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19ª FERIA INTERNACIONAL DEL LIBRO DE GUADALAJARA

Los hijos de Juan Rulfo presentan la versión definitiva de 'Pedro Páramo'

La novela conserva intacta su capacidad de inquietar a los 50 años de su publicación

José Andrés Rojo

Era un camino estrecho ligeramente empinado. El peón que acababa de visitar la hacienda de Chachahuatlán con Juan Nepomuceno Pérez Rulfo (Cheno) se adelantó para abrir una puerta y, por culpa de la pendiente, lo perdió de vista. Lo había dejado hablando con un joven de una propiedad próxima, con el que había discutido violentamente hacía unas semanas. Luego escuchó los disparos del rifle. Le dieron por la espalda. El padre de Juan Rulfo (1917-1986) murió asesinado el 1 de junio de 1923 cuando éste tenía seis años. La muerte está en Pedro Páramo, que cumple 50 años.

En el mundo de 'Pedro Páramo' hay muerte, tristeza, viejos y profundos rencores
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Una profunda e inagotable influencia

Mucho tiempo después, el hijo más pequeño del escritor -Juan Carlos- intentó reconstruir el asesinato de su abuelo y volvió al lugar del crimen para hablar con los que habían sobrevivido, con los descendientes de J. Guadalupe Nava Palacios, el joven que había disparado. Le dijeron que tuviera cuidado, que igual las cicatrices no habían sanado. Pero fue de todas formas e hizo un documental: Mi abuelo Cheno. Ahí se cuenta la historia, ese golpe duro que le cambió la infancia al autor de Pedro Páramo.

Lo recordaron hace unos días, durante una entrevista informal, Juan Francisco y Juan Pablo, dos de los hijos del escritor. Han pasado 50 años de la publicación de Pedro Páramo, y en la Feria del Libro se presentaron el pasado lunes las versiones definitivas de esta novela y de El llano en llamas, su libro de relatos. Los textos los ha aprobado la Fundación Rulfo, que se encarga del legado literario y fotográfico del escritor, y los ha publicado RM. También se presentó la traducción francesa de la novela, que ha realizado Gabriel Iaculli para Gallimard, y los ensayos Recepción inicial de Pedro Páramo (RM), de Jorge Zepeda, y Juan Rulfo fotógrafo (RM), de Andrew Dempsey.

Hace no mucho se publicó Noticias sobre Juan Rulfo (RM), de Alberto Vital, una rigurosa aproximación biográfica al escritor, realizada a partir de los múltiples (y desconocidos, en la mayoría de los casos) documentos que conserva la fundación. Clara Aparicio, la mujer de Rulfo, confiesa allí: "Había algo en él que nunca pude entender, aún a estas fechas, a 17 años de su ausencia: nunca tocamos el tema de sus padres, sobre todo el de su madre". Por lo que se toca al asesinato de Cheno, Juan Francisco y Juan Pablo comentan que fue el resultado de pequeños roces, de envidias, de rencores mal asimilados. Su abuelo trabajaba como administrador de fincas y tuvo que llamar la atención a algunos vecinos que invadían los pastos que tenía encargados. Una de las veces la bronca fue un poco mayor. Y poco después le dispararon por la espalda. En cuanto a la madre, Vital cuenta en su libro que uno de los descendientes que entrevistó Juan Carlos para su película le había dicho que "murió efectivamente de tristeza, luego de ver dos veces por San Gabriel a Guadalupe Nava, el asesino de Cheno".

Muerte, tristeza, soledad, viejos y profundos rencores, deudas, miedos, dolor. Es el mundo de Pedro Páramo. Juan Francisco se refirió, sin embargo, a uno de los cuentos de El llano en llamas. "Fue en Diles que no me maten donde mi padre abordó, de manera muy suya, este episodio". Curiosamente fue el cuento que Mario Vargas Llosa incorporó a su espectáculo teatral La verdad de las mentiras. Y está en él la noticia de un crimen por un conflicto por los pastos de una finca, pero se cuenta sobre todo la vida que llevó después el asesino, y luego su prendimiento por uno de los descendientes de la víctima y su fusilamiento.

Los hijos de Juan Rulfo no sólo hablaron de su abuelo. Quisieron desmontar la leyenda de un padre seco, cerrado, silencioso, hosco. Contaron que le costaba entrar en confianza, pero que luego se disparaba y no había quien lo frenase. "Cuando llegaba de viaje, hacíamos el relevo", recordó Juan Francisco. "Primero lo escuchaba yo y, luego, cuando ya me iba cansando, venía Juan Pablo a sustituirme".

Viajero, lector voraz, celoso de su intimidad, pero amable y jovial, los hijos fueron describiendo a Juan Rulfo. "Le afectó mucho la correspondencia que cruzó su padre Cheno con su abuelo. Ahí se contaban las tremendas dificultades de aquellos años. El miedo a perderlo todo, el bandidaje habitual de las zonas pobres, la transformación de algunos revolucionarios en cuatreros. Le dolía que sus padres no hubieran sido felices".

Rulfo empezó trabajando en la Secretaría de Gobernación, y viajó mucho por México, donde cultivó su pasión por la cultura y la antropología de su país. "Conoció entonces a su gran amigo, Efrén Hernández, que lo animó a escribir y publicar", cuentan los hijos. Un día vio a Clara Aparicio, que era casi una niña, e hizo lo imposible por conocerla. "Estaba en Migración entonces y eso le sirvió para acercarse a la casa de los Aparicio y curiosear". Empezó a escribirle hacia 1944. "Un día, mi abuela (que leía las cartas fascinada) consideró que tenían que conocerse. Se casaron en 1948". Luego llegaron los hijos -Claudio, Juan Francisco, Juan Pablo, Juan Carlos-. El más pequeño, para saber de la relación de sus padres, hizo una película: Del olvido al no me acuerdo.

Y otros dos volvieron hacia atrás, para ayudar a despejar algunas incógnitas de ese hombre reservado y oculto, del gran maestro de la literatura.

Una fotografía realizada por Juan Rulfo durante sus viajes por México.
Una fotografía realizada por Juan Rulfo durante sus viajes por México.
Una obra de Emiliano Gironella de <i>Pozos</i> sobre Rulfo y<i> Pedro Páramo</i>.
Una obra de Emiliano Gironella de Pozos sobre Rulfo y Pedro Páramo.

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Sobre la firma

José Andrés Rojo
Redactor jefe de Opinión. En 1992 empezó en Babelia, estuvo después al frente de Libros, luego pasó a Cultura. Ha publicado ‘Hotel Madrid’ (FCE, 1988), ‘Vicente Rojo. Retrato de un general republicano’ (Tusquets, 2006; Premio Comillas) y la novela ‘Camino a Trinidad’ (Pre-Textos, 2017). Llevó el blog ‘El rincón del distraído’ entre 2007 y 2014.

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