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Reportaje:

La flota teme otro año en blanco

Las escasas capturas de anchoa reabren el debate sobre la necesidad de cerrar la pesquería

Mikel Ormazabal

Entre los arrantzales todavía no ha cundido el pánico, pero se comienzan a temer lo peor. En la primera semana de la actual costera de la anchoa, las capturas han sido más escasas de las previstas. Sólo han pescado 116 toneladas en cuatro días de trabajo. La campaña comenzó bien el pasado martes, con 104 toneladas muy esperanzadoras. Al día siguiente, en cambio, sólo pudieron pescar 12.000 kilos. El jueves y viernes pasados, la flota del Cantábrico volvió a puerto de vacío. Un mal síntoma. "¿Otro año en blanco? ¿Volverán a prohibir la pesca?", se preguntan los pescadores.

Llueve sobre mojado, porque el año pasado fue el peor de la historia, con sólo 200.000 kilos de anchoa capturados. Tal fracaso llevó a la UE a decretar una veda para la pesquería a partir del 13 de mayo de 2005. Con esta drástica medida, creyeron las autoridades comunitarias, la mar iba a recuperar la población hasta poder satisfacer las exigencias de la pesca comercial.

Los biólogos aprecian una recuperación de la especie, pero sugieren pescar con precaución

En realidad, los estudios que la Fundación Azti, centro especializado en investigación alimentaria y marina, realizó el pasado otoño concluyeron que el cierre de la pesquería de anchoa en 2005 resultó "muy beneficioso" para "garantizar la supervivencia de un mínimo de población de anchoa y evitar su colapso".

Los biólogos constataron una "mayor presencia de anchoa juvenil" y, consecuentemente, "evidencias de un proceso de recuperación del recurso" pesquero. Es el último estudio científico sobre la anchoa realizado en el Golfo de Vizcaya, cuyos resultados son aplicables a la situación actual, según destaca Azti.

Este instituto técnico observó una mejoría en el mar, aunque no suficiente para "relajar las medidas de conservación" del medio marino. Por ello, recomendó la necesidad de actuar bajo el "principio de precaución".

Así se explica que la UE, siguiendo la recomendación de los científicos, acordase en diciembre pasado reducir notablemente las capturas máximas permitidas para esta temporada, fijándolas en 5.000 toneladas (4.500 para España y el resto, para Francia). Los resultados obtenidos hasta ahora se hallan muy lejos de esas cantidades. "El panorama no es muy halagüeño", reconoce Jaime Tejedor, presidente de las cofradías de Guipúzcoa, aunque se muestra partidario de esperar hasta que finalice la proxima semana para aventurarse a pronosticar cómo será el desenlace de esta costera. De igual modo, el Departamento de Agricultura y Pesca prefiere no realizar ningún comentario hasta que la temporada esté más avanzada o haya concluido (el 31 de mayo).

Valiéndose de las conclusiones recogidas por Azti, la consejería ya fijó su posición en diciembre pasado. Entonces se inclinó por el cierre de la pesquería durante el primer trimestre de 2006, pero su propuesta no fue atendida por la UE, que abrió la pesca, aunque con mayores restricciones para los arrantzales.

Los científicos de Azti también recordaron a éstos la necesidad de "fortalecer los mecanismos de control de las capturas y el esfuerzo pesquero". No ha habido tiempo para poner en práctica la recomendación de los técnicos porque la anchoa no aparece.

Los pescadores no tienen aún elementos de juicio suficientes para concluir que las irrisorias capturas están motivadas por un factor casual -hoy se pesca, pero mañana no- o responden a algo más preocupante: la sospecha de que la mar está esquilmada. Lo primero es una realidad asumida con resignación por los trabajadores del mar y cuentan con ello. Lo segundo puede ser terrible para los 200 barcos del Cantábrico.

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Sobre la firma

Mikel Ormazabal
Corresponsal de EL PAÍS en el País Vasco, tarea que viene desempeñando durante los últimos 25 años. Se ocupa de la información sobre la actualidad política, económica y cultural vasca. Se licenció en Periodismo por la Universidad de Navarra en 1988. Comenzó su carrera profesional en Radiocadena Española y el diario Deia. Vive en San Sebastián.

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