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Guerra en Oriente Próximo

Refugiados de Líbano al borde de la tragedia

Las ONG exigen el acceso humanitario a más de 100.000 personas atrapadas en el sur

Guillermo Altares

Diferentes organizaciones humanitarias internacionales, desde la ONU hasta la Cruz Roja, afirmaron ayer que la situación para las decenas de miles de civiles atrapados al sur del río Litani, en la franja en la que se desarrolla la parte más dura de la ofensiva israelí contra Líbano, puede ser desesperada en los próximos días por falta de medicinas y agua potable si el Tsahal no levanta su amenaza [que no duda en cumplir] de disparar contra cualquier vehículo que se mueva. "Estamos pidiendo permiso al Ejército israelí desde el viernes para llevar ayuda y la respuesta ha sido 'no' una y otra vez", explica desde Tiro, al sur de Líbano, Roland Huguenin, portavoz del Comité Internacional de Cruz Roja.

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Las agencias humanitarias calculan que alrededor de 100.000 civiles se encuentran atrapados, con apenas acceso a agua potable -la principal planta del sur del país fue destruida justo al comienzo de la ofensiva-, sin electricidad y con una dramática falta de gasolina, que está apagando lentamente los pocos generadores que todavía están en funcionamiento.

Mientras, desde Nueva York, el vicesecretario general para Asuntos Humanitarios de la ONU, Jan Egeland, ha calificado de "desgracia" las enormes dificultades que los combatientes están poniendo a los convoyes con ayuda humanitaria. Desde Beirut el Programa Mundial de Alimentos de Naciones Unidas alertaba sobre la necesidad de abrir "las líneas de aprovisionamiento". "Por ahora no se ha producido ninguna respuesta sobre el terreno", señala Dalgeet Bagga, portavoz de la ONU.

El presidente internacional de la organización Médicos Sin Fronteras (MSF), Rowan Gillies, explicó ayer en Beirut que los obstáculos de los militares hacen muy difícil la llegada de material médico a la zona de guerra. "Tenemos que poder movernos para asistir a la gente, porque en caso contrario aumentará el número de víctimas", explicó. La Unión Europea hizo también un nuevo llamamiento al cese de las hostilidades "para permitir un acceso seguro de la ayuda".

Para la Cruz Roja, un ejemplo ilustra la absoluta negativa del Ejército israelí a permitir, desde hace casi una semana, cualquier tipo de movimientos para ayudar a los civiles. "Una bomba destruyó el martes un orfanato dependiente de Hezbolá en la localidad de Maarub. Normalmente, lo ocupan unos 175 niños, pero en estos momentos estaba vacío. Sólo quedaban el guardián y su familia, esposa y tres hijos. Un misil derrumbó el edificio y los niños quedaron atrapados bajo bloques de cemento. El guardián nos llamó desesperado asegurando que escuchaba las voces de los pequeños bajo los escombros, pero que no podía llegar a ellos. Llevamos desde entonces pidiendo una y otra vez garantías de seguridad al Ejército israelí para desplazarnos a la zona, pero ¿si no las logramos para las ambulancias como vamos a conseguirlas para la maquinaria pesada necesaria para remover los bloques de cemento armado?", relata Roland Huguenin. "De todos modos, ya no creo que podamos hacer mucho por los niños", agrega.

Sólo hay un paso abierto entre Siria y Líbano, en la frontera norte de un país que sufre un bloqueo aéreo y marítimo -un buque fletado por la ONU, con combustible destinado al sur de Líbano, lleva una semana parado en Chipre porque no ha recibido garantías de seguridad-, aunque un barco de la Cruz Roja pudo salir ayer de la isla hacia el sur tras recibir permiso israelí.

Autopista cortada

Los camiones con ayuda humanitaria de todo tipo, desde colchonetas hasta comida o medicinas, para los 900.000 refugiados y desplazados que ha provocado el conflicto se amontonan en la frontera. Dado que la autopista que une el norte con Beirut ha sido cortada en tres puntos por los bombardeos israelíes, y que la circulación tiene que desviarse, la ayuda tarda cada vez más en bajar, pero llega.

La cuestión empieza a complicarse mucho al tratar de alcanzar el sur del río Litani, ya que el único puente ha sido destruido. Pero, cuando se logra hacer pasar la ayuda incluso a mano, es cuando empiezan los verdaderos problemas. La aviación israelí cumple su amenaza de disparar contra cualquier vehículo, en el sentido más amplio de la palabra, ya que ayer alcanzó a un hombre que viajaba en una motocicleta. "En teoría nuestros camiones no deberían verse afectados por la prohibición, pero en la práctica se han producido ataques muy cerca [en uno de ellos murieron tres personas que viajaban junto al convoy] y no logramos recibir las garantías de seguridad por parte israelí", explica el portavoz de Naciones Unidas en Líbano.

Huguenin, del Comité Internacional de Cruz Roja, señala que sólo han recibido permiso el martes, para un convoy, que llevó ayuda a unas 550 familias "con muchos niños" en Maarake. "No hay peligro de hambruna. El gran problema es la carencia de agua potable y la imposibilidad de atender a los heridos", agrega desde Tiro, una ciudad aislada llena de refugiados, a la que sólo se puede llegar caminando. Un chií residente en Beirut, proveniente de Tiro y con muchos contactos en la zona, calculaba ayer que en la ciudad quedaban alimentos para una semana. "Rechazamos esta parálisis de la ayuda humanitaria y vamos seguir trabajando", dijo por su parte el presidente de MSF, Rowan Gillies. Pero el riesgo es grande: el lunes dos convoyes estuvieron a punto de ser alcanzados. "Nuestras operaciones de ayuda son como un paciente al que le falta oxígeno y se enfrenta a una parálisis: morirá en caso de que no se garantice una línea de aprovisionamiento segura", dijo a través de un comunicado el Programa Mundial de Alimentos. El hecho de que en el sur, desde hace un mes, las cosas hayan ido siempre a peor no augura nada bueno.

Dos mujeres se llevan ropa de una tienda de Beirut afectada por los bombardeos israelíes.
Dos mujeres se llevan ropa de una tienda de Beirut afectada por los bombardeos israelíes.ASSOCIATED PRESS

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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