Nueva York reconoce a la primera víctima por secuelas del 11-S
Los forenses admiten que una mujer murió a causa de la nube tóxica de las Torres Gemelas
Nueva York ha dado un paso de gigante a favor de quienes llevan seis años reclamando el reconocimiento oficial de que decenas de muertes y miles de casos de enfermedades se debieron a la nube tóxica provocada por la caída de las Torres Gemelas. Por primera vez desde los atentados del 11-S, Charles F. Hirsh, máximo responsable forense de Nueva York, ha admitido que la muerte de una mujer se debió a las toxinas generadas por el derrumbe de los edificios.
"Casi con toda certeza, más allá de una duda razonable, la exposición al polvo del World Trade Center contribuyó a la muerte de Felicia Dunn-Jones", afirma Hirsh en una carta enviada al letrado de la familia de la fallecida y que constituye el primer reconocimiento oficial de una muerte relacionada con la nube tóxica.
Dunn-Jones era una abogada de 42 años que trabajaba frente a las Torres Gemelas y que había escapado de los atentados envuelta en polvo, pero aparentemente ilesa. A las pocas semanas comenzó a toser, desarrolló problemas respiratorios y cuatro meses más tarde murió de sarcoidosis, una rara dolencia que suele relacionarse con la exposición a sustancias tóxicas.
Hace un año, el mismo forense negó la conexión entre su muerte y el 11-S, con la que su familia esperaba poder añadir el nombre de Felicia a la lista de las víctimas de los atentados.
Pero las cosas han cambiado en Nueva York desde entonces respecto a quienes reclaman tratamiento médico y compensaciones para las cerca de 200.000 personas que entre trabajadores de la zona cero y residentes en el sur de Manhattan pudieron estar expuestas al polvo de las Torres.
El pasado septiembre, el alcalde Michael Bloomberg aún se atrevía a cuestionar el primer estudio sólido elaborado por el hospital Monte Sinaí, en el que se afirmaba que el 70% de las 70.000 personas que trabajaron en las tareas de rescate y desescombro habían desarrollado enfermedades respiratorias. El reconocimiento de Dunn-Jones como víctima de la nube tóxica y, por tanto, como víctima del 11-S (su nombre se añadirá al de las 2.749 personas fallecidas en los atentados) demuestra el cambio de actitud de los responsables de Nueva York frente a las miles de reclamaciones que hay en juego.
"Es la primera vez que la muerte de una civil que no trabajó en las tareas de rescate se conecta con el polvo de las Torres Gemelas. Casi todos los estudios publicados se han centrado en esos enfermos, pero ni ellos ni los residentes en la zona habían conseguido hasta ahora un reconocimiento oficial como el que ha dado el forense de Nueva York. Nosotros llevamos años diciendo que hay miles de enfermos entre los residentes que vivían o trabajaban junto a las torres, pero apenas se han destinado fondos públicos a estudios o tratamientos médicos. Eso ahora va a tener que cambiar", explicaba ayer Kimberly Flynn, una de las responsables de una asociación que agrupa a vecinos y trabajadores del área.
La alcaldía, que a lo largo del último año ha encargado múltiples estudios en torno a los efectos de la nube tóxica sobre la salud -todos con resultados vinculantes- también va a tener que revisar el caso de James Zadroga, un policía que murió tras haber trabajado en la zona cero y que supuso el primer fallecimiento atribuido por un forense de Nueva Jersey a las toxinas de los escombros de las Torres Gemelas.
La decisión de Hirsch puede además tener consecuencias directas en la denuncia presentada contra la ciudad por 7.300 trabajadores de la zona cero, que reclaman compensaciones económicas. La ciudad de Nueva York puede tener que pagar indemnizaciones por importe de miles de millones de dólares.
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