Mucho cine, ningún avión privado

El avión privado es siempre un signo de riqueza. El Festival Internacional de Cine de San Sebastián no fletará este año ninguno. Su presupuesto, de seis millones de euros, no le alcanza para trasladar a la ciudad a las grandes estrellas de Hollywood, como lo ha hecho recientemente Venecia y lo hará en octubre el nuevo certamen de Roma. Por eso, hace unos años optó por primar el cine de calidad independiente frente al glamour. También lo hará este año en su 54º edición, que arranca hoy con la proyección del filme británico Ghosts, de Nick Broomfield. Esta película encierra en sí misma las dos grandes líneas argumentales de esta gran cita: una mirada al fenómeno de la emigración y la puesta en valor de la no ficción como género cinematográfico. Ghosts, sobre la muerte de 23 inmigrantes ilegales chinos en Inglaterra en 2004, luchará con otras 15 películas, tres de ellas de factura española, por la Concha de Oro.

"En cuestión de estrellas no podemos competir con Venecia, un festival que cuenta con un atractivo muy especial para los americanos", explicaba ayer "inquieto pero no atacado" Mikel Olaciregui, director del certamen desde 2001. "Nuestro modelo es claramente otro. Hace ya años que apostamos por invitar solamente a los actores y actrices que presentan aquí sus trabajos". El certamen ha realizado este año gestiones para incluir en su programación Fur, protagonizada por Nicole Kidman y dirigida por Steven Shainberg. Pero había una condición sine qua non para atar su presencia en San Sebastián: un avión privado a su disposición desde cualquier parte del mundo. Finalmente, fue el Festival de Roma el que se llevó el gato al agua y se presentará al mundo en su primera edición con este filme el 13 de octubre.

"El tema de las estrellas es en parte una cuestión presupuestaria y de oportunidad", dice el director. Venecia tiene un presupuesto que ronda los 10 millones de euros y Roma se estrena con 12. En todo caso, Olaciregui defiende que habrá un goteo de estrellas, aunque no sean tan rutilantes. Cita entre ellas a Diane Kruger, protagonista de Copying Beethoven; Tom DiCillo y Steve Buscemi (Delirious), y Oliver Stone (Word Trade Center).

El festival hará este año un gran despliegue de cine europeo, mostrará menos producciones latinoamericanas que otros años y dará tres ejemplos del cine norteamericano independiente en competición. En la carrera por la Concha de Oro estarán cineastas consagrados como John Boorman (The Tiger's Tale); Tom DiCillo, Carlos Sorín (El camino de San Diego) o Marion Hänsel (Si el viento sopla la arena), pero también nuevos realizadores. Víctor García León opta a este galardón con su segundo filme, Vete de mí; Javier Rebollo se estrena en la dirección de largometrajes con Lo que sé de Lola, y Antonio Chavarrías vuelve a la gran pantalla con Las vidas de Celia. Sin embargo, uno de los principales atractivos de esta sección se proyectará fuera de concurso. Se trata de The boss of it all, de Lars von Trier, quien no viajará a San Sebastián por su conocido miedo a volar. El cineasta danés sí estará presente a través de una videoconferencia desde Copenhague para defender esta comedia, con la que se toma un respiro sobre su trilogía sobre América iniciada con Dogville y Manderlay y con la que se acoge de nuevo a las reglas del dogma que él mismo impulsó.

El fenómeno de la emigración se presenta como una de las dos grandes líneas de esta edición del festival. La tragedia de quienes buscan una vida mejor fuera de sus países no sólo estará presente en algunos de los títulos de la Sección y de Zabaltegi, sino que centra un gran ciclo. "Emigrantes es una idea que teníamos presente desde principios de año por su cercanía, por su actualidad. Queríamos mostrar cómo han sido todos los movimientos migratorios a lo largo de la historia a través del cine".

La otra gran línea por la que caminará el festival, como ya lo ha venido haciendo en las últimas ediciones, será el auge de la no ficción; la realidad vista por los cineastas. "Las fronteras entre realidad y ficción se difuminan", apunta el director del certamen. Word Trade Center, reflejo de esta tendencia, será una de las tres películas que se proyectará en el velódromo de Anoeta, que cumple su 20º aniversario.

Los carteles engalanaban ya ayer las calles de San Sebastián y todo estaba casi a punto para esta gran cita cinematográfica. Entre los nervios y la inquietud de las horas previas a la inauguración, los responsables del certamen se lamentaban de una única cosa: la decisión del ayuntamiento, uno de los socios del festival, de levantar justo ahora todo el suelo de la gran plaza que une los dos centros neurálgicos, el hotel María Cristina y el Kursaal, a su paso por el teatro Victoria Eugenia.