Cordones regulados
La autorización "con condiciones muy estrictas" de los bancos privados de cordón umbilical, anunciada ayer por la ministra de Sanidad, es la solución más sensata a la polémica desatada en el último mes, al saberse que centenares de familias españolas -incluidos los Príncipes de Asturias- acuden a empresas extranjeras para preservar las células del cordón de sus bebés. Los bancos privados pueden regularse de dos formas: como una actividad comercial cualquiera, al estilo de Estados Unidos, o integrados en la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), de forma que las familias que lo deseen puedan preservar el cordón en una empresa, pero estén obligadas a donarlo al sistema público si surge un enfermo que lo necesita por razones de compatibilidad. Es una buena noticia que la ministra haya optado por la segunda vía.
Los bancos privados no son una necesidad urgente. Los padres acuden a ellos por si su bebé llegara a desarrollar una enfermedad curable con un trasplante de médula autólogo (con células del propio bebé), pero las enfermedades infantiles de ese tipo suelen tener una componente genética, y las células del cordón no sirven para tratarlas, puesto que tienen el mismo defecto genético. Las células del cordón umbilical son un arma cada vez más valiosa contra la leucemia y otras enfermedades de la sangre, pero proceden de un donante distinto del enfermo, y ésta es precisamente la función de los bancos públicos. Los ciudadanos deben saberlo antes de acudir a un banco privado. Que preservar el cordón en una empresa sea una buena inversión dependerá de los resultados de años de investigación sobre las células madre y sus futuras posibilidades.
Pero unos bancos privados bien regulados e integrados en la ONT sólo pueden ser beneficiosos para la sanidad pública. En España nacen 450.000 bebés cada año, y el sistema público sólo ha podido preservar hasta ahora 20.000 cordones. Puesto que encontrar un donante compatible es muy difícil, hay sólidas razones para que el país aumente esa capacidad, y los bancos privados son la mejor herramienta, siempre que todo cordón exponga su genotipo en la base de datos de la ONT y esté disponible cuando surja un enfermo que lo necesite. Con este tipo de regulación, los bancos privados no competirán con los públicos por un valioso recurso biológico, sino que colaborarán para identificarlo, almacenarlo e investigar sobre sus futuros usos biomédicos.
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