El auge de la izquierda populista
Chávez aspira a una mayor influencia en Mercosur con la entrada de Ecuador y de Bolivia
La rotunda victoria de Hugo Chávez el pasado domingo en Venezuela y la no menos importante de Rafael Correa en Ecuador, una semana antes, han puesto el colofón a 14 meses en los cuales se han dirimido 12 procesos electorales en Latinoamérica.
El 85% de la población ha sido convocada a las urnas y en cuatro ocasiones han vencido los candidatos partidarios de una izquierda menos contemporizadora, que propone un nuevo modelo en las relaciones del continente. Hasta el 26 de noviembre Chávez vivía un paulatino proceso de aislamiento regional tras las victorias conservadoras en Colombia y México y la derrota en Perú del candidato al que apoyaba abiertamente, Ollanta Humala. A pesar de las declaraciones de amistad tanto del brasileño Lula da Silva como del argentino Néstor Kirchner -que además le han acogido en 2006 como miembro del Mercosur-, en lo concreto el venezolano apenas veía avanzar su modelo de integración regional más allá de acuerdos con Bolivia y Cuba. Su intervención ante la Asamblea General de la ONU, con insultos al presidente de EE UU, provocó el silencio incómodo y las críticas de Gobiernos afines. Mientras, en Ecuador se perfilaba como futuro mandatario el multimillonario conservador Álvaro Noboa, vencedor en la primera vuelta.
Lula es visto como un factor de contención ante el nuevo mapa político de la región
Pero las urnas han cambiado el panorama. El populista Rafael Correa, amigo personal del mandatario venezolano, ocupará ahora el palacio presidencial de Quito y ya ha anunciado dos acciones concretas: pedirá la entrada de Ecuador en Mercosur y firmará acuerdos con Caracas para refinar petróleo en Venezuela. Integración económica fuerte al margen de los acuerdos comerciales con EE UU y energía, los dos ejes sobre los que se mueve el proyecto regional de Chávez. Bolivia ya tiene los acuerdos petrolíferos con Venezuela y también llama a la puerta del Mercado Común Suramericano. En meses el nuevo Mercosur puede tener a tres de siete miembros en las filas del denominado movimiento bolivariano.
"Su victoria ha sido muy importante y muy limpia, con lo cual puede buscar mayor protagonismo en la región", destaca Jorge Lavopa, uno de los directores del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI). Chávez tendrá la oportunidad de evaluar su influencia tras los resultados en la reunión que mantendrán el próximo fin de semana en la ciudad boliviana de Cochabamba los mandatarios de la Comunidad Sudamericana de Naciones (CSN), un organismo creado hace dos años que en todo este tiempo no ha celebrado ninguna reunión al más alto nivel. Perú, país que desde abril ha retirado a su embajador de Caracas, ya ha pedido por boca de su ministro de Exteriores, José Antonio García Belaúnde, que "el pragmatismo se imponga sobre las ideologías" en la construcción suramericana y que Brasil encabece el proyecto integrador latinoamericano.
Tradicionalmente los países suramericanos han sido reticentes al liderazgo brasileño, pero ahora Lula es visto como un factor de contención ante las propuestas políticas sobre todo en materia exterior de los países gobernados por la izquierda populista.
En los países de izquierda más moderada se observa con simpatía, pero también con reticencia, la acción exterior venezolana. Un ejemplo es el roce con Argentina por la actuación del embajador venezolano en Buenos Aires, Roger Capella. La polémica comenzó cuando Capella apareció junto al líder piquetero y en ese momento miembro del Gobierno Luís D'Elia en un acto de apoyo a Irán, cuyo ex presidente es reclamado por la justicia argentina como responsable de una atentado antisemita perpetrado en 1994. Prácticamente en paralelo se anunció que medio centenar de piqueteros del Movimiento Territorial de Liberación (MTL) viajarían a Venezuela para formar una "brigada internacional".
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