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Lula y Bush ratifican su buena relación con un acuerdo para la producción de etanol

Brasil y EE UU quieren extender el uso del biocombustible como sustitutivo del petróleo

Antonio Caño

El presidente de Estados Unidos, George W. Bush, y el brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, firmarán hoy un acuerdo para expandir internacionalmente la producción y el comercio de etanol como combustible sustitutivo del petróleo. Si el compromiso de los líderes de los dos grandes colosos americanos trasciende verdaderamente a otras regiones del planeta, puede tratarse de un paso de enorme influencia para el futuro de la economía y la política mundial. Bush comienza en Brasil su gira por América Latina.

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Si hay algo en lo que Bush conecta con un sentimiento internacional mayoritario, especialmente en América Latina, es en la preocupación por la dependencia creciente del petróleo. Esta semana, en una reunión con periodistas latinoamericanos, Bush advirtió del peligro que representa el aumento del consumo de petróleo por parte de China y sus efectos en el precio del crudo y en la economía global. "Ser menos dependientes del petróleo incrementará, en última instancia, la seguridad económica en la región", dijo el presidente estadounidense.

Bush llegó anoche al país en el que la búsqueda de sustitutos del petróleo está más avanzada. Brasil es el mayor productor mundial de etanol -elaborado con caña de azúcar-. Es también el que ha desarrollado la tecnología para aplicarlo extensamente a los vehículos actuales y, sobre todo, para producirlo más barato, a una tercera parte de lo que cuesta en Estados Unidos.

Bush intenta ahora avanzar, junto con Brasil, en ese camino e intentar que otros países se sumen a ese progreso. El acuerdo que hoy ratificará con Lula afecta a distintas áreas. En primer lugar, se trata de compartir tecnologías e investigación para acelerar la producción de etanol en ambos países -en EE UU se produce a partir del maíz y de la soja-. Al mismo tiempo, se busca un ámbito de colaboración con los países de Centroamérica y el Caribe, grandes productores de caña, para promover allí la producción de biocombustible.

Por último, Bush y Lula se comprometerán a la promoción del comercio internacional de etanol mediante medidas para establecer niveles de calidad y, eventualmente, su cotización en los mercados de materias primas.

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Hay otro aspecto en el que Lula está también muy interesado, pero en el que Bush tiene poco que ofrecer, la reducción de los aranceles para la introducción del etanol brasileño en el mercado de EE UU y la eliminación de las ayudas públicas a los productores de maíz y soja. Ambas materias son competencia del Congreso estadounidense. Actualmente, Brasil vende ya la mitad de su producción anual (más de 16.000 millones de litros al año) en Estados Unidos.

Un espaldarazo significativo al mercado internacional de etanol representaría, no sólo un importante empujón para la economía brasileña (se espera que la producción de biocombustible podría duplicarse en poco tiempo), sino un fuerte éxito político para Lula. Si el líder brasileño -campeón del continente en popularidad- no puede transformar todo su carisma en influencia es, en gran medida, porque no dispone del generoso talonario que el petróleo le da al presidente venezolano, Hugo Chávez.

Aunque de procedencias ideológicas muy diferentes, Bush siempre ha admirado a Lula, y no tendría ningún inconveniente en que el presidente brasileño jugara el papel protagonista que hoy le roba Chávez. Pese a que, obviamente, no lo admita, tampoco a Lula le debe desagradar esa posibilidad.

El encuentro de hoy, por tanto, es el encuentro de dos personajes unidos por las circunstancias. Lula llama amigos tanto a Bush como a Chávez y nunca ha querido romper su buena relación formal con el venezolano, pese a los recelos mutuos. Bush, con una política pragmática en América Latina, tampoco empuja a Lula en ninguna dirección específica respecto a Venezuela. Pero tanto Lula como Bush son conscientes de que sólo ellos pueden pararle los pies al expansionismo ideológico del nuevo Fidel Castro.

Un cañón de agua de la policía colombiana dispara contra estudiantes de la Universidad de Bogotá que protestan por la visita de Bush.
Un cañón de agua de la policía colombiana dispara contra estudiantes de la Universidad de Bogotá que protestan por la visita de Bush.REUTERS

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