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Reportaje:

Mirando a Europa

Varios países de la UE se plantean construir nuevas nucleares ante la escalada de precios de los combustibles fósiles

Milagros Pérez Oliva

La incorporación de los 10 países que se integraron en la UE en 2004 supuso un aumento del parque nuclear en 19 reactores. La UE tiene ahora 155 centrales -59 de ellas, en Francia- que aportan el 34% de la energía eléctrica. Después de que Finlandia, pese a ser uno de los países más cercanos a Chernóbil, revisara su política energética y decidiera construir una nueva central, otros países se han replanteado sus moratorias nucleares.

Los organismos comunitarios han debatido qué hacer con la energía nuclear, pero también en esto la Unión Europea está dividida. El debate, sin embargo, sigue vivo, especialmente en el Reino Unido y Alemania. El Gobierno que preside Angela Merkel ha decidido mantener de momento el calendario de clausuras pactado con las empresas por el anterior gobierno alemán, que prevé la desconexión paulatina de las 19 nucleares antes de 2021, pero la industria presiona con fuerza para que este acuerdo sea revisado y se prolongue la vida útil de las centrales.

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También el Gobierno de Tony Blair ha decidido reabrir el debate nuclear, a la vista de que las reservas del mar del Norte comienzan a agotarse y de la inestabilidad del suministro en Europa. Blair ya ha declarado que está dispuesto a construir nuevas centrales, pero ha de afrontar una creciente oposición, no sólo en el Parlamento, sino en su propio partido. En todo caso, el Reino Unido tiene un problema energético muy grave, pues en estos momentos, un 20% de la electricidad que consume procede de las nucleares, pero antes de 2015 ha de haber cerrado varias plantas de la primera generación, que se consideran obsoletas. Si no las reemplaza por nuevos reactores, en la electricidad de procedencia nuclear no superará el 4%, por lo que deberá aumentar otras fuentes. ¿Cuáles?, se preguntan los británicos.

Francia sigue siendo la abanderada del resurgir nuclear, y no sólo por coherencia con su política energética de las últimas décadas, sino porque tienen fuertes intereses en la industria de construcción de reactores y aspira a que las nuevas nucleares que se construyan en Europa sean del llamado modelo europeo de reactor a presión (EPR), del que ya se construye un reactor en Finlandia y se prevé otro en el sur de Francia.

El parque nuclear mundial tiene 443 reactores y hay otros 27 en construcción. China proyecta 20 centrales más en los próximos 10 años, mientras Estados Unidos renueva las licencias a las plantas que lo solicitan hasta los 60 años de vida útil.

Con la escalada de los precios del petróleo, el coste de la energía nuclear es más competitivo. Un reciente estudio de Claudio Aranzadi, presentado en un debate de la Fundación Alternativas, ha puesto de manifiesto que la energía nuclear puede ser competitiva en España, siempre que se construya un volumen determinado de centrales. Unesa presentó a la mesa de diálogo unos costes de producción muy competitivos: 15 euros por megavatio/hora. Pero los detractores argumentan que no está claro que los precios del gas y el petróleo se mantengan tan altos durante los 10 años que dura la construcción de una central y es previsible que el precio del uranio también crezca. El problema es cómo calcular los costes ambientales, en el caso de las centrales que utilizan combustibles fósiles, y los costes de la cobertura del riesgo, en el de las nucleares.

Unespa sostiene que para producir la electricidad que ahora se obtiene de las nucleares serían precisos 100 millones de barriles de petróleo al año, cuya combustión emitiría 50 millones de toneladas de CO2 a la atmósfera, lo que, a un precio de 30 euros por tonelada según las tarifas establecidas en el protocolo de Kioto, son 1.500 millones de euros al año. Una factura considerable, en términos ecológicos y también económicos. Pero ¿cuánto vale la cobertura del riesgo de accidente en una nuclear?

En cualquier caso, una cosa es el debate teórico y otra poner dinero sobre la mesa. Las eléctricas españolas no están dispuestas a invertir en la construcción de nuevas nucleares si no existe un marco regulatorio que garantice el retorno de las inversiones. Y aun así, no está claro que estén dispuestas a asumir todo el coste del desmantelamiento o la cobertura del riesgo de accidente. El Foro Nuclear insiste en que resolver el problema energético trasciende la responsabilidad de las empresas. Con los mismos argumentos, las eléctricas reclaman abiertamente en otros países, especialmente EE UU, el concurso del Estado para un nuevo programa nuclear.

Cuestión de opinión

La opinión pública se mueve. Conforme el cambio climático va mostrando sus efectos, va calando la idea de que tal vez la energía nuclear tiene un papel que cumplir, al menos como transición hasta lograr fuentes alternativas más seguras, como la fusión.

Pero ahora la energía nuclear también se postula para disminuir la dependencia energética. El Eurobarómetro de principios de este año incluye una pregunta sobre qué medidas cree más conveniente para ello. El 12% de los 30.000 entrevistados apuesta por desarrollar la energía nuclear frente al 48% que cree prioritaria la energía solar. España es uno de los países donde la nuclear tiene menos partidarios: el 4%.

Según una encuesta presentada por el Foro Nuclear, un 44% de los españoles aboga por cerrar todas las nucleares y optar por otras energías. Un 15% es partidario de mantener las actuales centrales hasta agotar su vida útil y no construir nuevas. El 36% es partidario de alargar la vida útil de las nucleares y aplazar la decisión sobre nuevas plantas hasta tener más datos sobre su viabilidad y seguridad. Sólo un 3% se declara partidario de construir nuevas centrales.

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