El Gregorio Marañón aplica una terapia cardiaca con células madre de grasa
El hospital participa en un estudio internacional para pacientes que no tienen otra opción
El hospital Gregorio Marañón de Madrid ha aplicado, por primera vez en el mundo según sus responsables, una terapia cardiaca con células madre procedentes del tejido adiposo del propio paciente. Se trataba de resolver un problema de isquemia o falta de irrigación sanguínea del miocardio (músculo cardiaco) en un varón de 67 años, que fue dado de alta a las 48 horas. Esta patología, que no disponde de otro tratamiento, ni siquiera el trasplante de corazón, afecta gravemente a la calidad de vida del paciente y se expresa con episodios de angina de pecho y/o insuficiencia cardiaca.
Es el primer caso de un estudio clínico que incluirá un total de 36 pacientes con el mismo problema de irrigación sanguínea que dificulta la actividad contráctil o de bombeo del corazón. La intervención tuvo lugar el 30 de enero y fue realizada por Francisco Fernández-Avilés, jefe del servicio de Cardiología del Gregorio Marañón, en colaboración con Emerson Perin, del Instituto del Corazón de Tejas en Houston (EE UU). Ambos centros llevan meses colaborando en este proyecto, que tardará al menos dos años en ser finalizado para poder evaluar resultados concluyentes.
"Nuestro paciente se encuentra perfectamente por el momento. Y estamos muy esperanzados con la nueva línea terapéutica. Pensamos que los resultados pueden ser exitosos y muy esperanzadores, aunque todavía hay que ser muy cautos", explicó ayer Fernández-Avilés, en compañía del subgerente del hospital, Carlos Pérez de Oteyza.
Una vez extraídas y seleccionadas las células por los cirujanos plásticos, empieza el trabajo de los cardiólogos intervencionistas: "Mediante la introducción de un catéter por la arteria femoral, y ayudados por unos complejos métodos tecnológicos, realizamos un mapeo del corazón. En este proceso visual se reconstruye el miocardio y un código de colores nos va indicando dónde debemos aplicar las células madre. El implante se realiza también por medio de un catéter que llega desde la ingle hasta al corazón a través de la arterial femoral y con el que se ha transportado un total de 28 millones de células, que han sido inyectadas en diferentes puntos del área cardiaca enferma. Estas células tienen la capacidad teórica de formar nuevos vasos que irriguen el miocardio", explicó Fernández-Avilés.
Investigaciones previas de carácter experimental con terapia celular en modelos animales avala la viabilidad, eficacia y seguridad del uso de células madre de la grasa corporal.
Todo empezó en 2001, cuando la científica estadounidense descubrió que las células madre del tejido adiposo tenían un gran potencial terapéutico. En sólo dos horas el servicio de Cirugía Plástica del Gregorio Marañón extrajo por liposucción el pasado 30 de enero las células grasas del abdomen del paciente. Estas células se sometieron luego a un proceso de selección y purificación, y finalmente fueron implantadas en el corazón enfermo.
Según Rosa Pérez Cano, jefe del servicio de Cirugía Plástica, de entre las células grasas, conocidas como estroma, se aíslan las llamadas células mesenquimales, que tienen una gran capacidad de diferenciación y transformación en otros tejidos. "La novedad del proceso", explica, "radica en que, a diferencia de otras células madre de la grasa, las mesenquimales no necesitan ser cultivadas durante semanas, sino que a las dos horas de la extracción pueden estar ya a disposición de los cardiólogos para realizar el implante. Esto ha permitido que en el mismo día, aunque en dos tiempos quirúrgicos diferentes, se complete todo el procedimiento en un periodo de cinco horas".
En septiembre de 2006 el jefe de Cardiología del hospital Gregorio Marañón practicó una operación similar con células que procedían de la médula ósea del propio paciente extraídas tres semanas antes.
El hospital La Paz de Madrid, bajo la dirección del cirujano Damián García Olmo, lleva desde 2002 aplicando células madre del tejido graso para la reparación de fístulas perianales recidivantes, que requieren varias semanas previas de cultivo. Los primeros resultados de esta iniciativa, también pionera en el mundo, fueron publicados en 2003 en la revista International Journal Colorectal Diseases.
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