Grandísimo actor
El Pachequín de Los cuernos de don Friolera, el Segismundo de La vida es sueño, el presidiario de El beso de la mujer araña, el Veguillas de Tirano Banderas, el general Franco de Dragon Rapid, el señorito de Los santos inocentes, el San Juan de la Cruz -del que, por cierto, Juan Diego salió con su firma cambiada a fuerza de rubricar con pluma de ave la del poeta-, creaciones inolvidables del grandísimo actor, construidas todas desde afuera hacia adentro, no podía ser de otra manera, colgando de una percha del camerino su propia identidad para, metiéndose en la piel del otro, ser nosotros mismos. Ahora San Sebastián premia a Juan Diego por su interpretación de un padre de estos tiempos, que son los nuestros, hecha desde dentro hacia afuera, como si durante todos estos años la vida lo hubiera estado preparando para llenar de verdad la estupenda película de Víctor García León. Y la llena. No se lo pierdan.
Babelia
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