GDX cerrará su fábrica catalana en 2008 y despedirá a 740 personas
La compañía es propiedad del fondo Cerberus y proveedora de Seat
Otro revés en el sector de los componentes para la automoción. La estadounidense GDX Automotive, que cuenta con Seat como principal cliente, confirmó ayer su decisión de cerrar de forma escalonada, hasta 2008, la fábrica de Palau-solità i Plegamans (Barcelona), lo que dejará sin trabajo a 740 personas. La compañía produce juntas de caucho para coches y lleva cuatro años en números rojos. Perdió 18 millones en 2006 y en los cuatros primeros meses de este año arroja un saldo negativo de cinco millones.
Esta situación económica y una supuesta "pérdida de confianza de sus clientes" son los elementos que la empresa propiedad del fondo Cerberus puso ayer sobre la mesa para justificar el cierre ante la Inspección de Trabajo y los sindicatos. Comisiones Obreras y UGT defienden la viabilidad de la factoría catalana, pero GDX ya tiene decidido presentar un Expediente de regulación de Empleo (ERE) la próxima semana y ha definido el calendario del cese, según informaron fuentes sindicales. El 30 de julio se desmantelarán las primeras líneas de producción, el 30 de octubre las siguientes y en abril de 2008 se dará el cerrojazo final.
Deslocalización
Según las mismas fuentes, la compañía presentó estos planes a los representantes de los trabajadores y de la Generalitat bajo el título de "plan industrial" y abrió la posibilidad a evitar el cese fabril si un inversor se hace cargo de las instalaciones y la plantilla, algo que no parece probable.
"La dirección ha dejado morir a la compañía por intereses", denunciaron ayer fuentes de UGT. Además, este cierre se suma al de otra planta de GDX en diciembre en Valls (Tarragona) y es consecuencia de la presión en los márgenes que sufre la industria auxiliar del automóvil. La necesidad de recortar los costes ha motivado muchas fugas de producción en los últimos años desde Cataluña hacia países con mano de obra más baratas, sobre todo Asia y Europa del Este.
Es lo que ocurrió cuando el pasado diciembre GDX cerró la factoría de Tarragona y despidió a 165 trabajadores. Entonces, GDX se comprometió a trasladar la producción tarraconense a Palau-solità con el fin de garantizar el futuro de la factoría catalana. Pero finalmente la llevó a Chequia.
El cese de GDX se suma al de la fábrica de SAS hace unos meses en Abrera (Barcelona), que se llevó por delante 210 puestos de trabajo dedicados a la producción de salpicaderos para automóviles.
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