Los diarios secretos de Mussolini: ¿realidad o fraude?
Los expertos sospechan que los cuadernoshallados en Suiza pudieron ser falsificados por el dictador fascista para lavar su imagen
El 27 de abril de 1945, un comando de partisanos de la 52 Brigada Garibaldi comandado por Pier Bellini delle Estelle capturaba en la localidad de Dongo a Benito Mussolini. El Duce fue fusilado al día siguiente en Giulino de Mezzegra por decisión del Comité Insurreccional de Milán. Su cuerpo, junto al de su amante Claretta Pettaci, fue expuesto al escarnio público colgado de un gancho de carnicero cabeza abajo y semidesnudo en el Piazzale de Loreto de la capital lombarda. Hasta aquí los hechos objetivos y comprobados.
En el momento de su detención, el derrocado dictador llevaba en su equipaje lo que él consideraba su seguro de vida: una maleta con una serie de documentos entre los que se encontraría su correspondencia privada, anterior a 1940, con el entonces primer ministro británico, Winston Churchill. Igualmente había cinco cuadernos, escritos en papel de la Cruz Roja que daban cuenta de las reflexiones íntimas del dictador en el periodo que va de 1935 a 1939.
"Es una historia muy extraña", dice el director de la biblioteca a la que ofrecieron los diarios
Los diarios terminarían el 30 de agosto de 1939, un día antes de que la Wehrmacht de Hitler invadiera Polonia dando comienzo a la II Guerra Mundial. Aquí comienza la zona de sombras y la conexión suiza que envuelve a la historia de los supuestos diarios.
A los 62 años de la ejecución de Mussolini, el senador italiano Marcello Dell'Utri, de la derechista Forza Italia, el partido de Silvio Berlusconi, reveló el pasado sábado en Udine que estaba en posesión de esos cinco cuadernos, que habrían sido llevados clandestinamente a Suiza por uno de los partisanos que participaron en el arresto y ejecución del Duce. Los documentos, actualmente bajo custodia notarial en un banco de la ciudad suiza de Bellinzona, arrojarían (de ser auténticos) una nueva luz sobre el pensamiento político del líder fascista italiano.
El fragmento que más polémica ha creado es el que reza así: "No podemos y no debemos tomar las armas, que de todas maneras no tenemos", lo que hace pensar que Mussolini era contrario a la entrada de Italia en la guerra, a pesar de haber firmado acuerdos con Hitler poco antes.
También pueden leerse consideraciones de tipo personal como: "El Duce es el Duce y está en un pedestal y nadie lo puede criticar. Pero cuando baja del pedestal es uno como todos: simple y humano". Igualmente expresa su temor ante un posible cambio de la situación política y militar que llevara a Hitler a convertirse en un enemigo de Italia, en vez de un aliado. Según las fuentes consultadas, otros fragmentos tratan de la guerra colonial en Etiopía y del papel del fascismo italiano en la Guerra Civil de España.
El senador derechista Dell'Utri asegura haber tenido conocimiento de los diarios gracias a Maurizio Bianchi. Este hombre es el hijo de Lorenzo Bianchi, fallecido en 1988, uno de los partisanos que capturaron al Duce.
Maurizio Bianchi mostró los cuadernos originales al empresario de Lugano Davide Taddei, quien los habría mostrado a su vez a Silvio Berlusconi, quien habría expresado interés en publicarlos en alguna de sus editoriales, muy posiblemente en Mondadori. Lorenzo Bianchi habría cogido los cuadernos de Mussolini para llevarlos a Suiza, país donde se instaló y en el que crecerían sus hijos. "De ser eso cierto, los cuadernos han sido robados y deben ser restituidos al Gobierno de Italia. No se puede hacer negocio con ellos", explicó a este periódico Gerardo Rigozzi, director de la Biblioteca Cantonal de Lugano, Suiza.
Rigozzi fue la primera persona contactada para explorar las posibilidades de venta de los cuadernos por su amigo el profesor Gianfranco Castelli. La intención de los poseedores de los cuadernos era venderlos por un millón de euros a la biblioteca suiza. "Desde un primer momento, esta historia me pareció muy extraña dado que sólo me presentaron fotocopias y no me permitieron realizar las pericias de rigor con los originales", explicó el bibliotecario.
Ante las dudas sobre su autenticidad, y para no contrariar al Estado italiano, Rigozzi y sus superiores decidieron dejar pasar la oportunidad "dado que la situación es demasiado grande y compleja". Tras el fracaso de este primer intento, los manuscritos fueron ofrecidos al editor Gianpiero Casagrande, igualmente de la ciudad de Lugano
Grianfranco Castelli, profesor de Economía Política en el Liceo 1 de Lugano, explicó que el 2 de septiembre de 2005 fue a Caprino Romano Mussolini -el hijo del Duce y conocido pianista de jazz desaparecido en 2006-, para dar un concierto. Allí Romano pudo ver los cuadernos y se declaró "razonablemente convencido de su autenticidad" dado que afirmaba reconocer la escritura de su padre.
El lugar del encuentro fue el restaurante donde trabajaba Maurizio, el hijo del partisano de la Brigada Garibaldi. Al igual que Romano, Alessandra Mussolini, nieta del dictador y sobrina de Sofía Loren, pudo ver los originales en manos de Dell'Utri en Roma, y se declaró convencida de la autenticidad de los documentos.
En su edición de ayer, el semanario italiano L'Espresso, que dedicó al asunto la portada y ocho páginas, afirmó que los cuadernos "no son auténticos". La revista encargó tres exámenes periciales diferentes: una física química de la Universidad de Parma, una grafóloga de la Escuela de Grafología de Bolonia y una tercera al eminente especialista del periodo mussoliano, Emilio Gentile.
El senador Dell'Utri dijo estar convencido de la autenticidad de los documentos dado que conoce "bien su historia". A pesar de ello, no son pocos los observadores que consideran a Dell'Utri, notorio bibliófilo de origen siciliano, una fuente de fiabilidad por lo menos dudosa dada su implicación en diversos procesos judiciales aún no cerrados en su país. Entre otros, fraude fiscal, falseamiento de títulos, extorsión y asociación mafiosa.
En contra de la tesis sostenida por L'Espresso, los especialistas suizos afirman que los cuadernos son verídicos. Bruno Pellandini, redactor jefe del Corriere del Ticino, comentó a este diario que diversos exámenes periciales realizados por la policía científica de Bellinzona arrojan un resultado positivo.
Rizando el rizo de la confusión en este nebuloso asunto, a lo largo del jueves se hizo evidente que las personas que tuvieron acceso a las fotocopias de los documentos, entre ellas este diario, estaban leyendo dos textos diferentes, tanto en formato como en contenido. Unos verticales y con letra pequeña y otros horizontales y con escritura más grande. ¿Nos estaríamos encontrando entonces ante dos diarios, uno que terminaría en 1939 y otro que avanzaría en la guerra? "A mí entender, uno de estos dos diarios es el verdadero", opinó el profesor de Economía Gianfranco Castelli, aunque lo más posible es que sea imposible obtener certezas a corto plazo. "Calculo que tomará al menos un año o dos de investigaciones para llegar a conclusiones definitivas", comentó a su vez Gerardo Rigozzi, director de la Biblioteca Cantonal de Lugano.
La hipótesis más plausible que manejan diversos analistas es que los cuadernos suizos sean efectivamente una falsificación auténtica. Eso quiere decir que habrían sido escritos por Mussolini, pero en la fase final de la guerra con la intención de "lavar su propia imagen" ante la inminente derrota que se avecinaba. Mussolini confiaba en poder venderlos a alguna importante editorial para asegurarse un retiro confortable.
El historiador Marino Viganó señala: "Me da miedo que si estos libros se publican sirvan para hacer creer a la gente que éste fue el verdadero Mussolini, una especie de víctima de las circunstancias".
'Un montaje' para ganar dinero
Elena Curti es la hija natural de Benito Mussolini y Angela Cucciati. De 85 años, este testigo privilegiado de la Historia vive hoy en Viterbo, Italia, tras haber pasado 40 años de su vida en Barcelona. La señora Curti compartía el coche blindado de Mussolini en el momento de la captura del Duce por los partisanos en Dongo."Mi padre comentó en varias ocasiones entre 1942 y 1943 la existencia de sus diarios", relató Elena Curti. "Él decía que nunca abandonaba Palazzo Venezia (sede del Gobierno) sin al menos haber escrito unas líneas en su diario, lo cual prueba que los diarios deben existir en alguna parte, pero no demuestra que estos "cuadernos suizos" sean auténticos".Curti se declara "sorprendida" de la coincidencia de la aparición de estos cuadernos 62 años tras la muerte de su padre. "En mi opinión son falsos, pero no hay que precipitarse", explicó."Fui contactada a finales de los años cuarenta por un antiguo miembro del Gobierno de la República de Saló", recordó, "quien afirmaba estar en posesión de los diarios de mi padre y quería encontrar comprador". La hija de Mussolini explicó que posteriormente contactó al influyente editor Angelo Rizzoli quien expresó su "gran interés" en sacar los textos a la venta. "Pero yo nunca estuve en posesión de los diarios ni pude leerlos siquiera", se lamenta la anciana.Elena Curti es autora de un libro de memorias llamado Il chiodo a tre punte (El clavo de tres puntas). ¿Por qué ese curioso nombre? "Porque ése fue el método que utilizaron los partisanos para reventar los neumáticos del coche blindado que nos transportaba a mí y a mi padre hacia el Valle de la Valtellina donde él esperaba proseguir el combate hasta rendirse a los británicos, a los que él consideraba gentlemen.
En su opinión, la historia de los "cuadernos suizos" es una estafa creada con el exclusivo móvil del beneficio económico. "Es un montaje", sentencia.
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