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Entrevista:MARISOL BUENO BARRIO-ATEGORTÚA | Presidenta del Consello Regulador do Viño Rías Baixas

"Me voy y espero que la política no mate 21 años de independencia del vino"

Marisol Bueno (Zaragoza, 1948) deja la presidencia del vino albariño, tras 21 años dirigiendo el Consello Regulador de Rías Baixas. Es la decana de las denominaciones de origen (DO) españolas, la madre de un proyecto que empezó sin bodegas y que hoy reúne a casi 200 empresas, con más de 30 millones de botellas de vino blanco. Y, como es habitual en Galicia, es una madre de derechas (fue parlamentaria del PP), aunque Marisol Bueno afirma que no se marcha por el cambio político. Es más, muestra su temor "por que la política puede contaminar y matar 21 años de independencia del vino". La entrevista se desarrolla en Pontevedra, en la sede de la DO, un bonito pazo municipal cedido a los bodegueros por el alcalde pontevedrés del Bloque. Como se ve, blanco y en botella, no siempre ha de ser leche.

"Dejo la presidencia porque ya está bien; llevo aquí desde 1986. Mi marcha no tiene nada que ver con el cambio de Gobierno en Galicia"
"Cuando empezamos quedaba uva sin recoger. Hoy somos 198 bodegas y la denominación de origen más grande e importante de Galicia"
"Nos parece bien que las grandes fortunas compren bodegas. Significa que es un negocio con caché y que da prestigio al inversor"

Pregunta. ¿Cuándo empezó a hacer vino?

Respuesta. Fue algo casual. Yo soy bióloga y era profesora en un instituto de Cangas. Mi marido y yo compramos una finca y plantamos kiwis y albariño. En 1986 me eligieron presidenta del Consello Regulador de Rías Baixas; en 1989, el Gobierno aprobó la denominación de origen; y en 1989 creamos nuestra bodega, Pazo de Señoráns.

P. ¿Y ahora se va?

R. Sí, lo voy a dejar. No me marcho del sector porque seguiré siendo bodeguera, pero sí dejo la presidencia de la denominación de origen.

P. ¿Por qué ahora?

R. Porque ya está bien. Llevo aquí 21 años y mi labor está cumplida. No es que esté cansada porque no tengo de qué quejarme. Han sido muchos años de trabajo, pero nada frustrantes, sino todo lo contrario. Es muy bonito ver nacer y crecer algo como esto. Pero, para mí, es una cuestión estética: ya es hora de que entre gente nueva para que este vino siga por el buen camino.

P. ¿Tiene algo que ver el cambio de Gobierno en Galicia con su decisión?

R. No, nada. Yo ya no pensaba presentarme a la reelección.

P. ¿Y sabe quién tomará el testigo?

R. No tengo ni idea. Hay una nueva normativa electoral y se desarrollará todo el proceso de elección de vocales y presidente. Entre el 16 y el 19 de julio debería de haber un nuevo presidente.

P. Pero, ¿ha tenido presiones políticas?, ¿preveía un proceso electoral en su contra?

R. No lo sé. Hasta ahora las elecciones fueron independientes. Ahora hay nuevas normas que permiten que, si las candidaturas se ponen de acuerdo, no haya elecciones. A mí me parece una solución antidemocrática y que va contra la esencia de una votación.

P. ¿Esa es una amenaza hacia el sector del vino albariño?

R. Ahora es un sector atractivo, que interesa a inversores de todas partes. La amenaza es contaminar el sector con otras exigencias.

P. ¿Qué quiere decir?

R. Se puede matar el sector con otras ideas, si existen presiones políticas o de otro tipo que supongan una injerencia en las decisiones profesionales.

P. ¿Se va por presiones políticas o no?

R. No. Me voy porque he cumplido una etapa y debe comenzar una nueva.

P. ¿Y en la etapa que usted ha presidido, el sector del albariño ha sido independiente?

R. Siempre hemos sido un sector independiente. Lo que quiero decir es que la amenaza para este negocio es que pudiera no regentarse con profesionalidad, sino con otras claves. El vino es un ser vivo que hay que cuidar. Y el negocio es igual de vivo, de delicado y de cambiante. Ahora van las cosas bien porque existe el marco adecuado para que las empresas del albariño hagan buenos negocios. Pero tenemos que protegernos de la competencia, de la globalización, mejorar la calidad y la promoción exterior. Todo eso no puede hacerse bien si el sector se pierde en guerras internas.

P. ¿Usted lo pasó mal en algún momento?

R. Ha habido muchos puntos de inflexión,... el mundo del vino depende mucho de la climatología, del mercado y de la capacidad de las empresas. En 1998 lo pasamos muy mal porque nos quedamos sin producción: pasamos de 9 a 1 millón de botellas. Fue un año con plagas, demasiada lluvia y una mala cosecha. El sector dio el do de pecho, porque salió adelante sin trampas y sin introducir vino de fuera de la DO. En 2001 también pasamos otro test importante: aumentó la producción de golpe un 40%. Conseguimos ir colocando la producción en el mercado sin nervios y sin tirar los precios. Bueno, algo parecido está sucediendo con la cosecha de 2006 que ha crecido un 40% y también lo estamos haciendo con inteligencia y expansión exterior.

P. ¿Cómo han conseguido mantener el precio del vino en la gama cara durante más de 20 años?

R. Bueno, ha habido años de bajada. Pero sí, el precio de la uva está ahora más caro que en 1986, cuando empezamos, y eso que hay cien veces más vino. El trabajo ha sido básicamente de organización, control, promoción y mucho rigor. Rías Baixas ha demostrado que tiene empresas muy dinámicas.

P. Muy dinámicas pero muy pequeñas...

R. Admito que 198 bodegas son demasiadas. Pero el mercado es el que dirá si habrá más o menos concentración. Yo creo que esa será la tendencia, pero nadie es tonto y quien tenga necesidad de asociarse lo hará.

P. ¿Les gusta que los millonarios compren bodegas de albariño?

R. A nosotros nos da lo mismo. Lo que significa es que este es un negocio con caché y que da prestigio. Sabemos que el sector vitivinícola ha crecido y se está desarrollando con dinero de otros sectores. ¡Aquí no había empresarios del vino! Lo único que nos preocupa es que se cumplan las reglas del juego. Con esa premisa no es posible que entre la especulación.

P. ¿Cuántos bodegueros riojanos han comprado empresas de albariño?

R. Humm [hace recuento]... Siete. Hay mucha gente de fuera, pero la del rioja son gente que invierte y que está implicada en una buena visión del negocio. Y eso es una suerte, insisto, porque aquí no entraron especuladores.

P. ¿Y cuántos bodegueros de albariño han comprado empresas del rioja?

R. Es un proceso que está empezando. Hasta ahora teníamos empresas muy pequeñas, pero ya hay Rías Baixas que han comprado bodegas en el Bierzo, que tienen acuerdos en el rioja. Ese fenómeno se irá acrecentando.

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