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Reportaje:El debate energético

¿Nucleares? De entrada no, pero depende

La mesa de diálogo sobre centrales concluye con un consenso: hay que reducir la dependencia exterior

Milagros Pérez Oliva

¿Deben cerrarse las ocho nucleares que funcionan en España, como reclaman los ecologistas, o debe prolongarse su funcionamiento más allá de los 40 años de vida útil y abordar la posibilidad de construir nuevas plantas, como sostiene el Foro Nuclear? El próximo miércoles se cierra la Mesa de Diálogo sobre la Evolución de la Energía Nuclear en España, convocada en noviembre pasado por el Ministerio de Industria por encargo del presidente del Gobierno, que se comprometió a ello en el último debate del estado de la nación. Pero quienes esperen un pronunciamiento se llevarán muy probablemente una decepción: los 43 miembros de la mesa coinciden en que las cinco sesiones han sido muy interesantes, pero no hay consenso sobre la cuestión principal.

IU y los grupos ecologistas reclaman un calendario de cierre de las ocho centrales
Las eléctricas defienden prolongar la vida útil de las nucleares y abordar nuevas plantas
Petronor, propietaria de la nuclear de Garoña, solicitará en julio una prórroga de 10 años
El consumo de electricidad creció un 62% acumulado entre los años 1996 y 2005
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Mirando a Europa

Se espera que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se refiera a las aportaciones de la mesa en el próximo debate del estado de la nación, en junio próximo, pero todas las fuentes coinciden en que el Gobierno no quiere ni necesita pronunciarse sobre una disyuntiva tan polémica. No al menos en esta legislatura.

Tras el cierre de la nuclear de Zorita, el 30 de abril, el presidente puede presentarse ante los ecologistas con la cara alta porque cumple la parte del programa en que se compromete a "la sustitución gradual de la energía nuclear por energías más seguras, más limpias y menos costosas", sin disgustar por ello a las eléctricas, que aspiran a prolongar la vida útil de sus nucleares y lograr un marco regulatorio estable que permita construir nuevas plantas. Todos saben que el cierre de Zorita no es un precedente de nada, pues estaba ya decidido y era una central obsoleta de tan escasa potencia (160 megavatios) que su clausura apenas se ha notado.

El debate nuclear ha prendido en toda Europa empujado por la acuciante necesidad de dar una respuesta al cambio climático y ahora también a la dependencia energética. En España, el Gobierno ha querido canalizar el debate a través de una mesa de diálogo, presidida por el secretario general de Energía, Antonio Fernández, que ha reunido todas las sensibilidades. "Es muy importante que los ciudadanos puedan decidir con conocimiento de causa", sostiene la diputada Arantxa Mendizábal, representante del PSOE.

Por primera vez, el Foro Nuclear o Unesa, la patronal eléctrica, han podido debatir con los antinucleares de Greenpeace o Ecologistas en Acción, en un marco poco propicio para la demagogia. Pero las incertidumbres son tantas, que "las conclusiones de la mesa serán probablemente más de diagnóstico que de propuestas de decisión", según Mendizábal, pese a la insistencia del diputado Joan Herrera y de los ecologistas para que se concrete un calendario de cierre de las nucleares.

En todo caso, sí que hay consenso en algunas cuestiones básicas. La primera es que el modelo energético actual no es sostenible, por la enorme dependencia de combustibles fósiles procedentes de zonas geográficas muy inestables y por el constante incremento de la demanda, que no va a poder satisfacerse con el modelo actual sin graves daños para el medio ambiente. España importa cerca del 80% de la energía que consume, cuando la dependencia de la UE es del 50%. El presidente de Unesa, Eduardo González Gómez, que agrupa a las eléctricas, sostiene que si se sustituyeran las actuales centrales nucleares por centrales de ciclo combinado de gas, la dependencia llegaría al 90%.

Pero, según Marcel Coderch, de la Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos (AEREN), también la energía nuclear es dependiente del exterior porque ha de importar uranio, cuyo precio está subiendo rápidamente desde 2004. "La escalada del petróleo lleva a la escalada del gas y, a corto plazo, también del uranio, porque sus reservas no son ilimitadas. Es cierto que está en zonas menos inestables, pero en la medida que crezca el parque nuclear mundial, subirá también su precio", sostiene.

Lo cual lleva a otra conclusión clara: se ha de mantener un mix energético que diversifique las fuentes, primando en lo posible las renovables porque son las que garantizan mayor autonomía y menor daño ambiental. Las energías renovables cubren ahora el 8% de la producción eléctrica y tienen un largo recorrido, pero los expertos ven difícil que puedan llegar a reemplazar el 22,1% de la producción eléctrica que proporcionan las nucleares, entre otras cosas porque su produción no es estable. "Navarra tiene el 40% de energía eólica, pero cuando no hay viento, puede garantizar el suministro gracias a que hay nucleares que producen constantemente", argumentan las eléctricas.

La estabilidad es su principal ventaja, aunque también es cierto que conforme pasa el tiempo, disminuye: en 2005 cayó la producción de las nucleares hasta el 19,7% porque siete de las nueve centrales estuvieron paradas por recarga. El resto de la producción eléctrica lo cubre el carbón (29%) y el gas natural (21%). La gran cantidad de carbón que aún se utiliza -la mitad también importado- y el creciente uso de gas en centrales de ciclo combinado son responsables de que España triplique ya las emisiones que le permite el Protocolo de Kioto.

En esto también hay acuerdo: vamos mal, muy mal. Las emisiones de CO2 no sólo no disminuyen, sino que aumentan, de modo que el cambio climático se ha convertido en el gran aliado de las nuclares. "Si la electricidad que ahora proporcionan tuviera que obtenerse de combustibles fósiles, se emitirían 50 millones de toneladas más de CO2 a la atmósfera cada año", sostiene el Foro Nuclear.

Pero diferentes ponentes, entre ellos el del Ministerio de Medio Ambiente, han puesto de manifiesto que la energía nuclear no resuelve totalmente el problema que generan los combustibles fósiles, pues allí donde más se usan, que es en el transporte, no son sustituibles a corto plazo.

Los pronucleares replican que en los tiempos de escasez de petróleo y de precios por las nubes, como los que se avecinan, tal vez haya que seguir usándolo en la locomoción, pero quemar petróleo para fabricar luz será como usar Chanel 4 como alcohol de quemar. Y esgrimen la alta densidad energética del combustible nuclear: para producir la misma cantidad de electricidad que una nuclear produce en un año se necesitan 2,5 millones de toneladas de carbón o 1.700 millones de metros cúbicos de gas natural.

En cualquier caso, todos coinciden en que hay que actuar, y drásticamente, sobre la demanda. El consumo de electricidad creció en 2005 un 4,3%, hasta alcanzar 259.950 millones de kilovatios por hora. Entre 1996 y 2005 el aumento acumulado ha sido del 62%, muy por encima del crecimiento del PIB, lo cual significa que el sistema productivo gasta más energía de la necesaria y que el consumo doméstico no es consciente de su despilfarro. La UE estima que con medidas de ahorro y eficiencia energética puede reducirse un 20% el consumo, pero España está lejos de ese objetivo.

La mesa ha puesto de manifiesto que los dos principales escollos de la energía nuclear, la seguridad y el tratamiento de los residuos, no están resueltos. En el caso de los residuos, no sólo no está resuelto su almacenamiento, sino que cada vez tienen mayor potencial de riesgo en el mundo convulso de hoy, pues con apenas unos gramos del plutonio que contienen se puede fabricar una bomba sucia de enorme potencial mortífero.

Una excelente exposición del director del Ciemat, Juan Antonio Rubio, dejó claro que en relación al futuro de las nucleares, la variable fundamental es la tecnológica, y en ésta, hay que esperar. Las centrales de tercera y cuarta generación, que incorporan mecanismos de seguridad pasiva, deben completar todavía su desarrollo y las tecnologías con las que se espera resolver el problema de los residuos, por ejemplo la transmutación, que permitiría reutilizarlos como nuevo combustible, no estarán disponibles antes de 2030 o 2040.

Mientras tanto, hay otras variables tecnológicas que pueden hacer cambiar la perspectiva y los costes de cada energía. Por ejemplo la posibilidad de aplicar tecnologías de captura y almacenamiento del CO2 que produce el carbón, lo que permitiría utilizar el combustible del que existen mayores reservas sin daño para la atmósfera.

"Si resuelven el problema de la seguridad y los residuos, hasta yo me hago nuclearista", argumenta, socarrón, el diputado de IU-ICV, Joan Herrera. De momento, su grupo pide un calendario de cierre de todas las nucleares con un plan que pone nerviosas a las eléctricas. "Como a los 25 años ya han amortizado la inversión, a medida que los vayan cumpliendo, proponemos que se prorrogue su funcionamiento durante cinco más y en ese tiempo, los beneficios que reporten se repartan del siguiente modo: 50% para el desarrollo de energías renovables, 20% para reforzar la seguridad, 15% para compensaciones socio-económicas, y 15% para las eléctricas".

En el extremo opuesto, El presidente de Unesa, Eduardo González, defiende que "ante el previsible incremento del consumo y teniendo en cuenta la evolución de los precios del petróleo y los requisitos del Protocolo de Kioto, es necesario abordar a medio plazo la construcción de nuevas centrales nuclares", hasta sumar un 35% de la producción eléctrica. En medio están los que consideran que mantener y prolongar la vida útil de las centrales actuales puede llegar a ser necesario, pero construir nuevos reactores es una opción mucho más problemática. En general, el bloque eléctrico espera que la decisión del Gobierno sea "no más, pero tampoco menos" nucleares.

El Gobierno, sin embargo, no tiene prisa por pronunciarse. Acaba de cerrar Zorita y la próxima candidata al cierre, la nuclear de Santa Maria de Garoña, tiene un permiso de explotación que no vence hasta julio de 2009. Ahí estará la prueba del algodón del futuro de las nucleares en España. El Gobierno deberá decidir si autoriza o no una prórroga de su vida útil. "No tenemos constancia de que se vaya a solicitar ninguna prórroga", indican en el Ministerio de Industria. "La presentaremos a finales de julio", concreta el presidente de Petronor, Antonio Cornedó. La empresa propietaria de Santa Maria de Garoña tiene ya lista la documentación, que ocupa tres largas estanterías. Un equipo de 20 personas ha trabajado durante tres años para demostrar que la central es segura, incluida la revisión de los protocolos de sabotaje y un simulacro de protección frente a un ataque terrorista.

Garoña tiene en su contra que es una de las tres nucleares de primera generación y sus dos compañeras están ya cerradas: la primera, Vandellos I (grafito-gas) a causa de un incendio, y la de Zorita (agua a presión), por su obsolescencia. Fuentes de Industria subrayan que también la de Garoña, de agua en ebullición, es una central obsoleta y pequeña (466 MW), por lo que podría cerrarse sin problemas. "Se han construido un centenar de reactores como el de Garoña en todo el mundo y la mayoría siguen operativos. Dos de ellos tienen ya permiso para funcionar hasta los 60 años", argumenta Cornedó.

La solicitud de Petronor debe presentarse ante el Consejo de Seguridad Nuclear, que tiene un año para pronunciarse. Si el informe de este organismo es negativo, es vinculante para el Gobierno, pero si es positivo, el Ejecutivo puede decidir entre cerrar o prorrogar. En todo caso, no tiene por qué hacerlo antes de las próximas legislativas, que toca convocar en primavera de 2008. Para entonces, confían en el PSOE, tal vez Europa haya conseguido aclararse sobre el modelo energético que quiere impulsar, tal vez se hayan dilucidado algunas de las incógnitas y tal vez haya cambiado la percepción social de la energía nuclear.

Instalaciones de la central nuclear de Garoña.
Instalaciones de la central nuclear de Garoña.MANUEL ESCALERA

Residuos

El problema de los residuos sigue sin resolverse. El próximo escollo es saber dónde se construirá el Almacén Temporal Centralizado (ATC), que debe resolver el almacenamiento del combustible gastado, que ahora se guarda en piscinas de agua en las propias centrales. A finales del año pasado, las centrales acumulaban 3.325 toneladas de residuos. La de Trillo ha superado la capacidad de su piscina y ha tenido que construir un almacén temporal en seco. Ascó II y Cofrentes están al 70% de ocupación. El ATC debe estar en funcionamiento antes de 2010, pero queda la espinosa y peliaguda cuestión de decidir su emplazamiento. El ministerio guarda en el más estricto secreto sus gestiones. Se ha especulado con la posibilidad de emplazarlo en Zorita, pero la Junta de Castilla-La Mancha se opone, y también los municipios afectados.

Marcel Coderch, de la Asociación para el Estudio de los Recursos Energéticos (Aeren), sostuvo ante la mesa que la gestión y el almacenamiento de los residuos de alta actividad es uno de los problemas más intratables a los que se enfrenta la energía nuclear. "Casi 50 años después del primer reactor comercial, ningún país ha conseguido un sistema eficaz para deshacerse de sus residuos".

El gran almacén geológico de Yucca Mountain, en Estados Unidos, sigue siendo la opción más estudiada, según Coderch, pero "después de 15 años de evaluaciones, sigue sin tener fecha de apertura ni presupuesto".

El diputado Joan Herrera sabe que tiene en el ATC una poderosa arma de negociación, y así lo expresa: "Hay que buscar un emplazamiento, pero nosotros no apoyaremos el almacén si previamente no hemos pactado un calendario preciso de cierre de las ocho nucleares en funcionamiento".

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