La Bienal del Libro de São Paulo se celebra bajo el signo del estímulo a la lectura
El nuevo Premio Vivaleitura distinguirá iniciativas individuales, institucionales o comunitarias
La 19ª Bienal del Libro de São Paulo se abrió ayer bajo el signo del estímulo a la lectura y con novedades importantes: por primera vez se celebra en el gigantesco pabellón de exposiciones de Anhembi, el mayor de toda América Latina, y el próximo lunes será anunciada la creación del Premio Vivaleitura, de carácter nacional. Esta iniciativa de los ministerios de Educación y de Cultura y de la Organización de los Estados Iberoamericanos para la Educación, la Ciencia y la Cultura (OEI), con la ejecución y el patrocinio, a petición de dichas instituciones, de la Fundación Santillana, quiere descubrir experiencias comunitarias, institucionales o individuales que sirvan de estímulo a la lectura.
Estarán presentes los mayores nombres de la literatura brasileña
Marino Lobello: "El libro no puede ser un producto sólo para una élite"
"Brasil, con sus innumerables experiencias, tanto institucionales como de base, de estímulo a la lectura y su gran potencial de futuros lectores, se está revelando como un gran observatorio mundial sobre la lectura, no sólo como acto cultural, sino como experiencia de vida", afirma Andrés Cardó, director general de la editorial Moderna y miembro de Abre Livros.
El cambio de lugar de la 19ª Bienal de São Paulo -la capital empresarial y financiera del país, que concentra un 30% del PIB nacional, y una ciudad con 20 millones de habitantes- ha creado mucho entusiasmo y los organizadores esperan a un millón de visitantes.
Aunque los paulistas no son propensos, al revés de los cariocas, a los grandes entusiasmos y emociones, esta vez no se han querido reprimir y han afirmado que va a ser no sólo "el primer gran acontecimiento cultural del recién inaugurado año escolar", sino que, aseguran los organizadores de la bienal, se va a tratar "del mayor acontecimiento cultural del país".
Según Marino Lobello, vicepresidente de la Cámara Brasileña del Libro, la bienal ha conseguido el viejo sueño de ocupar el Anhembi, con sus 57.000 metros cuadrados y de fácil acceso para todos. Tan difícil es conseguir dicho pabellón, que la única forma fue anticipar un mes la celebración de la bienal.
El gran tema de debate de esta 19ª Bienal de São Paulo es el que está flotando en muchas de las otras bienales y que ya fue objeto de discusión en la Bienal de Río del año pasado: ¿Más elitista o más popular? ¿Con más nombres de la literatura-literatura o de la llamada literatura de best seller o autoayuda? Curiosamente, la Bienal de São Paulo siempre se había caracterizado por ser más contenida que la de Río de Janeiro. Pero, poco a poco, el eco de la Bienal de Río, más popular y lúdica, con gran participación de los estudiantes, fue contagiando a la de São Paulo, que ya en las últimas ediciones se iba pareciendo a aquélla. Este año se piensa que pueda incluso superarla.
Con 320 expositores; 20 delegaciones extranjeras, entre ellas España; 900 editoriales presentes, 3.000 lanzamientos de obras nuevas, 1,5 millones de libros expuestos, 310 horas de actividades culturales y 425 secciones de autógrafos, es como si la 19ª Bienal del Libro de São Paulo estrenase esta vez traje nuevo. Y con un motivo de esperanza: la venta de libros en el país ha aumentado un 12,5%.
Que ha ganado la línea más popular, encaminada a "crear más lectores", aunque sean menos cultos, lo revela el hecho de que estarán presentes los autores de best sellers con fuertes tintes de autoayuda. Entre ellos, Mark Baker (Jesús, el mayor psicólogo del mundo), Augusto Cury (Nunca desistas de los sueños), James Hunter (El monje y el ejecutivo, el libro de autoayuda más vendido en este momento en Brasil), el brasileño Icame Tiba (Quien ama, educa). Otras dos de las apuestas son Bruna Surfistinha, autora de El dulce veneno del escorpión -desde hace meses en el primer lugar de los libros más vendidos-, y Michael Ogden y Chris Day -100 cosas para hacer (antes de morir)-.
Según Lobello, "la popularización de la bienal ha de ser una meta que alcanzar y no algo que debería evitarse". "Queremos llamar la atención", dice, "de un público lo más diversificado posible". Lobello ha declarado a O Globo: "Tenemos que tener los ojos dirigidos a todas las clases de la sociedad, ya que el libro es lo más democrático que existe, y no puede ser un producto sólo para una élite. Queremos formar el hábito de la lectura en la población, y lo estamos haciendo".
La bienal no se ha olvidado, naturalmente, de la literatura-literatura. Estarán presentes los mayores nombres de la narrativa brasileña debatiendo temas culturales, y las editoriales van a hacer un gran despliegue de sus novedades. Entre ellas, una relectura de los grandes clásicos. Para la editorial Moderna-Santillana, por ejemplo, Antonieta Cunha hace una relectura de Carlos Drummond de Andrade, el mayor poeta brasileño de todos los tiempos, y la Editorial Nova Fronteira presenta la obra clásica El hombre sin atributos, de Robert Musil. La editorial Objetiva lanza Trabajos de amor perdidos, de Jorge Furtado, el primero de una colección titulada Devorando a Shakespeare.
Sin duda, Brasil, con sus 180 millones de habitantes, de los cuales 60 millones son adolescentes, posee un potencial enorme de lectores. Hoy existen unos cincuenta millones de ciudadanos en una situación marginal, pero que un día tendrán que entrar en el consumo también de cultura. Posee una clase media bien preparada culturalmente, pero con pocos medios económicos por la mala distribución de renta del país que, en todo caso, también está destinada a crecer y mejorar. Es a ese crecimiento de posibles lectores hacia lo que está orientada la bienal del libro de São Paulo.
Babelia
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