El Congreso de EE UU trata de impedir que una firma árabe gestione seis puertos
Bush asegura que la empresa de Dubai no es una amenaza para la seguridad nacional
El presidente de EE UU, George W. Bush, se enfrenta a una peligrosa revuelta en el Congreso. Los que le atacan con más virulencia esta vez son los parlamentarios republicanos, los de su propio partido, que quieren evitar que la gestión de seis puertos estadounidenses caiga en manos de la compañía estatal árabe Dubai Ports World, por temor a eventuales actividades terroristas. A pesar de que ayer se supo que Bush desconocía los detalles de la operación antes de ser aprobada, el presidente asegura que ésta no amenaza la seguridad y que vetará cualquier maniobra en su contra.
La polémica en torno a la administración de los puertos sube de tono en Washington conforme pasan los días. Hace dos semanas, una compañía controlada por el Gobierno de Emiratos Árabes Unidos (EAU) compró su rival británica P&O por 5.750 millones de euros. Gracias a esta operación, la empresa árabe se adjudicó también la gestión de los puertos de Nueva York, Nueva Jersey, Miami, Baltimore, Filadelfia y Nueva Orleans, todos en la costa este. Cuando se complete la compraventa, la próxima semana, Dubai Ports se convertirá en el segundo mayor operador de servicios portuarios del mundo.
Las espadas están en alto entre el Congreso y la Casa Blanca. El choque coincide, además, en pleno año electoral en EE UU, y los más reacios a permitir el desembarco de la empresa árabe son los legisladores del Partido Republicano.
Los correligionarios del presidente se han desmarcado de la actuación de la Casa Blanca porque consideran que la operación pone en peligro la seguridad de sus principales puertos, una cuestión que consideran vital tras los ataques terroristas del 11-S.
El Departamento del Tesoro, el organismo que estudió y propuso al resto del Gabinete la aprobación de la operación, se apresuró ayer a enviar una delegación al Congreso para explicar los detalles del acuerdo, porque considera que se está opinando sin conocimiento y de forma "emocional".
Desafortunadamente para Bush, ayer se conoció que el más desinformado era él. La Casa Blanca aseguró que Bush conoció los detalles de la transacción después de que ésta fuera autorizada, y que en ese mismo momento fue cuando se le explicó que la gestión de los seis puertos en manos de una compañía árabe no suponía un peligro para la seguridad nacional. A pesar de esto, Bush mantuvo ayer su amenaza de impedir cualquier maniobra del Congreso para bloquear la operación de Dubai Ports.
Los legisladores en el Capitolio no se conforman con la explicación del Departamento del Tesoro y exigen a la Casa Blanca que toda la operación sea analizada otra vez. De lo contrario, aseguran que actuarán en consecuencia. Bush contraatacó, solicitando a los parlamentarios que explicasen por qué quieren cambiar las reglas de juego ahora que los puertos van a ser gestionados por una compañía cuya nacionalidad provoca desconfianza. "Se daría una señal muy negativa si decidimos que una parte del mundo puede gestionar nuestros puertos y otra no por razón de su nacionalidad", sentenció Bush.
Mientras el presidente intenta atajar este frente, fuera del Capitolio se abre otro. Los gobernadores de los Estados de Nueva York, George Pataki, y de Maryland, Robert Ehrlich, ambos republicanos, estudian cancelar los contratos con la empresa árabe que gestionará sus puertos. Ambos gobernadores creen que Bush se equivoca con este acuerdo y se niegan a que una compañía de Emirtatos Árabes Unidos, país que apoyó al régimen talibán antes del 11-S, controle sus puertos.
El presidente dijo que sus expertos "están convencidos" de que la seguridad "no está comprometida" y explicó que las inspecciones seguirán en manos del servicio de aduana estadounidense.La Casa Blanca insiste que EAU es "aliado" en la guerra contra el terrorismo y que Dubai Ports es una empresa fiable, que siempre colaboró con las autoridades de EE UU.
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