Tim Robbins se indigna con Gallardón
"Me he sentido utilizado", dice el actor estadounidense después de posar junto al alcalde
Tim Robbins aporta a las causas sociales y políticas todo el glamour que desprende su condición de estrella hollywoodiense. Dice que rechaza de plano la comparecencia pública con políticos: "No acostumbro a salir con políticos en mi país. Lo que tenga que decirles intento que sea en privado. Y esto se aplica tanto a republicanos como a demócratas". Ayer, sin embargo, las cosas no salieron según el guión previsto.
El ganador de un Oscar por su interpretación en Mystic River se mostraba tenso. Con la misma convicción y gravedad con la que interpreta sus personajes, declaró haberse sentido "utilizado". Vino a Madrid para apoyar un festival de cine solidario que abrió anoche su programación con su nueva película, Atrapa el fuego. Sin previo aviso, se encontró posando frente a los fotógrafos junto a Alberto Ruiz-Gallardón. "Mi intención era apoyar el festival, no posar con él. Me parece curioso que siendo un festival sobre solidaridad el alcalde encuentre la manera de sacarse la foto y, sin embargo, no sea capaz de solidarizarse con una manifestación en la que 150.000 ciudadanos piden la paz. A lo mejor alguien me lo puede explicar", declaró Robbins. El actor expresó su solidaridad con las víctimas del último atentado de ETA y aprovechó para enfatizar lo mucho que le gusta pasar por Madrid.
Sin embargo, el director de Pena de muerte quería evitar estar en la foto con las autoridades locales. Pero el alcalde -tras presentar a la prensa en el cine Palafox, junto a la concejala de Asuntos Sociales Ana Botella, los actos previstos para el I Festival de Cine Solidario- se sumó al encuentro que Robbins mantenía con los fotógrafos en el mismo cine.
La rueda de prensa del actor estaba programada por separado. La sesión de fotos conjunta no estaba prevista y Robbins no dudó en explicarlo frente a los periodistas minutos después del posado robado y, posteriormente, en las entrevistas que mantuvo con motivo del estreno comercial de su película el próximo viernes. Los representantes de su productora, Universal Internacional Pictures, se mostraron igualmente sorprendidos. El director de Inmigración y director del festival, Tomás Vera, achacó a estos últimos la culpa: "Es la productora la que decide traer a Robbins a Madrid para promocionar la película y cuál será el protocolo a seguir durante la presentación".
Ya lejos del escenario, en un hotel madrileño, sentado en un sofá y vestido de riguroso negro, Robbins se arrancó de nuevo contra la manipulación de la que se sentía objeto: "No era mi intención salir en la foto con políticos". El actor elogió, sin embargo, la actitud de la ciudadanía frente al terrorismo y habló acerca de la manifestación en rechazo de ETA del pasado sábado en Madrid: "Encuentro muy inspirador que la gente salga a la calle a rechazar la violencia, especialmente viniendo de un país tan adormecido como el mío. No creo que en Estados Unidos se pudiera dar una manifestación así".
Robbins, que se lanzó a la dirección con la sátira sobre un senador derechista en Ciudadano Bob Roberts, aseguró que no le importaría interpretar al presidente Bush siempre que el papel estuviera bien escrito. "Sin duda, sería una gran tragedia americana", aseguró. El actor tuvo duras palabras para su presidente: "Tras la votación abrumadora para acabar con la guerra de Irak en noviembre, sigue despreciando al pueblo americano. Ahora envía a 20.000 soldados más".
A pesar de la firmeza de sus convicciones políticas, Robbins confiesa sentirse atraído por la complejidad del ser humano, por la transición que lleva "a un hombre bueno hacia el mal". Uno de los caminos es la tortura. La misma con la que que su personaje, el policía surafricano Nic Vos, castiga a los sospechosos del Consejo Nacional Africano que luchan contra el apartheid en Atrapa el fuego. "Mi trabajo consiste en tener empatía con el personaje que interpreto aunque la historia le haya juzgado. Me acerqué a Vos más allá de la política, pensando en qué consiste ser policía en un Estado que se desintegra", explicó. Robbins rechaza la idea de que el torturador quede impune moralmente: "Al torturar estás matando una parte de ti. El policía que tortura compromete su humanidad y su moralidad". Las sociedades que permiten esto tampoco quedan incólumes, sostiene: "La pregunta que deberíamos hacernos es si nuestro Gobierno está metido en torturas, qué parte de nuestra moralidad está comprometida, qué parte de nosotros se está matando".
El actor no busca justificaciones pero sí incorpora información a sus juicios: "Me reuní con policías surafricanos que torturaron. Algunos sabían que estaba mal y otros lo hicieron como un acto patriótico. Me interesa saber cómo la gente acaba haciendo el mal". Asegura que el miedo es un factor importante en esta historia, como lo sigue siendo en la coyuntura política actual de Estados Unidos: "Nuestros líderes están usando el miedo para gobernar".
Un actor comprometido con las causas sociales
Nacido en California en 1958 y crecido en el Greenwich Village neoyorquino, Tim Robbins y su pareja, la actriz Susan Sarandon, han demostrado su compromiso político desde hace más de una década. En la gala de los Oscar de 1993 alzaron sus voces para denunciar la reclusión en la bahía de Guantánamo de centenares de haitianos enfermos de sida. Forman parte del partido verde y han mostrado su oposición frontal a la guerra de Irak y al Gobierno de Bush. En febrero de 2003, Robbins se unió a la manifestación contra la guerra en Londres. "He tenido mucha suerte de haber crecido en una familia y en un tiempo en el que se pensaba que el compromiso social y político era una parte muy importante de las personas", aseguraba ayer. Él rechaza cualquier actitud victimista y piensa que su postura no le ha cerrado puertas. "Un actor no comprometido políticamente tiene altibajos. Pensar que el compromiso tiene algo que ver con esto es paranoico y peligroso. He conocido a gente maravillosa como Altman o Springsteen gracias a ello".
Babelia
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