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Reportaje:

Simulacro de gripe aviar

El País Vasco pone a prueba el protocolo de seguridad contra el virus

Maribel Marín Yarza

La alarma saltó a las 9.00 del miércoles desde el Instituto Vasco de Investigación y Desarrollo Agrario, Neiker. "El pato silvestre hallado muerto en la explotación de Irún ha dado positivo". Las agendas de los técnicos y representantes políticos concernidos del Gobierno vasco, la Diputación de Guipúzcoa y el Ayuntamiento de la localidad quedaron en ese momento en suspenso. La prioridad, después de tomar aliento, era poner en marcha el protocolo contra la gripe aviar. Y así lo hicieron, aunque sabían que en realidad no se encontraban ante una emergencia, sino ante el primer simulacro hecho en España para medir la capacidad de reacción ante un brote de H5N1. Lo único real fue el sacrificio de 1.700 gallinas.

El Gobierno vasco escogió una granja del barrio de Olaberría para medir su eficacia frente al virus. Primero, porque está cerca del Parque Ecológico de Plaiaundi, zona de paso de aves migratorias, pero también por sus infraestructuras. Pero eso sólo lo sabían unos pocos. Ninguna de las 22 personas que intervinieron en la alerta conocía siquiera en cuál de las tres provincias vascas se iba a producir el simulacro.

Por eso, lo primero fue localizar la explotación -de 2.500 aves ponedoras- y establecer un triple cordón de seguridad en torno a ella; a uno, tres y diez kilómetros. En tres horas, todos los materiales y vehículos del lugar estaban desinfectados, los técnicos habían concluido sus encuestas epidemiológicas y habían inmovilizado para después sacrificar a 1.700 gallinas, unas del propio criador, otras trasladadas desde granjas de puesta. "Era muy importante trabajar con animales reales. Y éstas eran gallinas de desvieje que iban al matadero", confirmó el consejero vasco de Agricultura, Gonzalo Sáenz de Samaniego. "Simplemente se ha hecho coincidir la fecha de su sacrificio con el simulacro, cumpliendo todas las medidas de bienestar animal de la UE".

Los técnicos, con buzos, gafas y mascarillas, fueron introduciendo los animales en los remolques de dos camiones precintados. Después, por un tubo, los gasearon con dióxido de carbono y trasladaron sus cadáveres, escoltados por la Ertzaintza, para su incineración. Luego hubo que desinfectar los vehículos, el vestuario, la compañía de transformación... A las 19.00, el simulacro se daba por finalizado. "Ha sido un éxito casi total", aseguró el consejero a la prensa, que no presenció la prueba.

Un empleado del Ayuntamiento de Bilbao atrapa un pato en un parque la semana pasada.
Un empleado del Ayuntamiento de Bilbao atrapa un pato en un parque la semana pasada.EFE

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