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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Mucho por hacer

Dos años han pasado desde el terrible tsunami que azotó a una docena de países del sur de Asia y causó más de 230.000 muertos y cerca de dos millones de damnificados. Como recordatorio, un fuerte terremoto en Taiwan acaba de dejar incomunicada a buena parte de Asia. Mucha tarea queda por hacer para paliar los efectos de aquel tsunami, como ha confesado el ex presidente Bill Clinton, enviado especial de la ONU para la reconstrucción, quien reconoce que las cosas se podían haber hecho mucho mejor. Muchos de los afectados por el maremoto siguen sin hogar, la calidad de las viviendas construidas es deficiente, se ha detectado corrupción que implica a algunas ONG y persisten las divergencias para crear un sistema regional común de alerta temprana.

La solidaridad mundial fue entusiasta y ejemplar desde el primer momento. Sin embargo, no todos los 8.000 millones de dólares que, según datos del Banco Mundial, se comprometieron para las tareas de reconstrucción han llegado a su destino. En la lista de incumplimientos -debidos a negligencias, burocracia, pillería o simple incapacidad de los gobiernos receptores- figuran, entre otros, España. De entre los más afectados, sólo Tailandia ha sido capaz de recuperar el pulso y revitalizar su industria turística. Por el contrario, Indonesia, el más azotado por el maremoto (170.000 muertos), y Sri Lanka (35.000 muertos) no levantan cabeza. En Sri Lanka hay que añadir el resurgimiento sangriento de la independentista guerrilla tamil, que decidió prácticamente paralizar sus actividades a raíz de la catástrofe. En la provincia indonesia de Aceh (Sumatra), la zona más devastada, la tarea de reconstrucción es aún ingente; y lo peor es que una cuarta parte de las 50.000 casas levantadas para alojar a los damnificados tendrán que ser demolidas por deficientes.

De nuevo cabe recordar la necesidad de un organismo que bajo el paraguas de la ONU sea capaz de coordinar la ayuda internacional en casos de catástrofes. Pero, además, los países potencialmente en peligro de catástrofes de este tipo deberían dar muestras de sensatez acordando de una vez para siempre el establecimiento de un sistema de alerta temprana.

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