El sospechoso mercado del 'txakoli'
Las inspecciones del Gobierno destapan irregularidades en las denominaciones de origen
Las dos variedades de uva del txakoli (hondarribi zuri y hondarribi beltza) no son precisamente de las que dan mayor cantidad de vino. El Ministerio de Agricultura señala que los viñedos para blanco de Guipúzcoa (sólo existe el txakoli) podrían dar una cantidad máxima de 78 hectolitros por hectárea. Sin embargo, la media de las campañas en Getaria resulta muy superior. Grandes bodegas de esta denominación, como Txomin Etxaniz, han llegado a alcanzar los 115 o 121 hectolitros, lo que arrojaría un rendimiento por hectárea de 17.000 kilos de uva, muy por encima de los límites que fija el ministerio y el propio Reglamento de la Denominación de Origen (DO), establecidos en 13.000 kilos.
La Denominación de Origen de Getaria niega que exista fraude en sus bodegas
Los inspectores de Agricultura han demostrado que no se usan cartillas de viticultor
¿Cómo es posible? La respuesta la han ido dando año tras año los funcionarios del Departamento de Agricultura en sus inspecciones, destapando fraudes que impedían saber a ciencia cierta la procedencia de la uva o del propio vino, como prueban las actas levantadas. Una portavoz de la consejería señaló a este periódico el pasado viernes que las inspecciones prueban el control que exige el Ejecutivo. Agregó que muchas de estas inspecciones terminan en un expediente informativo o en sanción y que nunca se abandonan. Sin embargo, la secretaria técnica de la DO de Getaria, Ruth Mozo, negó el mismo viernes que se haya registrado ninguna irregularidad en las bodegas amparadas y rechazó que se compre vino a bodegas ajenas a la denominación para comercializarlo con etiqueta de Getariako Txakolina. Es más, consideró que el fraude con el txakoli sólo proviene de las bodegas no inscritas en la denominación.
El Gobierno mostró su extrañeza por esa afirmación de que no había habido inspecciones. Pocas horas después, el propio presidente de la DO, Iñaki Txueka, se ponía en contacto con este diario y confirmaba que ha habido inspeciones y sanciones, sin especificar cuáles. La ley vasca de Ordenación Vitivinícola, de mayo de 2004, impulsada por el actual consejero, Gonzalo Sáenz de Samaniego, otorga al departamento amplias competencias de control sobre las denominaciones de origen, en cuyos consejos está presente, con voz, pero sin voto. Además, el artículo 14.m del decreto de estructura orgánica de Agricultura deja en manos de la Dirección de Calidad Alimentaria el control de los fraudes agroalimentarios, incluida la potestad sancionadora.
La gran pregunta que se plantean los expertos vitivinícolas y los inspectores oficiales es de dónde sale tanta uva o, lo que es lo mismo, tanto vino. Las inspecciones demuestran que no existen libros de registro y que la uva de terceros se contabiliza como propia. Lo más grave es que, según las inspecciones, tampoco se utilizan cartillas de viticultor, algo que establecía en su artículo 29 el anterior Reglamento de la DO de Getaria, en vigor hasta el pasado septiembre, y que se mantiene en los nuevos de las tres denominaciones. Esta cartilla, sobre la que, por ejemplo, existe un fuerte control en Rioja, permite conocer el rendimiento real de cada viñedo. Sin cartilla todo queda en manos de la declaración del productor. Txueka asegura que "las cartillas se utilizan".
La producción de uva resulta, por definición, variable. Los últimos años han sido buenos para el vino y han hecho que en Rioja, cuyo tope son 45 hectolitros por hectárea, haya excedentes. En las denominaciones de origen del txakoli los excedentes no existen. Las cosechas, especialmente las de las bodegas de Txomin Etxaniz, propiedad de la familia Txueka, son siempre abundantes.
Las inspecciones del Gobierno, realizadas antes y después de la entrada en vigor de la Ley de Ordenación Vitivinícola, reflejan también problemas a la hora de entregar las contraetiquetas que distinguen a la DO. Por un lado, mantener las lías (hollejos, restos orgánicos como levaduras, hojas y otros) con el vino hasta el embotellado se traduce en que los litros de vino calificados puedan ser hasta un 4% más que el número de litros reales. Por otro lado, en alguna de las grandes bodegas de la DO de Getaria se descubrieron casi ocho veces más contraetiquetas que litros de vino a embotellar. Las bodegas de esta denominación declaran siempre que no sobran contraetiquetas.
Ya que en las tres denominaciones del txakoli no se registran excedentes, como existen en otras, en teoría resulta imposible que haya vino de las distintas bodegas sin etiquetar. Sin embargo, se encuentra con facilidad en sociedades gastronómicas guipuzcoanas como procedente de alguna de las bodegas de la DO, aunque en botellas sin etiqueta y sin contraetiqueta. ¿De dónde sale este vino?
El txakoli se ha convertido en los últimos años en un producto de gran aceptación y consumo. Las tres DO venden cada año en conjunto casi tres millones y medio de botellas (ver gráfico). Varios expertos elevan este número hasta los seis millones si se incluyen los txakolis sin denominación de origen producidos en el País Vasco. El coste de elaborar una botella de txakoli ronda el euro y medio, ya que el proceso desde la cosecha hasta el envasado dura unos tres meses. Una botella de txakoli de las DO se vende en tienda a un precio superior a los seis euros.
La DO Bizkaiko Txakolina nació en 1994 y suma 70 bodegas y 280 viticultores. En 2005, se vendimió en sus 210 hectáreas uva suficiente para elaborar 950.000 litros de txakoli, según su consejo regulador. Su secretario técnico, Anton Txapartegi, reconoce que Bizkaiko Txakolina busca una ampliación de las plantaciones de esta denominación de origen, que abarca todo el territorio, lo que permite a las bodegas abastecerse de uva de cualquier viñedo vizcaíno.
La denominación de origen Getariako Txakolina, la más veterana, se circunscribe a tres municipios: Getaria, Zarautz y Aia. Cuenta con 17 bodegas y 59 viticultores, con un total de 227 hectáreas de viñedo que en 2005 produjeron 1,5 millones de litros. La más joven, Arabako Txakolina, sólo cuenta con 76 hectáreas, restringidas al valle de Ayala.
¿Quién controla al controlador?
La típica pregunta de quien controla al controlador se puede perfectamente aplicar a la Denominación de Origen del Txakoli de Getaria. Su presidente es Iñaki Txueka, quien en sus bodegas familiares elabora algo más del 25% del total de botellas que produce esta denominación. Txueka es un veterano político del PNV que ha pasado por el Departamento de Agricultura y la Diputación de Guipúzcoa, precisamente como responsable de Agricultura. Desde el año 2000 es diputado peneuvista en el Congreso.
A Txueka se le concede el mérito de ser el padre del nuevo txakoli.Hace apenas diez años, sus bodegas, Txomin Etxaniz, producían unas 30.000 botellas y en 1998, año de la OCM del vino que prohibió las libres plantaciones, llegaba a 45.000, según sus declaraciones de entonces. El negocio se ha multiplicado y el pasado año su producción se acercó a las 450.000 botellas.
Txueka es el presidente que debe controlar el fraude. Por encima, tan solo tiene al propio Gobierno vasco, al que Ley de Ordenación Vitivínicola concede grandes competencias de control. La actual Dirección de Calidad del Departamento de Agricultura ha tenido varios nombres en los últimos años. Hoy la encabeza Irene Pardo y de ella dependen gran parte de los controles que se realizan a las bodegas de las denominaciones de origen.
En 1991, cuando el también peneuvista José Manuel Goikoetxea era consejero de Agricultura, Txueka ocupó la dirección equivalente, entonces llamada de Política Alimentaria, que abandonó a petición propia. Dejó el paso a German Muruamendiaraz, hoy responsable de la Fundación Kalitatea, encargada de garantizar la calidad de productos alimentarios vascos.
En 1999, la Dirección de Política e Industria Agroalimentaria, heredera de la que ocupó Txueka, tras pasar por las manos del hoy gerente de Neiker, Asier Albizu, terminó en las de Esteban Saenz de San Pedro. Fuentes del sector vitivinícola aseguran que éste último saltó del cargo por intentar mediar en la cuestión del txakoli. Le sustituyó José Antonio Suso, nombrado en octubre pasado viceconsejero de Política e Industria Alimentaria. Una portavoz del departamento ha asegurado a este diario que todas las inspecciones siguen su curso administrativo.
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