"Me decepciona que muera sin condena"
"La verdad es que estoy un poco decepcionada. Ya suponía que iba a pasar. Pinochet no debía morir, porque debía recibir una sentencia de la justicia. Me decepciona que muera sin condena". Pepa Llidó, la hermana del cura valenciano desaparecido en Chile en 1974 Antoni Llidó, no disimulaba ayer su frustración, minutos después de conocer la muerte del ex dictador.
"Es verdad también que tiene la condena de la opinión pública mundial, porque es uno de los dictadores más odiados, pero al final se muere sin una sentencia de la justicia en sus muchos procesos", explica con la voz un tanto entrecortada. El timbre del teléfono ha alterado definitivamente la tarde en el domicilio de la familia que lleva más de 30 años luchando para exigir justicia y para esclarecer la desaparición de uno de sus miembros. Pero la lucha no ha sido en balde: el pasado 8 de noviembre, la Corte de Apelaciones de Santiago desaforó a Pinochet por su responsabilidad en el caso Llidó. "Al menos, este último mes hemos tenido esa satisfacción. Ahora el proceso continuará contra los nueve agentes de la DINA [Dirección de Inteligencia Nacional]", apunta la hermana de Antoni. El dictador dijo de él que no era un cura, sino un marxista al que había que torturar para hacerle hablar, según un testimonio clave para que se le retirara la inmunidad. Tenía 38 años cuando se perdió todo su rastro en un campo de tortura chileno.
Pepa Llidó lamenta que durante "los 17 años de democracia" en Chile no se haya juzgado y sentenciado a Pinochet y recuerda, en este sentido, "el compromiso de las fuerzas políticas chilenas" justo después de la dictadura. Por eso subraya la gran importancia que tuvo la detención del ex dictador en Londres en 1998 para desbloquear los procesos en Chile. Ahora espera disipar sus dudas sobre si al final Pinochet será enterrado como un militar, según anunció la presidenta chilena, Michelle Bachelet, o con honores de un ex jefe de Estado.
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