mientras los obuses pasaban silbando sobre sus cabezas.

El ataque fue casi simultáneo desde las puertas del norte, noreste y sur del campo y hacia un punto que parecía el centro. El Ejército informó de que algunos de sus escuadrones de fuerzas especiales habían penetrado en el campo y arrebatado el control de varios edificios a los milicianos suníes. En algún momento la radio libanesa informó de que se estaban librando incluso combates cuerpo a cuerpo.

Fuentes militares no confirmaron que se había llegado a luchar tan de cerca, pero admitieron que el objetivo para la jornada se había cumplido: acorralar a los yihadistas en la zona central del campo. Además, los militares anunciaron la toma de un sector situado en el norte del campo.

De los alrededor de 6.000 palestinos que permanecen dentro del asentamiento, según Naciones Unidas, nadie sabe nada. Están sin electricidad, sin suministro de agua y probablemente casi sin alimentos. Después de la tregua del miércoles, que permitió la salida de unos 25.000 civiles, se contabilizan con cuentagotas los que han podido escapar de la violencia.

Algunos de los familiares de los que siguen dentro de Naher el Bader reprochan al Ejército que no les permita salir. Otros dirigen su rabia contra los francotiradores de Fatah al Islam, a los que acusan de disparar a los que intentan huir. La Cruz Roja hizo ayer un nuevo llamamiento en el que prácticamente imploró a las partes que permitan la entrada de ambulancias y alimentos.

Nadie duda de que los milicianos y los militares se vieron las caras ayer por primera vez desde el pasado 21 de mayo, el día después de que comenzara el conflicto con los guerrilleros de Fatah al Islam, después de que éstos asaltaran un banco y un edificio público el domingo. La batalla de Naher el Bader, el peor enfrentamiento interno en Líbano desde la guerra civil (1975-1990), ya se ha cobrado casi un centenar de muertos, de los que una treintena son soldados y otros tantos civiles. El Ejército libanés, que nunca había tenido que hacer frente a una situación similar, quiere borrar la humillación por las bajas sufridas el primer día de combate y arrasar el campo.

Anoche era aún una incógnita si el próximo paso que darán los militares en su estrategia será el de aniquilar definitivamente a los terroristas o mantener el sitio para dar tiempo a una solución negociada del conflicto, algo que parece cada vez más improbable. El Ejército libanés comunicó oficialmente que la intensificación de los combates fue en respuesta a los disparos de los francotiradores yihadistas, que el jueves mataron a un soldado e hirieron a otros dos. Los militares también aseguraron que los bombardeos eran precisos, sólo contra las posiciones de Fatah al Islam, para evitar dañar a la población civil. Vista la intensidad del bombardeo de ayer, este último punto del comunicado militar suena a chiste de mal gusto.

Una columna de blindados del Ejército libanés, ayer en los alrededores del campo de refugiados de Naher el Bader.
Una columna de blindados del Ejército libanés, ayer en los alrededores del campo de refugiados de Naher el Bader.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Fernando Gualdoni
Redactor jefe de Suplementos Especiales, ha desarrollado la mayor parte de su carrera en EL PAÍS como redactor de Economía, jefe de sección de Internacional y redactor jefe de Negocios. Es abogado por la Universidad de Buenos Aires, analista de Inteligencia por la UC3M/URJ y cursó el Máster de EL PAÍS y el programa de desarrollo directivo de IESE.

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