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La crisis de Rusia y Ucrania por el gas amenaza el suministro de Europa

Moscú da a Kiev hasta mañana para que acepte la subida del precio

Rusia y Ucrania sólo tienen un día para poner fin, o al menos darse una tregua, en la guerra que están librando por el precio del gas. Moscú ha cuatriplicado el precio de la energía que suministra a Ucrania, y Kiev se niega a pagar ese incremento tan alto. En respuesta, Rusia ha amenazado con cortar el suministro a Ucrania en pleno invierno, a lo que Kiev puede reaccionar quedándose con parte del gas que Rusia envía a Europa a través del territorio ucranio.

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Será difícil conciliar en la horas que quedan para el comienzo del nuevo año las posiciones de ambos países, todavía muy alejadas una de la otra: Moscú exige 230 dólares (185 euros) por mil metros cúbicos de gas, mientras que Kiev califica este precio de "provocación" (supone un incremento del 460% con respecto a 2005) y propone pagar 85.

El problema es que si no hay acuerdo, Rusia amenaza con no exportar gas a su vecino. Pero como por su territorio pasa el 80% de este combustible ruso hacia Europa, Ucrania puede, para cubrir sus necesidades, quedarse con el 15% del volumen bombeado por Moscú. En este caso, unos 16.500 millones de metros cúbicos de gas no llegarán a Europa (un 3% del consumo total).

El presidente ucranio, Víktor Yúshenko, propuso ayer congelar los precios del gas por 10 días y luego continuar las negociaciones, pero Gazprom, el monopolio estatal ruso, insiste en que a las siete de la mañana del 1 de enero les cerrará el grifo a sus vecinos. Se trata, no obstante, de un cierre virtual, ya que de todas maneras bombeará gas hacia Ucrania, pero sólo el que pasa por allí de camino a Europa.

Técnicamente, Moscú no puede impedir que Kiev se quede con parte de ese gas. Ahora bien, si los ucranios lo hacen, "estarán robando a los europeos", ha advertido el presidente de Gazprom, Alexéi Miller, quien añadió que en caso de corte del suministro a Ucrania el consorcio ruso "ha elaborado un plan para garantizar el abastecimiento de gas a Europa occidental que incluye el aumento del volumen de bombeo de carburante por gasoductos alternativos que no pasan por el territorio de Ucrania".

Kiev afirma que tiene derecho a quedarse con el 15% del gas que Moscú bombea por Ucrania como pago por el tránsito del combustible por su territorio y tuberías, algo que ha venido haciendo hasta ahora. La guerra del gas puede crear problemas no sólo a Europa, sino también desencadenar una auténtica guerra comercial, que ya está en su fase inicial. Además de las restricciones impuestas recientemente a productos y artículos ucranios, Rusia acaba de establecer barreras arancelarias a productos manufacturados de Ucrania (como tuberías) por un periodo de cinco años.

Las pretensiones rusas son interpretadas por muchos expertos y analistas ucranios como una clara presión que atenta contra la economía nacional de Ucrania. Ven en la batalla un aviso de Moscú contra el coqueteo que el Gobierno de Kiev tiene con Washington. Estados Unidos respaldó públicamente la revolución naranja, que forzó la repetición de los comicios generales y llevó al poder hace un año al presidente Yúshenko, en contra del candidato favorito de Moscú, Víktor Yanukóvich.

La guerra del gas está influyendo también en la política interior ucrania, que está marcada por la campaña para las elecciones parlamentarias de marzo próximo. Según las encuestas, por el momento lidera el Partido de las Regiones -encabezado por Yanukóvich-, con un 23,9%, seguido por el bloque Nuestra Ucrania, de Yúshenko, con un 13,3% y de la ex primera ministra Yulia Timoshenko, con un 13%. Es decir, que si Yúshenko y Timoshenko se vuelven a unir, podrían ganar al representante de las regiones industriales rusohablantes.

El presidente de Gazprom, Alexéi Miller, habla con los periodistas en Moscú.
El presidente de Gazprom, Alexéi Miller, habla con los periodistas en Moscú.AP

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