Israel lucha cuerpo a cuerpo con Hezbolá tras un mes de guerra
La mayoría de las bajas militares hebreas se deben a misiles antitanque
Cuando se cumple un mes de la ofensiva israelí, las tropas de infantería y la artillería se enfrentan a encarnizados combates contra los milicianos de Hezbolá en tres frentes del sur de Líbano. En el oriental, el Ejército israelí ha logrado sitiar Marjayun, antiguo cuartel general de la milicia cristiana. Durante la jornada de ayer se mantuvieron "fieros combates" y tuvo "varias bajas", según indicó el teniente coronel Oliver Rapowitz.
En Metula, la última aldea del noreste israelí, los soldados que volvían del frente hablaron de "varios tanques quemados".
El avance no está siendo nada fácil. La dura resistencia del Partido de Dios ha obligado al Tsahal (Ejército hebreo) a cambiar su estrategia de bombardeos aéreos y fuego artillero por la lucha cuerpo a cuerpo, aldea por aldea y casa por casa. "La mayoría de nuestras bajas son consecuencia de los misiles antitanques", dijo Rapowitz, al mostrar a los periodistas imágenes del arsenal capturado a Hezbolá en una casa de Meis el Yebel, en el frente occidental, a menos de dos kilómetros de la frontera israelí. "Los terroristas están armados con la última tecnología que sólo tienen los grandes ejércitos del mundo", añadió.
El primer ministro israelí, Ehud Olmert, congeló hasta el fin de semana, para dar una oportunidad a que funcionen los esfuerzos diplomáticos patrocinados por Naciones Unidas, los planes de intensificar la ofensiva hasta la orilla del río Litani, 32 kilómetros tierra adentro. Según el periódico Maariv, la decisión de la suspensión fue tomada de madrugada, tras la maratoniana sesión del miércoles en que se decidió la nueva ofensiva y en la que, según la prensa israelí, se produjeron duros enfrentamientos entre los ministros.
Tras recorrer la frontera desde Metula, en el extremo este, hasta Zarit, un puesto de control militar situado en lo alto de una colina entre el frente central y occidental -unos 100 kilómetros de los 130 que tiene la línea divisoria-, es evidente que los preparativos han comenzado. Decenas de autobuses cargados de soldados tratan de adelantar, por las estrechas carreteras locales que serpentean las colinas, a los camiones que transportan tanques, excavadoras y blindados. Columnas de tanques aguardan a la caída de la noche para entrar en el vecino país, protegidas por el repiqueteo ensordecedor de la artillería que dispara sin descanso al enemigo invisible.
"Es una guerra más difícil que la anterior, con situaciones muy complicadas, pero vamos paso a paso y aprendemos rápido", asegura el mayor Lior Tylor, jefe de operaciones de la brigada Alexandroni, que cuenta con unos 2.000 efectivos de los 10.000 que actualmente involucrados en la guerra.
La dificultad del aprovisionamiento de las tropas hace que las unidades entren en Líbano "con una misión concreta" y se retiren al cumplirla. Ayer hubo intensos combates en Aita al Chaab, una aldea a dos kilómetros de la frontera, en el frente central que, como otras muchas, había sido dada por conquistada. Ocultos en búnkeres y túneles, los guerrilleros reaparecen cuando los soldados menos lo esperan y lanzan katiushas y misiles antitanques.
Las unidades israelíes intentaron también adueñarse de la cercana colina de Ramiyé, a tres kilómetros de la frontera para poder consolidar las posiciones en torno a Aita al Chaab. "Está claro que hay que acabar con el monstruoso cáncer que tenemos en la frontera. No podemos consentir que tiren 200 cohetes diarios", afirma el mayor Enmanuel Sokolovsky, de 48 años, que acompaña a la periodista extranjera hasta el puesto de Zarit. Ayer un katiusha mató a dos árabes israelíes, una mujer y a su hijo de cinco años.
El miércoles, cuando se puso en marcha el cambio de táctica y se procedió a limpiar hasta el fondo las primeras aldeas libanesas, el Ejército sufrió su día más sangriento: perdió a 15 hombres y una treintena resultaron heridos, algunos de gravedad.
Algunas de las brigadas más prestigiosas del Tsahal, como la Golani y la Nájal, se empeñan en estos dos últimos días en combates cuerpo a cuerpo para hacerse con los arsenales de los guerrilleros y buscar sus escondrijos. Poco importa que se haya congelado la orden de extender su misión hasta el Litani, cuando el trabajo está por hacer todavía en una franja inferior a los cinco kilómetros.
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